Los devotos de San Antonio

EMILIO GÓMEZ
POZOBLANCO

Ayer fue San Antonio. Uno de los santos a los que más devoción se le tiene por ser tan polifacético en sus concesiones. Como comentaban algunas devotas del santo “es milagroso para encontrar las cosas pérdidas así como para buscar novio o novia”. Los pinchos o piedrecitas a San Antonio han sido frecuentes a lo largo de la historia con su fama de casamentero. Es el santo mayor obrador de milagros en este sentido y en otros muchos. Ya lo decía Marifé de Triana “Ay, San Antonio bendito, qué trabajo cuesta que salga un novio y venga derechito pa` el matrimonio”. El pan de los pobres de San Antonio. Siempre estuvo con ellos, con los más desfavorecidos. Con los que más lo necesitaban. “Era poderoso en obras y en palabras. Su cuerpo habitaba esta tierra, pero su alma vivía en el cielo”, dice un biógrafo sobre San Antonio de Padúa. Dicen que este santo de origen portugués unió una vez un pie amputado y en otra ocasión predicó a miles de peces que fueron a escucharlo a orillas del mar. De ahí que en su antigua ermita hubiera tantas prótesis de piernas y brazos cuando alguien quería la curación de sus extremidades.

A la festividad religiosa se une una de las fiestas con más solera en Pozoblanco. Son unos días que preceden al inminente verano y que disfrutan en una de sus verbenas más populares en la explanada de la Glorieta de su ermita. 



Todo es cuestión de fe, da igual lo que se pida. Solo hay que recompensárselo “cumpliendo lo que se promete” según cuentan. Lo que sorprende es la devoción que se le tiene. Los martes son un ir y venir de gente. Van a la ermita desde todos los barrios de Pozoblanco incluso gente de la comarca que viene expresamente a pedirle al santo. No en vano, San Antonio tiene una calle con su nombre. Preciosa, por cierto y el nombre de Antonio es muy frecuente en nuestra zona. En casi todas las familias hay uno o varios ‘Antonios’. 



Contaban las vecinas del barrio de San Antonio esta semana que, no hace mucho, la ermita de San Antonio estaba en las afueras del pueblo, rodeado de una gran huerta y de campos por donde terminaba el pueblo. Por el día era campo y por la noche era todo cielo y oscuridad. 



Hoy San Antonio es el centro de un barrio maravilloso lleno de calles de poetas y de gente que pasa por su ermita. Unos caminando, otros corriendo, otros conduciendo y otros para sentarse en la Glorieta de su ermita, como si el tiempo no pasara por ellos. Ni por San Antonio. Y es que hay lugares que son puro sentimiento. La explanada de su ermita lo es. Muchos han jugado horas y horas de su infancia, otros han disputado partidos de fútbol entre barrios con aquellos balones pesados de costurones y los más adolescentes han besado a su amor en la oscuridad de la noche. Como decían Los Secretos “De San Antonio pidiendo besos”. 




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