Desde mi ventana de Southampton... Nuestro error fue estudiar

MIGUEL CARDADOR MANSO 
(Ingeniero Superior Industrial)


Hace tiempo, se comenzó a fraguar los elementos de un grupo de amigos con ciertas peculiaridades comunes al que tengo el privilegio de pertenecer. Realmente, somos un dispar colectivo con ideologías variopintas, pero quizás en esta variedad de colorido se encuentra nuestro éxito y nuestra amistad. A veces, nos da por aparentar ser intelectuales, transformando cualquier lugar en un café de la capital de España a finales del siglo XIX, donde ilustres como Pío Baroja, Valle-Inclán o Antonio Machado mantenían animadas tertulias con sus compañeros de la Generación del 98.

Así quemamos el tiempo entre intercambio de opiniones, risas y alguna que otra disputa; tratando resolver los problemas del mundo y buscar nuestro particular Un mundo feliz –gran novela de Aldous Huxley-; emulando a tantos jóvenes anteriores embarcados en este mismo sueño. Recuerdo un día, mientras tejíamos una de nuestras peregrinas conversaciones, y suscitada por la aparición de un viejo conocido de escuela en su coche nuevo; la siguiente pregunta rompió en el ambiente: “¿qué hemos hecho mal?”. Entre pensamientos de egoísta envidia, caras de resentimiento y algo de humor, la respuesta que nos salió del alma fue: “decidir estudiar”.

Hace unas semanas, viendo un programa del 2011 de Equipo de Investigación, con la inconfundible voz de Gloria Serra, aquellas palabras afloraron en mis pensamientos. El programa mostraba como en mi profesión de ingeniero el sueldo había variado desde el año 1975 hasta ese momento, con una gran tendencia bajista. La comparativa estaba formada por dos ingenieros titulados en 1975 y 1986, y una ingeniera titulada en el 2000. Los salarios mensuales lo decían todo, desde lo que sería hoy unos 17.500 € –quizás no era lo común, pero si, casi 3 millones de pesetas de entonces- más beneficios que le ofrecían al de los 70 en sus inicios, hasta los 1.300 € que gana la ingeniera en el presente. La vida de viajes, lujos, barcos y casas en los mejores sitios de Madrid de los hombres, resaltaban sobre la resignación de la mujer a “disfrutar” con pagar la hipoteca cada mes y no poder plantearse tener hijos aún. El final guardaba una chocante sorpresa, la ingeniera poseía una titulación superior a los otros dos. El mal sabor de boca tras apagar el televisor, me reafirmó que eso de estudiar hace años que dejó de ser un chollo.

En la actualidad, los estudiantes universitarios “pierden” 4, 6, 7 o más años, dedicados a sacar sus carreras hacia adelante; centrados la gran mayoría sólo en esto. Cuando acabas, rondas los 25 años y todavía no tienes experiencia en ningún trabajo y entonces llega la segunda parte y la mejor. Debido a lo anterior, la forma de acceder por primera vez al mercado laboral es a través de unas prácticas o becas, en las cuales se da la paradoja de que en muchas ocasiones en vez de percibir una gratificación por ellas, cuesta ponerle dinero al negocio. Ahora es cuando se podría pensar, que una vez superado lo anterior empieza lo bueno. Pues no, ahora es cuando aspiras a ser “mileurista” como la gran mayoría de españoles, donde según la ciudad en la que trabajes, alguien de un pueblo ganando 700 € puede llegar a ahorrar más. Al contrario de lo que ocurría en el pasado, donde los sueldos al acabar la carrera eran superiores a la media compensando y permitiendo recuperar el terreno perdido.

La conclusión es que al final te plantas en los veinti-largos y todavía sigues pidiendo ayuda a tus “papis”, teniendo el estudiante una cuenta de -4.000 € al año a consta de estos –tirando a lo bajo-; mientras que quien empezó a trabajar en el pueblo tras no poder/querer estudiar o estudiar un grado habrá podido ahorrar como poco 1.000 € anuales. Así que, las ventajas de estudiar al menos en lo económico, empiezan a no convencerme. Aquí encontramos la diferencia de que en mi grupo de amigos la mayoría no tengamos dinero propio ni para comprarnos una bicicleta buena, mientras otros se pueden comprar un coche. Estoy convencido de que la solución reside en tomar una actitud más emprendedora, pero esto será materia para próximas entregas.


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