Salesianos recuerda a Antonio César Fernández, en el primer aniversario tras su trágica muerte

ANTONIO MANUEL CABALLERO

El misionero salesiano pozoalbense Antonio César Fernández Fernández, fue asesinado el viernes 15 de febrero del 2019 durante un ataque yihadista en la provincia de Boulgou, a 40 kilómetros de la frontera sur de Burkina Faso. 


El legado de César sigue vivo en África.
El suceso, que conmocionó a los pozoalbenses y a otras muchas personas que lo trataron o que conocieron su labor, tuvo lugar cuando el salesiano regresaba a su comunidad en Uagadugú junto a otros dos religiosos que pudieron sobrevivir al asalto, tras celebrar en Lomé (Togo) la primera sesión del Capítulo Inspectorial de la Inspectoría Salesiana de África Occidental Francófona (AFO). Recibió varios disparos. 
Ahora que se cumple un año de su asesinato, en los Salesianos de Pozoblanco va a celebrarse mañana sábado una eucaristía de acción de gracias por su tarea como misionero, a las 19.30 horas. En la parroquia de Santa Catalina se aplicará otra misa en su memoria el martes 18 a las 20.00 horas. 
Además, del 16 al 22 de marzo va a poderse visitar una exposición misionera en la Casa Pinardi de Pozoblanco. Y dentro de los actos en su recuerdo se ha incluido la puesta en escena del Musical Don Bosco en el Teatro El Silo, el 21 de marzo a las 17.30 horas. Precisamente, el Musical tendrá carácter solidario pues los beneficios de la venta de entradas, que tendrán el precio de 10 euros, se enviarán a un proyecto que continúe la misión de César en Burkina Faso. 
Por otra parte la Casa Salesiana de Pozoblanco va a poner en marcha el proyecto “Padre César por Burkina Faso”, para recaudar fondos que continúen la tarea realizada por él. 
Antonio César Fernández Fernández, nacido en Pozoblanco el 7 de julio de 1946, fue misionero en diversos países de África desde 1982 y fundó en dicho año la presencia salesiana en Togo, su primer destino. Hasta su muerte ejercía su ministerio en Burkina Faso. Había cumplido 55 de salesiano y 46 de sacerdote. 
El Obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, presidió la misa funeral. La parroquia de Santa Catalina se quedó pequeña ante la multitudinaria asistencia. Su espacio habitual para 700 personas fue insuficiente y una vez ocupadas todas las sillas de la sacristía, muchas personas tuvieron que quedarse de pie. 
Masiva fue también la asistencia de sacerdotes salesianos y de localidades de Los Pedroches e incluso de fuera. Su amplia familia ocupó las primeras bancas. Entre los participantes en el funeral se encontraban el obispo de Punta Negra, en la Diócesis del Congo, Miguel Ángel Olaverri; el inspector de César en África Occidental, José Elégbedé o el inspector de la Inspectoría de María Auxiliadora, Ángel Azurmendi.

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