Refugiados

JOAQUÍN DOMÍNGUEZ GUIJO

Según se manifiesta en la Convención de Ginebra, un refugiado es una persona que puede ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, que se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él. El refugiado goza de un derecho reconocido en la legislación vigente a la protección internacional porque su vida corre peligro en su país de origen.

La dictadura del mandatario sirio Al Asad y el terrorismo islámico están provocando la salida masiva de refugiados de Siria, un país que se desmorona a marchas forzadas a poca distancia de un continente rico como es Europa. Serán más de 120.000 las personas que acogerá la Unión Europea. Gentes que abandonan su lugar de origen porque temen por sus vidas o las de los suyos. Personas con el drama y el horror en los ojos: los niños miran como adultos y los adultos lloran de impotencia como niños, con las manos vacías, sin recursos, ciegos para todo aquello que no sea su esperanza o su sino. Todos saben que ésta es para ellos una oportunidad única y que el “próximo tren “ tal vez les obligue a tomar más riesgos.

Se plantea que esta alta cuota humanitaria sea repartida entre los veintiocho países miembros de la UE en proporción a su población y a su potencial económico, aunque algunos países del este del continente( Hungría, Polonia, Rep. Checa y Eslovaquia) se oponen a esta solución. Así pues, casi la mitad del contingente migratorio será absorbido por Alemania y Francia, siendo España con más de 15.000 inmigrantes asignados, el tercer país en número de personas acogidas. Los alemanes ven en la llegada de estos refugiados una oportunidad para subsanar las crecientes deficiencias de su mercado laboral, centradas en la falta de población en edad de trabajar. Son varios los economistas y expertos alemanes que han asegurado que la llegada de sirios puede suponer la salvación del “estado de bienestar” en Europa.

Podríamos demostrar, sin temor a equivocarnos, que nuestro país es tradicionalmente el primer país europeo en acogida, dada nuestra situación estratégica como país puente entre dos continentes y zona de paso entre el Mediterráneo y el Atlántico. Más del 10% de la población española ya es extranjera. Somos un país solidario y ello nos lleva a imponernos la necesidad moral, política y legal – según los dictados de la Convención de Ginebra – de acoger. Pero ante la situación que se nos plantea en la actualidad hemos de considerar serenamente y con cordura los riesgos que asumimos.

En primer lugar tenemos que plantearnos que el número de personas no quedará solo en 15.000 acogidos sino que se producirá el “efecto llamada “ dado que, con toda seguridad, los acogidos en nuestra tierra llamarán a sus paisanos, familiares y amigos para contarles las excelencias de lo nuestro y a estos miles se seguirán uniendo muchos más, si ello no se remedia a tiempo.

De otra parte, hemos de contar con la posibilidad de que entre las personas acogidas puedan figurar infiltrados terroristas islámicos. Está claro que todos los refugiados no son terroristas pero no sabemos cuántos terroristas pueden pasar a nuestra patria. Se impone pues la necesidad de hacer un análisis pormenorizado de las personas que recibamos teniendo presentes en todo momento su adscripción político-religiosa, su nivel de formación, su historia familiar y personal… poniendo en juego no solo nuestro corazón sino también nuestra cabeza, haciendo las cosas con serenidad y cordura para procurar que estas personas puedan integrarse en nuestra sociedad sin sufrir ningún tipo de traumas, pudiendo disfrutar de unos niveles mínimos de bienestar en un país en el que padecemos altas cotas de paro con muchas familias que viven en el umbral de la pobreza. A pesar de esta alarma, hemos de comentar que parece ser que los sirios que huyen son, en buena medida personas con formación, anteriormente personas de clase media y con recursos. Esto será garantía de una mejor integración.

Los artículos 12-30 de la Convención de Refugiados especifican los derechos que corresponden a éstos una vez que hayan sido reconocidos como tales en los términos de la Convención. Deben recibir el mismo trato que los nacionales en lo que respecta a los siguientes derechos :

  • Práctica libre de la religión y educación religiosa. 
  • Libre acceso a los tribunales de justicia. 
  • Acceso a una Educación Básica. 
  • Acceso a la asistencia y socorro públicos. 
  • La protección que brinda la Seguridad Social. 
  • El derecho a conseguir un empleo remunerado. 
  • El acceso a la vivienda. 
  • El derecho a desplazarse sin restricciones dentro del país. 


La situación actual supone un reto para la U.E. que debe mostrarse capaz de dar una respuesta eficaz y solidaria a la llegada de estos refugiados o no será una potencia civil humanitaria. La reubicación de refugiados se va a financiar con presupuesto comunitario : 780 millones de euros que permiten un desembolso de unos 5000 euros por cada refugiado reubicado. Luego cada país tendrá que hacer frente a otros gastos relativos a la acogida y la atención al refugiado.

El sistema tradicional de protección a los refugiados está colapsando porque hemos de tener presente que esto no ha hecho más que comenzar. El reparto de la carga de refugiados que se está planteando es “ pan para hoy y hambre para mañana” y los refugiados seguirán entrando “ sí o si ” a pesar de toda la oposición que se les pueda plantear. Se impone ya arreglar el tema de fondo con nuevas alternativas y nuevas propuestas, asumir la realidad y reaccionar con inteligencia, para evitar que este fenómeno no nos supere y que algún día nos pudiéramos convertir en extranjeros en nuestra tierra. Tanto la O.N.U. como los gobiernos de los países deben adoptar medidas que promuevan la adaptación y repatriación de los refugiados para evitar concentraciones en los países industrializados, así como los destellos de discriminación y racismo por parte de los ciudadanos en contra de estos grupos, que lo único que buscan es sobrevivir en un sistema democrático. Es hora ya de empezar a trabajar por los caminos que pueden llevarnos a atacar las causas que originan este fenómeno interviniendo en el Norte de África y en los países de Oriente Próximo en el marco de una posición única entre los países más desarrollados del planeta.


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