sábado, 3 de diciembre de 2016

Los últimos testigos

ARTURO LUNA BRICEÑO


Pocas comarcas pueden presumir de tener documentada en imágenes la época en la que España dejó atrás las industrias rurales y sus oficios para entrar de lleno en los tiempos del desarrollo que llegó con la democracia y la Constitución. Y digo esto porque leo en el SEMANARIO LA COMARCA que en el Mirador del Silo se ha presentado, en acto póstumo, el libro que el difunto Manuel Moreno Valero escribió sobre las industrias textiles en Pozoblanco. No he leído el libro, pero si la crítica que de él hizo Miguel Cardador, y como era de esperar la mayor parte del libro está enfocada a la Fabrica de los Muñoces, donde desarrollaron su vida laboral la familia del autor. A mi esta fabrica textil nunca me ha llamado la atención para historiarla, seguramente porque de niño fui una mañana a un cercado próximo a la fuente del Chorrito, donde había aparecido descerrajada y desvalijada la descomunal caja fuerte de la fábrica. Me llamó la atención que para portearla hasta allí debieron de saltar varios muros de cerca y debía de tener el cofre más de media tonelada de peso. Después tuve conocimiento de los malos tratos que sufrieron los que fueron acusados del robo. Acciones que prohibió el Sr. Fuentes, Juez de Primera Instancia en Pozoblanco. Conocí a Sr, Fuentes, con el tiempo, por la amistad que tenía con mi padre y cuando era Magistrado en Toledo, a raíz de un robo frustrado que una banda quiso hacer de unos cuadros del Greco.



Creo que no encontraron culpables del robo de la caja, pero lo que si quedó claro que así acabó la industria textil en Pozoblanco. Quedó otra fábrica mucho menor en la Carretera de Villanueva de Córdoba, unos telares mecánicos en una casa de la Calle Mayor, donde hoy está el Hotel de los Godos y dos talleres artesanos situados en la Calle Barranco y la Calle Herreros.

Ha prologado el libro un profesor de la Universidad de Huelva, que como los historiadores locales del siglo XIX y principios del XX en Pozoblanco ha exagerado una industria, que según el Catastro de Ensenada, eran los artesanos, tejedores, tundidores y tintoreros los que menos sueldo recibían en la Comarca. Y lo que es peor, asegura que hasta 1.981 en que la Obra Cultural del Monte de Piedad de Córdoba publica la tesis doctoral de Juan Ignacio Fortea, nadie había estudiado la industria textil de Pozoblanco.



Siento contradecirlo, porque en 1.969 acompañando en una entrevista a un periodista de “Informaciones” conocí a Ana María Vicent, Directora, hoy fallecida, del Museo Arqueológico de Córdoba. Por aquel tiempo yo era guionista de los Programas de Teleclub de TVE: “No estamos solos” y

“Ventana abierta”. Ana María me habló de crear un Museo Etnográfico en Córdoba como el que se había inaugurado en Sevilla. Me gustó la idea de Ana María y decidí colaborar con ella. Le hablé de los talleres textiles de Pozoblanco y los últimos testigos que quedaban. Hicimos un estudio histórico y técnico de los talleres textiles de los Pedroches. Su origen y desarrollo y recuperamos un taller completo. Compuesto de telares de bayetas, telares de medias bayetas, taller de hilados con todos su componentes, piezas de los tintes, técnicas del beneficiado de la lana desde su obtención, esquiladores, lavado con confección de jabón de ceniza, escarmeneado de las lanas y cardado de las mismas. Un taller completo, que a juzgar por los desgastes que los roces de los hilos habían hecho en las maderas del telar y la información del artesano se fecharon en el siglo XVI. El informe, del que guardo copia, fue entregado al Ministerio de Educación que decidió adquirirlos, pero con la intención de que fueran destinados al Museo Etnográfico de Sevilla, pero Ana María consiguió que que se quedaran en Córdoba para al futuro museo, y añadió una condición, si un día Pozoblanco quisiera hacer un Museo se devolverían a su lugar de procedencia. Hoy los telares duermen el sueño de los justos en un almacén que la Delegación de Cultura tiene en un polígono de Córdoba.



Yo escribí un guión para un documental, que no se pudo hacer en Tele Club porque desapareció por esas fechas. Arturo Ruiz-Castillo, el director de Teleclub, pasó el proyecto al Departamento de Culturales de TVE y en 1.972 comencé a dirigir y escribir la serie “Oficios para el recuerdo” y este documental fue de los primeros en rodarse y se emitió con el titulo de: “Tejedores de la Mesta”. Tras su emisión, como los otros doce de esa primera entrega, fueron seleccionados por la Universidad Internacional de TV. (URTI) como serie a proteger. Hoy es documental base de las semanas culturales que organiza sobre la historia de los textiles en España, el Museo Nacional del Traje. Y forma parte de las videotecas de todas las sedes del Instituto Cervantes, y lo mismo en la Fundación Alejandro Malaspina, para Oceanía. Y se encuentra para el estudio de las costumbres de España en todas la Embajadas.

Curiosamente la Biblioteca Municipal de Pozoblanco ha adquirido series de TVE como “Verano Azul” y otras parecidas, pero no lo ha hecho con los 78 documentales de “Oficios para el recuerdo” de los cuales 52 de ellos o están rodados en su integridad o parte de ellos en Los Pedroches.


Será porque no tendrán interés en conocer como eran los últimos testigos de las industrias rurales de Los Pedroches, que ni tuvo fama por la calidad de sus lanas, ni llegó a ser lo que se dice porque no tenían batanes para refinar los paños que tejían. Ni tampoco fueron declarados en tiempo de Felipe II con el título de Real Fábrica de Paños, y por tanto no tuvieron acceso a las lanas merinas de la Mesta y el número de telares por villa fue limitado. Una historia que ha sido contada por nosotros e interpretada por los últimos testigos de una lucha por sobrevivir en una tierra ingrata y dura. Así es la vida.




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