Pozoblanco, tierra de pan coger y de pan llevar

ARTURO LUNA BRICEÑO


Que en Pozoblanco dos de los faros de la cultura lleven el nombre de Teatro El Silo y de Cine Pósito no es una casualidad, el hecho delata cual fue durante siglos su principal industria: La harina.

El Concejo de Pozoblanco, al numerar las tierras de labor, declaraba en el Interrogatorio del Catastro de Ensenada lo siguiente: “A la novena pregunta dijeron que las medidas de tierra que se usan en esta villa es la fanega y cada una se compone de noventa y seis varas castellanas en cuadro que hacen por mayor nueve mil doscientos diez y seis varas cuadradas, y cada fanega tiene doce celemines y cada una se empana”. (Empanar quería decir que todas estas tierras se sembraban)

Las había de primera calidad, de segunda y de tercera. Que se sembraban con intermitencia de dos años, cinco, diez y quince. Esta calidad estaba relacionada con la distancia en que las tierras estuvieran del pueblo. Si para acudir a ellas había más de una legua de camino los yunteros tenían que utilizar más de media jornada para ir y volver de ellas. El caminar que hacían para acceder a los tajos era muy lento porque araban con yuntas de bueyes que a la vez tiraban de las carretas en las que llevaban las semillas y los aperos de labranza.



Los que se dedicaban a las labores del campo se declaraban de dos formas diferentes: Labrador por mano ajena y Labrador por su mano. Los primeros eran los terratenientes que no labraban sus tierras; las alquilaban, las daban en aparcería o contrataban a los yunteros para que lo hicieran. Y los que trabajaban por su mano eran los yunteros. Uno de los gremios más numerosos de Pozoblanco en el siglo XVIII que tenían organización propia y ordenanzas. Y debían de pagar el impuesto más injusto que ha habido en la historia de España: El voto de Santiago. Limosna obligada que todos los yunteros del Reino tenían que abonar, en especie o en moneda, a la Catedral de Santiago de Compostela: ”La primicia que pertenece a los curas de esta villa que es en llegando a diez fanegas de trigo y de cebada media de cada especie lo que exponga con el título del voto del Señor Santiago a su Santa Iglesia que es una cuartilla de trigo”.” El voto del Señor Santiago importa de un año con otro ochenta fanegas de trigo, de cuya especie se cobra solo en esta villa”.



Durante siglos el gremio de yunteros ejerció su oficio contratándose como asalariados, aparceros o a porcentaje en la cosecha, contrato muy común que se hacía con las tierras propiedad de la Iglesia, a las que se denominaban también “tierras de la mano muerta”, porque todas ellas o pertenecían a Capellanías o se habían dejado en herencia para que se dijeran misas. Manuel Luna Rivera, en el Informe Fraser narra cómo estaban organizados los yunteros en los años de la Guerra Civil: “No fueron incautadas las propiedades de las personas no detenidas. En tal caso se encontraba la mayoría de los hortelanos y los pequeños propietarios. Desempañaron un gran papel los propietarios de pequeñas fincas que poseían una yunta, y que casi todo el año se habían dedicado a dar obradas en el campo por cuenta ajena, ya que el cultivo del terreno propio era terminado rápidamente. 



Estos pequeños propietarios y los obreros agrícolas que tenían sus yuntas para trabajar en ellas, integraron la Agrupación de Yunteros, que fue la encargada de realizar todas las operaciones de cultivo en las fincas incautadas y no incautadas del Municipio”. ”Los yunteros ganaban quince pesetas diarias, y recibían igualmente los alimentos del Comité, también descontando su precio del jornal. Pero recibían además gratuitamente la ración suficiente de cebada y paja para la yunta”.



Las cosechas, en el siglo XVIII, se guardaban, una parte en las casas, otras en el Pósito, que era un edificio anterior al que hoy conocemos y estaba en la Calle de Jesús a la Columna, este grano era administrado por el Concejo que lo vendía en la Alhondiga, que estaba en la Plaza de Juan Ginés de Sepúlveda, plaza que siempre tuvo, hasta que desapareció, el nombre de Plaza de la Alhondiga.(Edificio público en que se verificaba la compra y venta de trigo). El Pósito tenía siempre una reserva de trigo para abastecer al pueblo en años de escasez y guardaba otra porción como reserva de simiente. El voto de Santiago se recogía en la ermita de San Bartolomé. 


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