Juanfra y la trama de los afectos

EMILIO GÓMEZ
POZOBLANCO 


Voy a explicar que el teatro sirve para vivir y ser de otra forma. Juanfra Leal es uno en la vida y otro en el escenario. Este chaval (ya grande) es alegre pero tímido y nunca había destacado por ser un buen comunicador. O eso creíamos. En sus conversaciones diarias dice palabras que no tienen mucho sentido. Saltándose verbos y entonaciones. Mi hermano lo llevaba a las retransmisiones de fútbol y era Juanfra ‘El breve’ pues decía lo justo. Quería terminar su intervención rápido pues como él decía “ya no sabía lo que estaba diciendo”. 



Hace un tiempo lo vi en “La Taberna Fantástica” y me fascinó la interpretación de su papel. Una obra que al final nos dejó ‘mariposas en el estómago’. También lo vi en una obra reciente “Este Papá Noel es un pegote”. Mi conclusión después de verlo es que no es ese Juanfra de la vida real, donde, a veces, no acierta con el saludo, se le escapan cosas que no quiere decir y tiene un tono tan de calle que a veces ni se le entiende. Pero es subir a las tablas y es otro. Se mete en otro papel y le da vida. Sabe hacer reír apoyándose en su aspecto divertido, nos hace sentir (sacándonos nuestro drama interno) y nos deja cosas. Un crack que sale a desgarrarse,a romperse, a arrebatarnos. 





Como dice un amigo mío, estás esperando a que salga, sale y ya te ríes nada más que verlo. Y esperas. Porque sabes que traerá cosas. Desde que rompe a hablar Juanfra ya no es él, aunque en ningún momento deje de serlo. No sólo es un cómico. Es que también sabe interpretar lo dramático de la vida. Es un artista que sabe parar los tiempos del espectador. Como si no corriera el reloj.

Decía Vila-Matas “Algunos entran muy tarde en el teatro de la vida”. Posiblemente si él hubiera conocido su talento antes, estaría en los grandes teatros de Madrid. Cuesta trabajo ver como Juanfra, el hombre risueño, bonachón y al que le gustan los ‘gusanitos’, sea un artista de primera. Mi hermano decía “no me explico como éste come ‘gusanitos’ para hablar por la radio”. Se los devoraba. Como ahora devora sonrisas cuando actúa. 



Cuando se corren las cortinas del teatro, sale su fantasía. Una de las mejores formas de desafiar al miedo es haber vivido con él. Él lo hizo en cada párrafo de su vida. En su día a día. Hablaba con miedo a decir cosas que nos se correspondían. Por eso acierta en el teatro. Porque es otro mundo. Otro personaje y otro encanto el que tiene. Ahí es superior a todo. En las tablas no le falta inteligencia, emoción, pellizco, talento y palabras. Todo ello unido a lo que es: buena gente. Capaz de formar un desastre que llegue al espectador al que puede tener a carcajada limpia durante toda la representación. Y es capaz de enternecer. Su caos es espectacular y artístico. Su gran secreto es que sale al escenario con la mirada de un niño.

Los instantes de Juanfra en el teatro son únicos. Donde se desdobla, es feliz, sueña, interpreta personajes, sombras, soledades, diálogos, amores, historias. Es como si perdiera la cabeza en el escenario para ser real. 


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