sábado, 25 de junio de 2016

De heridas y carreras de obstáculos

EMILIO GÓMEZ
(Periodista)



Las heridas mal cerradas son las que se abren cada día. Una herida se cierra si le das su tiempo y sobre todo si te olvidas de ella. Si continuamente piensas en quien te lo hizo, estás dando tu vida a la persona que te lo hizo por lo que te gana cada día. Por eso la cosa va tan mal. Mucha gente se pasa media vida martirizado con el que se la lió, con el marido o la esposa que se separó, con el competidor al que llega o al que se le aproxima.

Hay que ser uno mismo y olvidarse de los demás para esas cosas personales. Y hay que ser muchos y contar con los demás para lo que realmente importa. Y es que vivimos en una vida donde hay mucho engaño. Es como un laberinto lleno de trampas, de falsedades, de callejones sin salida. Decimos mucho que se han perdido los valores y sobre todo la confianza. Si no confías con el compañero de trabajo malamente puede haber una buena relación. Lo mismo pasa con el amigo, la pareja, el vecino y demás. No confiamos en nadie porque el engaño no está penado como estaba antes en donde la palabra valía lo que el tío que la decía.



Hoy no pasa eso y es que alguien debería explicar que vale la pena llevarse bien para crear un mundo mejor y tener paciencia con el amigo, con la pareja, con los padres, con los hijos. Eso nos falta. Nos comemos nuestras propias ilusiones por querer llegar antes. Y la vida es como un camino de los kilómetros que tienes que recorrer pasando por los mismos sitios que todos, corras o no corras, y de esos sitios tienes que sacar partido. La vida en el colegio, luego en el instituto o en la F.P, los primeros amigos, los primeros amores, la locura adolescente, el carné de conducir, la estabilidad primera que no es real, la hipoteca, los hijos, la fiesta que se acaba, cumplir años y no darte cuenta de que el camino lo llevas avanzado… en fin, sitios por los que pasamos todos. Unos pasan en Mercedes por ese camino de todos que es la vida (la Nacional V1) y otros pasan como pueden pero no se crean que el del Mercedes es más. Solo va más cómodo pero tiene el mismo trayecto, los mismos problemas y el camino se le termina igual. La vida no son las cosas materiales. El que más dineros tiene es el que menos cosas importantes suele tener, por eso solo busca eso. Los que más se quejan del trabajo suelen ser los que menos trabajan. Los que se pegan golpes en el pecho son porque tienen un corazón duro y son más egoístas por eso no le duelen sus golpes. Los que dicen que nunca mienten son los más mentirosos de todos. “Hay que conformarse con lo que uno tiene” y pasar de lo que tengan los demás. Hay que querer lo que a uno le toca.



La vida pasa entre intento e intento.. La vida es un camino de tierra que tenemos que andar y en ese camino van saliendo amigos, amores, los hijos…esas son cosas maravillosas pero nos perdemos en mirar al grupo que va delante de nosotros para adelantarlos. No nos podemos perder en tonterías que no vienen a cuento pues la vida pasa entre intento e intento.

Tratamos de ser felices con estrategias torpes, guiados por el entusiasmo materialista de nuestro tiempo. Dicen los psicológos que estamos cada día más locos y puede ser porque hemos dejado la sencillez. No somos ya seres sencillos y humildes. Eso es de pobre dicen ahora. Todo lo contrario. La humildad es riqueza. La soberbia es pobreza. Cambiamos los conceptos y es que a las generaciones que vienen los volvemos locos. Nada es lo que parece. Decimos para nuestro consuelo, si volviera a nacer, a iniciar el camino. Volveríamos a tropezar con la misma piedra. El camino del que hablamos que recorremos es el mismo de siempre. Cambian las personas que lo hacen, el camino sigue siempre ahí. El problema es que hacemos el camino cargados de todo y eso nos hace ir más pesados, más lentos y menos felices.

La vida que hemos hechos tiene la medida para el fullero, para el timador, para el pendenciero. Ahora nadie se hace rico siendo honrado. Ahora se hacen ricos los avispaos. Pero son ricos de dineros solamente. Hay que sentir la vida como una carrera de obstáculos que hay que ganar sin perder la sonrisa. Y conviene ir ligeros para hacer el camino sin arrollar pues estamos dejando el camino para los que vienen detrás que no van a poder ni pasar.


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