Editorial - 3 de diciembre de 2016

Vivimos en un país extraño. Aquí se conceden premios a gente que reniega de su país y de su gente. Y lo peor de todo es que se acepta y no pasa nada. Ya estamos acostumbrados y podemos con todo lo que nos echen.  Era el mes de septiembre del 2015. El director de cine Fernando Trueba recibía el Premio Nacional de Cinematografía en San Sebastián. En su discurso, el cineasta madrileño afirmaba “nunca me he sentido español, ni cinco minutos de mi vida”. El buen hombre no se ha sentido español. No hay que sentirlo para serlo. Los idiotas jamás se sienten idiotas  pero lo son.

La cosa no quedaba ahí pues también apuntaba que aceptaba el premio porque el dinero le iba a venir muy bien.  La gente asistía atónita a un hecho vergonzoso de un desagradecido que humillaba a los que estaban dándole un reconocimiento y mucha pasta. Las películas de Fernando Trueba han recibido del Estado más de cuatro millones de euros en concepto de subvenciones a la amortización. Fastidia que un tipo que vive de las subvenciones de España diga estas palabras.

Ya desatado Trueba soltó otra perlita; “En una guerra contra España siempre iría con el enemigo”. El ataque no podía ser más duro aunque continuaba; “Qué pena que España ganara la Guerra de Independencia. Me hubiera gustado que ganara Francia” decía el premiado dejando sin respiración a los allí presentes y a los que lo escuchábamos por la radio.

Trueba no merecía ni merece  ningún respeto con estas palabras. Aunque exista la libertad de expresión, es cínico recibir un premio y decir eso a los que te han premiado. Además apuntaba que cuando juega la selección siempre quiere que pierda España.

Después de todo esto pasó lo de siempre. Los medios hicieron  eco, la gente se contentaba contestándole, y el mundo real siguió  alejado de sus pies porque él seguiría recibiendo subvenciones, como así ha sido. Le importaba un pimiento lo que le decían. Estas personas están tan idolatradas de sí mismos que piensan que el mundo les pertenece. Recientemente ha estrenado la película ‘La Reina de España’. Y lo que no esperaba es que los españoles le contestaran como lo han hecho; ignorándole y pasando de su película. Y entonces, ha aparecido el Trueba en estado puro manifestando; “Atacar a una película como la mía es atacar al cine español y atacar al país”.  ¿Ah, pero tenía usted país? ¿Cuál? No se está atacando a nadie. Al cine se va o no. Es libre acudir a la sala. No sé dónde ve el problema de que la gente no vaya a ver su película. Yo no voy a ir. Ni la veré cuando la echen en la tele.


Señor Trueba, si usted  no se siente español. ¿Cómo que: “atacar al cine español y al país”? ¿Se queja usted de atacar al país? ¿No le parece un ataque al país decir que no se ha sentido español ni cinco minutos de su vida? ¿No le parece un ataque al país declarar que en una guerra iría con el enemigo? ¿Las subvenciones se las dan a usted los franceses o los enemigos que irían en guerra contra España? El problema de este país es que todo es política y todo es dinero. Nos debe horrorizar que nuestros hijos en vez de encontrar la cultura, encuentren política. Por todos lados. En la vida no todo es política. Algunos intentan sintetizar la vida solo con la política. ¡Qué no! Que por delante de la política está la dignidad independientemente de los colores. Y no es digno que un señor que recibe un premio se burle del que se lo da. Como decían los antiguos, “el que se lo lleva fácil, ni lo merece ni lo agradece’. Así es. Subvenciones por aquí, subvenciones por allá. Y a vivir. El dinero es el problema de nuestra sociedad. Lo tienen los que recaudan nuestros impuestos. Lo malo es que se lo reparten a gente que no lo merece.  Y lo sabemos. Lo sacan del sudor de todos los españoles y se lo dan  a gente que no solo no lo agradece ni sino que se ríen de nosotros por habérselo dado. Así nos va.



Página 2 del Semanario La Comarca nº 92 (03/12/2016).

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