Saliendo a la pizarra... Nadie dijo que fuera fácil

PAQUI PLAZUELO MERINO

(Psicopedagoga)

Como muy bien es sabido, educar no es un fácil cometido, ya que implica cierto nivel de responsabilidad, conocimiento y ejemplo. Aprender a ser padres es una asignatura que en muchas ocasiones se puede poner cuesta arriba, ya que no sabemos afrontar una determinada situación, por muy sencilla que parezca. Es por ello, que esta semana me gustaría proporcionar al lector unas pautas educativas básicas y fundamentales para educar a los hijos que el prestigioso pedagogo Jesús Jarque García nos proporciona en uno de sus escritos. Estas orientaciones no son recetas concretas para solucionar problemas específicos, pero si os ayudaran a orientaros, tomar decisiones y en muchos casos, afrontar problemas del día a día.

La primera de ellas, y la más importante por ello, es mantener entre los conyugues un cierto nivel de acuerdo. Para ello la comunicación es fundamental. Hay que negociar y reflexionar juntos para tomar las mejores decisiones. El peso de la tarea de educar es cuestión de dos, no solo de uno. De la misma manera, hay que evitar desautorizar a cualquier miembro de la pareja delante de los vástagos. Si los niños detectan desacuerdo entre los padres serán ellos mismos los que se desconcierten, y consecuentemente sacaran provecho a este conflicto.

En segundo lugar, transmitir un ejemplo adecuado y positivo. Los padres son el espejo en el que se reflejan los hijos. Para bien o para mal, los vástagos siempre imitan las conductas de sus mayores. Es por esta razón que tenemos que ser conscientes de que conductas estamos manteniendo delante de ellos.

Seguidamente, hay que enseñarles directamente lo que queramos que hagan, y cómo deseáis que se comporten en determinadas situaciones. Para ello es importante establecer normas y limites en el hogar y también fuera de él. Las delimitaciones dan seguridad, además de que forman parte del funcionamiento básico de nuestra sociedad. Las normas deben estar adaptadas a la edad del niño y a las circunstancias. Como ejemplificaciones de algunas de ellas podríamos decir “después de venir del parque es la hora del baño”, “al terminar de jugar tenemos que recoger todos los juguetes” entre otras. Es fundamental que las normas que establezcamos se expresen en positivo. En lugar de decir, “no se grita”, mejor “tenemos que hablar bajito”.

Adoptar medidas si se incumplen las normas es tan importante como establecer estas previamente. Los padres deben de ser contingentes y procurar el cumplimiento de las reglas. Como consecuencias se podrían hacer llamadas de atención, regañar, reparar los daños, condicionar el poder realizar determinadas actividades o conseguir determinados objetivos o privilegios.

Al igual que se deben mantener unas consecuencias cuando algo no se ha hecho como se esperaba, también se deben reforzar aquellas conductas que son correctas. Esto permitirá mantener en el tiempo el comportamiento deseado. Para mantener la conducta y transmitir a los hijos que lo que ha hecho es lo adecuado, podemos prestar atención a la conducta y elogiarle verbalmente o con caricias.

Para que todas las indicaciones anteriores sean efectivas, es fundamental que establezcamos las normas de manera consensuada con nuestros hijos. Se hace imprescindible razonar con ellos para que las acaten. Las reglas deben ser pocas y sencillas.

De nada sirve establecer un amplio listado si no se cumplen. Para hacerlo más divertido, podemos escribirlas en una cartulina, decorarla y colocarla en un lugar visible de la casa. De esta forma, podemos recordarles a los hijos las normas cuando no se ha seguido correctamente.

No solo es cuestión de regañar, el afecto en la educación de los hijos es imprescindible. Aunque el cariño no solo consiste en dar besos, caricias, darle todo lo que nos piden, también es importante escucharles, dedicarles tiempo y tener paciencia.

Ser “buenos” padres no supone solo proporcionar a los hijos una adecuada alimentación, vestimenta, instrucción, etc., supone algo más y esto radica, sin lugar a dudas, mayor dificultad.

Estas consideraciones son algunas pinceladas que nos ayudan a encaminar la educación de los pequeños de la casa, pero invito a los lectores a leer el libro de autoayuda escrito por Jarque “Técnicas básicas para educar”.

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