Concha Velasco triunfó en El Silo contagiando al público con las emociones de Juana de Castilla

ANTONIO MANUEL CABALLERO
POZOBLANCO


Ver de nuevo a Concha Velasco en el escenario del Teatro El Silo de Pozoblanco fue una extraordinaria suerte el pasado viernes 29 de septiembre.

La mítica actriz, a sus 77 años, contagió al público con las emociones, alegrías, llantos, amor convertido en maltrato e ilusiones desvanecidas por los entresijos de la Corte castellana en el papel de la Reina Juana, Juana de Castilla. La cantidad de registros que a lo largo de la obra realizó, el sobrecogimiento que alcanzó al público y la grandeza de llenar el escenario durante más de hora y media en soledad es algo reservado a las grandes y grande ha demostrado ser Concha Velasco.

Al término de la representación y todavía conmocionada por el papel del que le costó salir unos minutos ya sin ser Juana la Loca sino Concha Velasco recordó a los espectadores que estaba muy contenta por volver a Pozoblanco, año y medio después, y a este Teatro y explicó que después de tres años de gira se acercaba su final, si bien aseguró que esperaba volver, si la salud se lo permitía con otra obra. Si ya desde el primer minuto se había ganado al público ese diálogo con el publico hablando por ejemplo del rico jamón de Los Pedroches, del que confesó que se iba a comer un bocadillo en el hotel fue un broche magnífico.


Uno de los aplausos más largos de los que se ha escuchado en el teatro/SÁNCHEZ RUIZ


El argumento arranca con la confesión de Juana I de Castilla ante el padre Francisco de Borja la noche anterior a su muerte. A partir de ahí la monarca va desgranando los momentos más importantes de su vida, mientras en su divagar induce al espectador a recorrer una buena parte de la Historia de España.

En este gran flashback la reina alza la voz con lucidez contra todos aquellos que la llevaron al destierro convirtiéndola en una sombra: primero su marido Felipe “el Hermoso”, después su padre, Fernando “el Católico”, que la recluye en Tordesillas, y, finalmente su hijo Carlos V, que la ignora. Todos ellos la hicieron pasar por enajenada para poder incapacitarla en sus funciones y dar rienda suelta a sus ambiciones.

Concha Velasco no llenó el teatro El Silo el pasado viernes. /SÁNCHEZ RUIZ


Con texto de Ernesto Caballero y dirección de Gerardo Vera, vimos a una Juana apasionada, rebelde y transgesora, aunque haya pasado a la historia como loca, adjetivo que Concha Velasco prefiere no utilizar. Estuvo ensayando por la tarde en El Silo, un ejemplo de su profesionalidad, y recordamos a sus 77 años.

Al final, uno de los aplausos más prolongados de los que hemos escuchado en nuestro Teatro. Que no se llenara es algo inexplicable. 


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