El trampolín de 'Pozoblanco en Positivo' y la nueva política

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


Comenzamos otra campaña de elecciones sin haber olvidado las generales. Ahora entramos en las municipales, las que afectan al ciudadano de forma más directa, porque se relacionan con el entorno próximo en el que vivimos, y los que van a gobernar en ese ámbito son vecinos nuestros a los que vemos y con los que tratamos con cierta habitualidad.

Como todo se pega, menos lo hermoso, cierto contagio en los “vicios” políticos llega de arriba a abajo, es decir, de los partidos y políticos de ámbito nacional a los partidos y políticos en el ámbito municipal.

Y para muestra un botón. En Pozoblanco, el pueblo mayor en cuanto a número de habitantes de Los Pedroches, en las pasadas elecciones municipales aparecía un partido nuevo bajo la fórmula de agrupación de electores que (según ellos) venía para servir al pueblo y para combatir la política rancia y anquilosada de los partidos tradicionales. Ellos manifestaban entonces que su grupo iba a representar la pureza, el impulso nuevo del afán y la ilusión y una energía rejuvenecida y pujante para el Ayuntamiento, con una nueva forma de hacer política que iba a servir para engrandecer a Pozoblanco con políticas renovadoras, eficaces e ilusionantes en todos los ámbitos de gestión municipal. Su nombre: “Pozoblanco en Positivo”.

De eso ya han pasado los cuatro años de la presente legislatura que está próxima a terminar, y ahora comprobamos cómo los cuatro concejales pertenecientes a ese grupo ya se han acomodado todos en sus nuevas cabalgaduras políticas al desaparecer la suya. Y, según se desprende de los nuevos y variopintos destinos políticos de las cuatro personas que han tenido asiento en el Ayuntamiento durante estos últimos años, este grupo político era un batiburrillo ideológico inconexo y sorprendente, pero que les ha servido en cualquier caso para colocarse en el escaparate y, como se ve, también como trampolín para continuar en la actividad política después de ejercer el poder durante cuatro años en comunidad inestable con otro partido político con el cual algunos de ellos mantienen una fuerte y contumaz animadversión que son incapaces de disimular.

Por cierto, hace un año y medio escribía en este semanario un artículo en el que afirmaba que “Pozoblanco en positivo” no se presentaría a las nuevas elecciones municipales. A los pocos días me encontré con el señor Modesto Sánchez y éste me afirmó literalmente “que la fuente mía estaba seca, pues su partido iba a estar al 100% en las próximas elecciones municipales”.

Pues el señor Modesto se ha equivocado totalmente. Y, a pesar de haber hecho titánicos esfuerzos para que su partido siguiera, no lo ha conseguido. Y, por cierto, mi fuente (como se ha comprobado) estaba llena de agua, y además esa fuente siempre ha estado muy cerca de él.

Dentro de los cuatro miembros de este partido hay que hacer unas claras distinciones. Por un lado están Emiliano Pozuelo y Pedro García. El primero, podrá gustar o no, pero él desde el primer momento que entró en política se marcó como prioridad el llegar a ser un profesional de la política, o lo que es lo mismo, vivir al 100% de la misma.

Por ello, para mí, no ha engañado a nadie en su pretensión de hacer de la política su “modus vivendi”. Y quienes han estado a su lado como compañeros en los dos partidos lo sabían, y si no es que estaban completamente ciegos. Además, desde el minuto uno que entró en el grupo político “Pozoblanco en Positivo”, le dejó claro a todos sus integrantes que eso solo era para él un paso transitorio, pues él caminaba con paso firme a Ciudadanos, en la esfera fuera de la localidad. Igualmente Pedro García desde hacía tiempo estaba en la cúpula del partido naranja a nivel municipal, avalado por el primero. Además de ir a un partido nuevo en la localidad.

Los otros dos miembros son bien distintos, Rosario Rossi, a la que ya le dediqué una editorial completa, se ha instalado ahora en un partido que ya existía (PSOE). Partido que ha estado haciéndole permanente oposición a ella durante estos cuatro años, con la particularidad de que su ideología poca gente dudaba que estaba más a la izquierda del partido del puño y la rosa, pero hay que comprender que es en éste donde sopla un viento más seguro, atractivo y favorable.

Caso parecido es el de Modesto Sánchez, persona muy crítica y beligerante con todo lo que no está en su particular esfera de pensamiento, pues él siempre ha sido muy crítico con los partidos que estaban en el Ayuntamiento, entre ellos el CDeI. Ahora, parece, que los escrúpulos y sentimientos de antaño los deja fuera para acomodarse en un partido que lleva dos legislaturas (y la próxima será la tercera) en la esfera política pozoalbense, el CDeI, en una decisión que, desde mi punto de vista, no se entiende para nada, por lo que siempre ha manifestado y vendido a boca llena él mismo.

Yo creo que para este viaje que ha tenido el partido “Pozoblanco en Positivo” no se necesitaba una fiambrera tan grande.

La política actual tiene demasiado ruido, hay demasiadas distracciones, donde las televisiones marcan las tendencias a seguir. Todo son luces y ruido, luces destellantes y ruido que nos ciega y ensordece.

Es raro que cada semana no haya una manifestación en defensa de algo, fichajes que cambian de camisa, la aparición de VOX, que ha sido una mosca incómoda para el resto de partidos con expresiones verbales vehementes. Y en medio de todo esto la colorida primavera, mes de festejos variados en nuestros pueblos.

Hay tanto ruido, vamos a tener tanto ruido, que no oímos nuestros propios pensamientos.

Quizás por eso, porque la política y la sociedad actual generan tanto ruido, es por lo que la nueva política es como es. Quizás la nueva política sea tan simple y simplificadora, tan sin argumentos, porque en medio del ruido todo o casi todo se enmascara.

Esa tendencia a que todo se vuelve rojo o azul, de izquierdas o de derechas, sí o no, es fruto del ruido, del exceso de información irrelevante que estamos continuamente recibiendo. Quizás por eso la nueva política va a auscultando más las sensaciones de la ciudadanía que sus razones. La nueva política va más de agitar que de serenar, de romper más que de unir. Y, quizás porque la esfera pública es una feria, tienen más éxito los que más llaman la atención, los que más chillan, los que más se mueven, los que más se prodigan, los que dan con el slogan más provocador.

La nueva política está llena de mensajes simples, falsos y exagerados, generando mucho ruido y pocas nueces, haciendo propuestas elementales sobre los que pidió el acuerdo o en desacuerdo.

Los partidos y los políticos nos podrán en medio de la disyuntiva de “estás conmigo o contra mí”. Para que asintamos o deneguemos con la cabeza.

Nos darán respuestas sin habernos dicho nada, sin un análisis de la situación económica, la verdaderamente importante, como si viviéramos en un mundo sin otras más importantes como, Diputación, Junta de Andalucía, Gobierno Central y Unión Europea. Y nos darán respuestas simples de blanco y negro sin datos contrastados de paro, deuda, presión de impuestos municipales, etc.

Vivimos tiempos muy revueltos, tiempos de mucho ruido, es la nueva política. Una política de feria, lejos del pueblo, si un contacto verdadero con los problemas del día a día.

Esta nueva política viene contaminada desde arriba, pues en poblaciones de un cierto número de habitantes, junto a los políticos que de buena fe tienen una loable vocación de servicio público, también hay un gran porcentaje de políticos que están en los partidos para satisfacer su afán de protagonismo y por el tema económico, pero casi nunca por ideales. A eso se le une la fuerte vanidad y la atracción por ocupar el sillón que vemos envuelve en muchas ocasiones al cargo público, esa misma atracción por el poder de jugar con presupuestos y partidas de concejalías que alimentan el ego humano, que se satisface con el mandar en algo de la esfera pública.

Empezamos la campaña de las municipales, y todos los partidos y políticos nos prometerán y prometerán para meter la papeleta correcta, pero después de metida, poco nos darán de lo prometido.


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