El Dragón de Santa Marta, al que el pueblo llamaba ‘La Tarasca’

ARTURO LUNA BRICEÑO 


Llegó el Corpus Christi, hasta no hace mucho la fiesta nacional de España. Fiesta que fue instituida por los Reyes Católicos tras la toma de Granada. Fiesta popularísima. En Madrid se sacaban los carros de las Comedias y se representaban los autos sacramentales. En otras ciudades salían los gigantes y cabezudos. En el levante participaban las figuras bíblicas que hoy están incorporadas a la Semana Santa de Puente Genil o Baena. Pero la figura más celebrada era “La Tarasca”. 

La Tarasca.


Cuenta la leyenda que esta criatura habitaba en Tarascón ciudad de la Provenza francesa y estaba ocupada en devastar la comarca. Se la describe como una especie de dragón con seis patas cortas, parecidas a las de un oso. Un torso similar al de un buey con un caparazón de tortuga a su espalda y una escamosa cola que terminaba en el aguijón de un escorpión. Su cabeza era descrita como la de un león con orejas de caballo y una desagradable expresión. 

La Tarasca, Madrid.


El rey de Tarascón había atacado a la Tarasca con todas sus fuerzas, armas y tropas, y a pesar de los medios y el empaño puesto, no pudo con este formidable animal, Santa Marta, que había llegado hasta la región en compañía de su hermana María predicando el mensaje de Cristo se fue en busca de la Tarasca y la amansó rezándole plegarias. La ató con una cuerda y volvió a la ciudad con ella sumisa y domada. Los habitantes, llenos de temor, le quitaron la vida a la Tarasca ese mismo día. Ante tanta violencia Santa Marta les afeó su conducta y comenzó a predicarles el mensaje de Cristo. Arrobados por su bondad y sus palabras los habitantes del reino de Tarascón se convirtieron al cristianismo. 

La Tarasca, Sevilla.


La tarasca, que representaba al mal, desfiló en todas las procesiones medievales del Corpus Christi, Unas veces en forma de dragón con más o menos cabezas, o echando fuego y humo por la boca, derribando sombreros con su cabeza articulada o asustando a la chiquillería.

Aurelio Capmany en la “Enciclopedia del Folklore y Costumbres de España” (Barcelona 1934), en la página 370 del Segundo Tomo dice: “Ha sido muy popular en distintas regiones de España la llamada Tarasca, figura monstruosa de sierpe que se sacaba en las procesiones. Una de las más celebres poseyóla Madrid. Los labradores, cuando iban a la Villa y Corte el día del Señor, quedaban abobados viéndola, y se descuidaban, solían los que la llevaban alargar el pescuezo y quitarles las caperuzas de la cabeza, razón por la que quedó el proverbio: “Echar caperuzas a la Tarasca”. La Tarasquilla y el Tarascón eran figuras sentadas en una butaca sobre la Tarasca.

Durante el reinado de Felipe III se mandó que la tarasca dejase de ir en las procesiones, quedándose en la puerta del templo, costumbre que llegó hasta Carlos III, en tiempo del cual fue definitivamente prohibida”.

Como ha ocurrido con muchas fiestas y manifestaciones populares, que fueron prohibidas, el pueblo a la primera ocasión que tuvo las volvió a incorporar a sus procesiones o desfiles. Hoy la Tarasca más famosa es la de Berga, en Cataluña, y está incorporada en la fiesta de la Patum, declarada de interés cultural por la Unesco. También son famosas las de Valencia, Tudela y Granada. De esta última que se reformó en 1882, se dice que era un gran dragón que movía la cola y por sus fauces arrojaba flores y bombones.

Santa Marta de Betania es un personaje bíblico, coetánea de Jesucristo y ella y su familia amigos de Jesús, que lo reciben dos veces en su casa, una para agasajarlo y darle de comer y otra, para que resucitara a Lázaro, hermano de Santa Marta, que había fallecido días antes. Estos dos pasajes de la comida y el milagro de la resurrección de Lázaro se cuentan en el Evangelio de San Juan y en el de San Lucas. La leyenda dice que junto a su hermana María vino a Francia a predicar la palabra de Cristo. La realidad es que murió en Betania y allí fue enterrada y veneradas sus reliquias. Ante la toma de los Santos Lugares por Saladino, los Templarios recogieron las reliquias de sus santos de las iglesias y basílicas donde se veneraban y las trajeron a los países de donde eran estos guardianes del cristianismo. Por eso se supone que los restos de Santa Marta y su hermana María se encuentra en Francia.

En Pozoblanco se venera a Santa Marta desde que la Madre Marta Peralbo levantara una ermita en su honor en el siglo XVII. Ermita que hoy conocemos como la de San Antonio. Pero Santa Marta está allí con su Tarasca atada con una cinta. 

Procesión del Corpus Christi en Pozoblanco, año 1948.



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