sábado, 18 de marzo de 2017
Cuestión de humanidad
EMILIO GÓMEZ
(Periodista)
El mundo inició hace unos años la OPERACIÓN RENOVE. Se creó un mundo dominado en muchas ocasiones por los contratos basura, por la obsesión de las redes sociales, por las tonterías y pamplinas del momento. Todo globalizado donde nos dominan con un mundo de diseño. Pero la pregunta es; ¿quién hace el diseño de nuestras vidas? Sabemos que viene de arriba pero no sabemos quién está allí.
La tendencia es quitar de en medio las cosas que había. Todo ha de variar y reciclarse. Está bien cambiar si lo que se crea es mejor. Pero no se crea. Todo viene enlatado, creado y listo para consumir. La realidad es que consumimos lo que nos dan. No nos dejan una puerta abierta a la creación.
Hace unos años se hacían películas del futuro en las que se veía a seres humanos convertidos en robots. En eso nos han convertido en cierto modo. Compramos en los mismos sitios, las mismas cosas, vemos los mismos programas, entramos en las mismas páginas de internet y nos guiamos por lo que nos dicen.
La economía solo entiende de grandes empresas en la ciudad, grandes explotaciones en el campo. En definitiva grandes urbes que sean rentables al dinero. ¿Y el sentimiento? ¿Y el sentimiento de pertenencia de donde naces y te crías? Los sentimientos están desapareciendo. ¿A cambio de qué? A cambio del dinero. Lo cambiamos todo por él. Cambiamos nuestra tierra por el dinero, nuestra forma de vida, nuestra forma de amar, nuestra locura, nuestros proyectos de vida. El dinero no es sentimiento. El dinero no es creación. La gente persigue al dinero creyendo que con él lo tendrá todo. Hay gente que muere sin dejar nada en los demás. Solo peleó con los demás por tener más dinero que ellos. Eso es fracaso. También fracasa quien quiere imponer su ideología, quién rechaza las creencias de los demás, quién quiere formar una revolución en las cosas donde no es el dueño.
El mundo ha dejado de crear porque los seres que crean están atados, comprados y anestesiados por las máquinas y los modos de actuar que le imponen. Los seres que crean, somos nosotros. Los humanos, no los robots en lo que nos han convertido. Hablaba el otro día con el presidente de OLIPE y le decía que antes había miles de escenarios en cada pueblo. Tantos como casas o como cortijos, si era en el campo. El escenario era el sitio donde la gente se reunía por la noche después del trabajo. Allí se juntaban los vecinos del campo para cantar, para hablar y crear. ¿Qué escenario hay ahora? Un mismo escenario para todos. ¿Qué legado vamos a dejar? Cada vez menos. La vida compartida es una colección de pequeñas historias. La global (la que estamos viviendo) es una para todos. Igualita. No se distinguen las cosas ni las personas.
Los pueblos han decaído con este modo de vida. La despoblación es una constante. Un pueblo debe ser siempre el centro de una intensa vida social. El otro día alguien decía en la radio, que sin darnos cuenta vamos perdiendo cosas. Y es verdad. Hubo un tiempo, en los años 80 donde, en pleno verano, había una vuelta ciclista que recorría la comarca de Los Pedroches organizada por unos locos entusiastas. Estaba considerada como una de las pruebas más duras del mundo. También un equipo de fútbol que metía a 4.000 aficionados en el ya desaparecido Virgen de Luna. Más tarde un equipo de balonmano que estaba en Liga Asobal que era la mejor liga del mundo. Eso en deporte pues en lo social había una vida en la calle tremenda con mucha bulla, venta y ambiente. Hasta cinco corridas de toros había en Feria. Años en que los pueblos crecían. Las zonas centro eran de comercios, de negocios. Se compraba en el comercio de barrio. Se iba al carpintero de la calle, al herrero. Ferretería, panaderías, zapaterías... Cada comercio tenía una idea y esa es la que proyectaba para la venta. Se sumaban miles de ideas. Hoy la idea es comprar en el mismo sitio. Antes había más alegría. Hay miedo. Todo es cambiante. La fantasía de los 80 y parte de los 90 desapareció. Todo es efímero pero no tenemos parte en ese cambio. Nos lo dan cambiado todo.
Los individuos se han creado posiciones idénticas a partir de la multitud de informaciones y sensaciones que han recibido. Nunca la suya propia. Estamos teledirigidos. La cultura mediática nos ha borrado lo nuestro, lo particular, lo sencillo, lo válido. Y no nos damos cuenta o no queremos darnos cuenta. Cada vez menos nuestros conocimientos proceden de sabidurías tradicionales. Le hemos dado la espalda al tiempo. ¿Y qué dejaremos? Las cosas no se hacen en un día. Nuestra comarca, por poner un ejemplo, se ha hecho a lo largo de los años, no en un solo click. Y es que como todo ahora parece hacerse en un solo click. El mundo no cambia. Lo intentamos cambiar nosotros sin éxito. El mundo es mundo desde que existe. Por él han pasado pintores, actores, filósofos, médicos. Es por ello que me parto de risa con aquellos que dicen que estamos en una nueva época de cambio. Nos creemos más civilizados y creo que cada vez lo somos menos y hacemos cosas menos interesantes. Y mi razón está clara: “cada vez tenemos menos humanidad”.
No hay comentarios :
Publicar un comentario