sábado, 12 de septiembre de 2015
Este domingo termina la causa de canonización de la hermana Juana en la parroquia de San Miguel
ANTONIO MANUEL CABALLERO
VILLANUEVA DE CÓRDOBA
El Obispado de Córdoba anunciaba días atrás la fecha para la clausura de la causa de canonización de la hermana Juana Menéndez Romero, Obrera del Corazón de Jesús, en su fase diocesana. Será este domingo 13 de septiembre, en la parroquia de San Miguel Arcángel de Villanueva de Córdoba y estará presidida por el Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández.
El acto jurídico de clausura dará comienzo a las 19.00 horas y posteriormente, a las 20.00 horas será la misa de acción de gracias.
Recordamos que fue el pasado 6 de mayo de 2014 cuando se inició la causa de canonización de la hermana Juanita.
EL TIFUS LA DEJÓ 40 AÑOS ENCAMADA
La hermana Juana (“Juanita”) Méndez Romero, obrera del Corazón de Jesús nació en Villanueva de Córdoba el 30 de enero de 1937, la tercera hija de una familia humilde y trabajadora. Su padre, enviudó muy pronto, quedando al cuidado de sus seis hijos; trabajó en una finca de la fundadora de las Obreras del Corazón de Jesús, Madre María Jesús Herruzo. Juana entró como interna a los 10 años en el Colegio de las Obreras de su pueblo natal. Comienza a sentir la llamada del Señor, manifestándose su especial gusto por el Sagrado Corazón de Jesús y Cristo Crucificado, y el rezo del Vía Crucis.
El 30 de octubre de 1950 comienza a manifestarse la enfermedad que la marcará durante toda su vida: tifus. Es muy grave el 2 de noviembre, hasta temer por su vida. Mejora poco a poco, aunque sin poder moverse de su cama, y su cuerpo queda marcado por la gangrena y las llagas, que la acompañarán hasta su muerte. En sus largos ratos de soledad y postración, comienza a profundizar en la oración y la meditación, la penitencia y el Vía Crucis, la lectura. Ofrece sus sufrimientos, penas y alegría para la salvación de todos los hombres, por el Papa, la Iglesia y los sacerdotes, y sigue con su vocación apostólica y misionera.
Vivía con paz y alegría, se sentí a feliz y disfrutaba de las visitas de otras niñas de la Residencia. Su vida estaba plenamente llena de sentido. En el año 1963 le proponen ser Obrera del Corazón de Jesús, su gran deseo desde la infancia. Tras solicitar los permisos oportunos por su enfermedad, es postulanta y novicia, tomando el hábito el 19 de marzo de 1964. Su timidez y su natural reserva no le impiden crecer en su formación religiosa y su intensa vida interior y de oración. El 19 de marzo de 1966 hizo su profesión solemne, integrándose plenamente en la Comunidad de Obreras de Villanueva de Córdoba.
Atiende a las visitas que quieren conocerla, dejando edificados a los que se relacionan con ella, especialmente por su paz y su sonrisa, dando consejos y avisos con su gran capacidad de escucha, tolerancia, atención y respeto. Es catequista de grupos de Primera Comunión de la Escuela Hogar y de la Parroquia.
En marzo de 1990 su salud empeora. El día 30, tras una transfusión, entra en coma profundo. Tras una aparente mejoría, falleció sin perder la conciencia y con gran serenidad a las 10.00 horas del 5 de abril, en presencia de la comunidad, su médico de cabecera y algunos familiares.
En su entierro, multitudinario, se leen unas notas que ella dejó preparadas: pide que nadie llore, porque está feliz junto al Padre y la Virgen, y da gracias por tantas personas que tanto han hecho por ella. Sus restos mortales fueron primero sepultados en el cementerio municipal de Villanueva de Córdoba, y luego trasladados a la Iglesia del Dulce Nombre de Jesús, en la Casa donde durante cuarenta años vivió su cruz unida a la de Cristo. En una capilla lateral, a los pies de un retablo con San José y Jesús Niño, su lápida lleva inscrita una de sus frases: “Quiero hacer de mi cama un altar desde el que con Jesús me ofrezca al Padre por un mundo mejor donde reine la paz y el amor”. Su tumba es frecuentada por fi eles que desean encomendarse a su intercesión. La vida de la Hermana Juanita estuvo marcada por el dolor físico vivido y es un testimonio para todos los seres humanos que se empeñan en buscar un sentido al dolor y al sufrimiento en esta época en la más bien se pretende huir del mismo, un ejemplo de felicidad y plenitud de vida en medio del dolor y la enfermedad.
VILLANUEVA DE CÓRDOBA
El Obispado de Córdoba anunciaba días atrás la fecha para la clausura de la causa de canonización de la hermana Juana Menéndez Romero, Obrera del Corazón de Jesús, en su fase diocesana. Será este domingo 13 de septiembre, en la parroquia de San Miguel Arcángel de Villanueva de Córdoba y estará presidida por el Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández.
El acto jurídico de clausura dará comienzo a las 19.00 horas y posteriormente, a las 20.00 horas será la misa de acción de gracias.
Recordamos que fue el pasado 6 de mayo de 2014 cuando se inició la causa de canonización de la hermana Juanita.
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La hermana Juanita falleció en 1990 y su tumba es frecuentada por muchos fieles.
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EL TIFUS LA DEJÓ 40 AÑOS ENCAMADA
La hermana Juana (“Juanita”) Méndez Romero, obrera del Corazón de Jesús nació en Villanueva de Córdoba el 30 de enero de 1937, la tercera hija de una familia humilde y trabajadora. Su padre, enviudó muy pronto, quedando al cuidado de sus seis hijos; trabajó en una finca de la fundadora de las Obreras del Corazón de Jesús, Madre María Jesús Herruzo. Juana entró como interna a los 10 años en el Colegio de las Obreras de su pueblo natal. Comienza a sentir la llamada del Señor, manifestándose su especial gusto por el Sagrado Corazón de Jesús y Cristo Crucificado, y el rezo del Vía Crucis.
El 30 de octubre de 1950 comienza a manifestarse la enfermedad que la marcará durante toda su vida: tifus. Es muy grave el 2 de noviembre, hasta temer por su vida. Mejora poco a poco, aunque sin poder moverse de su cama, y su cuerpo queda marcado por la gangrena y las llagas, que la acompañarán hasta su muerte. En sus largos ratos de soledad y postración, comienza a profundizar en la oración y la meditación, la penitencia y el Vía Crucis, la lectura. Ofrece sus sufrimientos, penas y alegría para la salvación de todos los hombres, por el Papa, la Iglesia y los sacerdotes, y sigue con su vocación apostólica y misionera.
Vivía con paz y alegría, se sentí a feliz y disfrutaba de las visitas de otras niñas de la Residencia. Su vida estaba plenamente llena de sentido. En el año 1963 le proponen ser Obrera del Corazón de Jesús, su gran deseo desde la infancia. Tras solicitar los permisos oportunos por su enfermedad, es postulanta y novicia, tomando el hábito el 19 de marzo de 1964. Su timidez y su natural reserva no le impiden crecer en su formación religiosa y su intensa vida interior y de oración. El 19 de marzo de 1966 hizo su profesión solemne, integrándose plenamente en la Comunidad de Obreras de Villanueva de Córdoba.
Atiende a las visitas que quieren conocerla, dejando edificados a los que se relacionan con ella, especialmente por su paz y su sonrisa, dando consejos y avisos con su gran capacidad de escucha, tolerancia, atención y respeto. Es catequista de grupos de Primera Comunión de la Escuela Hogar y de la Parroquia.
En marzo de 1990 su salud empeora. El día 30, tras una transfusión, entra en coma profundo. Tras una aparente mejoría, falleció sin perder la conciencia y con gran serenidad a las 10.00 horas del 5 de abril, en presencia de la comunidad, su médico de cabecera y algunos familiares.
En su entierro, multitudinario, se leen unas notas que ella dejó preparadas: pide que nadie llore, porque está feliz junto al Padre y la Virgen, y da gracias por tantas personas que tanto han hecho por ella. Sus restos mortales fueron primero sepultados en el cementerio municipal de Villanueva de Córdoba, y luego trasladados a la Iglesia del Dulce Nombre de Jesús, en la Casa donde durante cuarenta años vivió su cruz unida a la de Cristo. En una capilla lateral, a los pies de un retablo con San José y Jesús Niño, su lápida lleva inscrita una de sus frases: “Quiero hacer de mi cama un altar desde el que con Jesús me ofrezca al Padre por un mundo mejor donde reine la paz y el amor”. Su tumba es frecuentada por fi eles que desean encomendarse a su intercesión. La vida de la Hermana Juanita estuvo marcada por el dolor físico vivido y es un testimonio para todos los seres humanos que se empeñan en buscar un sentido al dolor y al sufrimiento en esta época en la más bien se pretende huir del mismo, un ejemplo de felicidad y plenitud de vida en medio del dolor y la enfermedad.
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