Entrevista a Marcos Ballestero, usuario del centro El Buen Samaritano

EMILIO GÓMEZ 
POZOBLANCO


“La droga me ha destruido los
recuerdos, tengo 25 años y no he
hecho nada provechoso en la vida”

Marcos está en el Centro del Buen Samaritano. Tiene 25 años. La droga se cruzó en su camino hace diez años. Le borró casi todos sus recuerdos. No habla de su infancia porque no la recuerda. Un día estampó un coche en plena calle y decidió huir de ese mundo que le había hecho tanto daño. Marcos destapa muchas de las mentiras de la droga en una sociedad donde los valores se están perdiendo. El no tener límites es para él un peligro y para muchos jóvenes.


– ¿Qué mundo es el de la droga? 
– Lo peor. No hay un mundo más cruel que el mundo de la droga. Es basura.

– ¿A qué edad te iniciaste? 
– A los quince años por seguir la corriente del mundo, en tercero de la ESO. Es la edad propia del probar, el ya toca. Tabaco, alcohol, luego drogas. Todo ello lleva a los líos posteriores que te arruinan la vida.

– ¿Qué te ha dejado la droga? 
– Pues no vivir bien en los diez años que he estado en ella. Mucho sufrimiento.

– ¿Y antes? 
– La droga me ha destruido los recuerdos. No tengo apenas recuerdos de mi infancia.

– ¿Una definición de droga? 
– Una diversión artificial cuando empiezas y luego una adicción de la que no puedes salir.

– Ahora sí. 
– Bueno estoy en el Centro del Buen Samaritano y de momento estoy contento con ganas de empezar a vivir y a ser como era.

– ¿Lo más gordo que has hecho? 
– No he atracado, no he sido violento ni robado. Lo más gordo que he hecho es el daño que me he provocado a sí mismo. La degradación moral que he tenido hacia mi persona.

– ¿Cuál es el problema que te lleva a la droga? 
– El no tener barreras, no tener límites. Es un engaño pensar así.

– ¿Qué te falta ahora en la vida? 
– Pues todo. Mira me veo con 25 años sin haber desarrollado ni un oficio en mi vida ni nada de interés. Ahora volver a casa con esta edad sin haber hecho nada con todo por hacer. Yo me veía con 18 años fuera de mi casa.

– ¿Hay mucha droga en la calle? 
– Por todos lados. Es increíble la droga que hay y lo mucho que se consume.

– ¿Y la relación con la familia? 
– Mal yo, mal con mis padres y mal entre ellos. He perjudicado la relación entre ellos porque son situaciones difíciles que hacen que pudras hasta los que están a tu alrededor sin tener ellos culpa. Es un problema grande que se va de las manos.

– ¿Qué le dirías a los chavales? 
– Que no enciendan el primer cigarro, que no entren en las drogas por nada del mundo. A mí me atraía el que estaba en el parque fumando porros. El guay era el que estaba llevando esa vida y no el que se iba a su casa a estudiar para preparar su futuro. Luego pasan cinco o seis años y el guay está entre basura y el empollón es el que tiene una vida muy buena y cómoda. El guay es el que estudia eso hay que tenerlo muy en cuenta.

– ¿Cuándo decides entrar en un centro?
– Pues cuando terminé estampando un coche que no era mío, borracho. No puede hacer otra cosa que huir y buscar un centro para rehabilitarme. Primero en Córdoba y ahora en el Buen Samaritano.

– ¿Cómo va la recuperación?
– Bien, es complicado pero estoy orgulloso de mis actos y de lo que estoy consiguiendo. Es encerrarte aguantar por tu voluntad. No obstante luego es reconfortante ver los progresos que tienes.

– ¿Y en tu casa que te dicen? 
– No se creen los logros que estoy teniendo. Muy contentos. Para alguien que te ha visto en el suelo verte ahora saliendo es muy grande.


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