Inteligencia emocional o habilidad emocional

RAFAEL MUDU
(Psicólogo Sanitario ASNC)

Largo y tendido se habla últimamente de la inteligencia emocional. De quién la tiene y quién no. Sin embargo, el otro día hablando con una compañera de trabajo, llegamos al acuerdo de que era más interesante hablar de habilidades emocionales que de inteligencia emocional.

Hablar de habilidades, nos trae la imagen de ciertas formas de hacer las cosas que se pueden aprender. Por el contrario, hablar de inteligencia, nos da imagen de algo que se tiene o no, que se nace o no con ello.

Así que, ella y yo, preferimos quedarnos con la idea de habilidades emocionales y ponernos en marcha con la práctica de estas habilidades. ¿Te apuntas? Para comenzar con nuestro aprendizaje, te propongo que empecemos a practicar, cada día estas tres nuevas habilidades:

Habilidad 1: ¿emociones o pensamientos?

No son lo mismo, no. ¿Ah, ya lo sabías? Pero las distingues en tu día a día. Ejem: “Tras una dura semana de trabajo ¡estoy harto, no puedo más!. ¿Esto es una emoción, no?. ¡Pues no, esto es un pensamiento!

Las emociones son sensaciones y respuestas fisiológicas de nuestro organismo que se acompañan de forma inmediata con una interpretación mental, es decir una idea. Pero, también funcionan al revés. Ciertas ideas o pensamientos, pueden provocar respuestas fisiológicas, que a su vez volveremos a reinterpretar con un pensamiento. ¿Parece complejo? ¿Entonces qué es lo que tenemos que aprender?

Lo que tenemos que aprender es simple de entender, pero, como todas las habilidades, necesita de tiempo invertido en practicar: Queremos aprender a darnos cuenta de la diferencia entre mis sensaciones y respuestas físicas y los pensamientos que he tenido justo antes de ellas y justo después.

Cuando lo tengas, sin prisas y sin pausas. Pasa a la siguiente habilidad. Recuerda que es más eficaz aprender una cosa cada vez.

Habilidad 2: no eres tus emociones.

Ya que te has dado cuenta de que tus emociones son esas experiencias fisiológicas combinadas con pensamientos automáticos como reacción a una situación presente en este momento o traída al presente aunque no lo esté, podemos continuar con lo siguiente.

¿Alguna vez te ha pasado eso de ir por la calle, recordar algo gracioso y de repente sonreír solo? Seguramente sí. Pero también pasa con algo triste o nostálgico o ansiogeno, ¿verdad?. Está claro que lo que estas sintiendo en ese momento, tus reacciones fisiológicas de ese momento son reales. Pero los pensamientos anteriores a ellas (algunas veces ni siquiera te has dado cuenta de ellos) y las interpretaciones de esas respuestas fisiológicas que haces inmediatamente, pueden no ser del todo exactas. O incluso erróneas. Nuestro cerebro nos da interpretaciones de estas respuestas que sean coherentes con el momento en que vivimos en el presente. Pero no siempre están relacionadas con lo que las originó.

Por lo tanto, esta segunda habilidad, será poner en juicio estas emociones, ver que aunque están en mí, puedo estar o no de acuerdo con ellas. Y por lo tanto, puedo o no ignorarlas; puedo darles más o menos puntuación en intensidad e importancia; puedo poner otras en su lugar (por ejemplo haciendo por recordar algo divertido. Ya hemos dicho que funciona en las dos direcciones); o ver que en este momento no son eficaces para lo que hago y dejarlas correr.

Habilidad 3: pensar con claridad.

Las reacciones emocionales negativas, que son las que nos suelen dar la lata; nos indican la presencia de una amenaza. Una vez reconocida la emoción, pregúntate: ¿Cuál es el peligro? ¿Se trata de una amenaza real o imaginada? La mayoría de nosotros hemos tenido reacciones emocionales fuertes ante situaciones que más tarde entendimos no eran reales o no eran tan importantes o tan peligrosas.

Puede ser que la amenaza incluso no sea presente, sino pasada o futura. ¿Pero nada del pasado, o del futuro puede matarme ahora, no? ¿Estoy seguro de que lo que veo como amenaza futura, tendrá lugar sin duda ninguna? ¿O sólo hay cierta probabilidad de que ocurra y otra tanta de que no?

La mente no distingue por sí sola entre lo real y lo imaginado (por eso podemos pensar en una playa del Caribe y relajarnos). Por lo tanto tenemos que entrenarnos para pensar y responder adecuadamente al presente.

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