Entrevista a Bartolomé Carmona “Carmonilla”

EMILIO GÓMEZ 
VILLANUEVA DE CÓRDOBA

Bartolomé Carmona “Carmonilla” parecía que era un ser sobrenatural por el que no pasaban los años. El pasado jueves cumplía 81 años. Jugó con casi 50 años en el Villanueva de Córdoba y entrenó en los momentos en los que todo se venía abajo. Presidente cuando había crisis y nadie cogía al equipo. Un enamorado del fútbol y de su Villanueva. El hombre más fullero que ha dado el fútbol en Los Pedroches y a la vez el más apasionado. No obstante era u un gran futbolista. No atraviesa su mejor momento. Su mujer está ingresada con Alzheimer y él con el desgaste propio de la edad. Es presidente de honor del Villanueva. Una de las leyendas de nuestro fútbol y de las personas más peculiares de la comarca. 


– ¿Cómo estás Carmonilla? 
– Mal. Me ha cambiado mucho la vida con lo de mi mujer que está en la residencia de Alcaracejos. Yo que cada vez estoy peor. Estoy como una chiva y se me olvida lo que hago.

– ¿No se te olvida el fútbol? 
– Eso nunca aunque ya no radio los partidos y no sé nada de lo que pasa con mi Villanueva.

– ¿El fútbol ha sido tu gran pasión? 
– Me ha vuelto loco. Me casé un lunes porque jugaba el domingo. Casi me arruino de los dineros que me costó el fútbol. He viajado de día, de noche para jugar, entrenar. Sinceramente creo que he abandonado muchas veces a mi familia por el fútbol.

– ¿Has sido también un poco fullero? 
– Eso sí. A mí nunca me echaban jugadores. Al otro partido jugaban pues cambiaba fichas y liaba unos pistos que ni yo me creía cuando los hacía. Los árbitros han sido mis amigos.

– ¿Y enemigos? 
– No. Lo que pasa que le decía ‘caganíos’ cuando no pitaban bien.

– El comercio de Carmonilla era famoso. 
– Sí porque yo siempre le he hecho reír a las mujeres que iban a comprar, he dejado fiado y he hablado con todo el mundo en mi comercio, por el que pasó todo el pueblo.

– Cuénteme la anécdota de los nabos. 
– Pues nos quedamos sin dineros en el club. Teníamos un desplazamiento y solo teníamos pan, y más bien duro, que nos habían dado. No tenía para meterle nada dentro y le metí nabos. Cuando los jugadores pegaron el primer bocado escupían los nabos como posesos. Bocadillo con nabos decía uno mientras yo aguantaba riendo por dentro y sufriendo a la vez.

– ¿Y la de la cochina? 
– Tenía a la cochina que más cochinos paría del mundo. Todo el mundo me preguntaba que cuando iba a parir la cochina. Incluso hice una rifa para el club con los cochinos de la cochina.

– ¿Es del Madrid? 
– De siempre aunque me quiso fichar el Barcelona. Soy del Madrid y sufro cuando pierde aunque ahora no sé ni cuándo juega.

– Nunca pensó que le llegaría la vejez. 
– Nunca y mira como estoy. Solo porque un hombre cuando pierde la compañía de su mujer se siente solo. Tengo mis hijos pero cada uno tiene su vida. Vivo como puedo. Es una pena que la vida de viejo sea tan triste.



Quedé con él y no me conocía
Carmonilla llevaba meses y años diciéndome que tenía que ayudarle a escribirle un libro sobre su vida. Un día me llamó y le dije que se viniera para Pozoblanco esa mañana para quedar y también porque había fallecido Boni del que tanto me hablaba siempre y por el que preguntaba. Con su coche partió para Pozoblanco. Fue primero al entierro de Boni y, luego, se le olvidó que había quedado conmigo. Estaba yo en la glorieta del Mercadona cuando se me acercó un coche, con un señor que bajó la ventanilla y me preguntó. ¿Sabrías decirme por donde se va a Villanueva, que me he perdido? Era Carmonilla. Sabía que no me había conocido, aunque nos hemos visto miles de veces y hablado millones de conversaciones. Le seguí la corriente, le indiqué para salir a Villanueva y ,cuando me iba a dar las gracias, le dije: ¿pero no había quedado usted con Emilio? Me contestó efusivamente a modo de pregunta, ¿pero tú conoces a Emilio? Cuando le dije que era yo, se echó a llorar porque se veía impotente de asumir lo que fue y lo que es. Luego no se acordaba que venía del entierro de su amigo Boni. Carmonilla ha sido siempre un sentimental metido al arte de ‘enrear’. Ha vivido su vida como ha querido. No le han puesto límites porque era de los que iban a su aire. Lo peor de estas personas tan vitalistas es que no puedan hacer lo que siempre han hecho. Era único en sus retransmisiones donde mezclaba su cochina, con lo que tendía su vecina y el gol de Tato.


2 comentarios :

  1. Alguien me puede pasar por privado el número de teléfono o como puede localizar a Carmona llamo por que soy el hijo de garcia el árbitro de fútbol le e leído este bonita entrevista y se ha emocionado y quiere subir a ver a su amigo enhorabuena por el artículo

    ResponderEliminar
  2. jo me he alegrado de saber de él, y al mismo tiempo me ha dado una pena muy gorda. Leyendo el texto me he acordado de la tienda del carmonilla en la calle cordoba, que tantas veces he pisado, de su mujer (pobre!) y sus hijos, de como fiaba a a la gente, hacía bromas con todo el mundo, del olor a ultramarinos de los antiguos, del papel de estraza. De cuando me mandaban a por huevos, tomates o a por una lata de sardinas en aceite. y sobre todo me he acordado de mis abuelos, que vivían puerta con puerta enfrente de la tienda de Carmonilla. Gracias por traerme estos recuerdos tan bonitos.

    ResponderEliminar