¡Por fin cerebros iguales!

RAFAEL MUDU
(Psicólogo Sanitario ASNC)


La mayoría de las personas que conozco de este país, incluso los que piensan que hombres y mujeres somos iguales en derechos y deberes, piensan que el cerebro del hombre es distinto al de la mujer.

Hoy, ¡por fin! puedo deciros que hay un serio estudio, basado en las últimas tecnologías de imagen, neuroimagen, tac, etc, ha demostrado; como algunos y algunas sospechábamos, que esto no era más que otro machismo más.

Os dejo el enlace del estudio, para que podáis leerlo integralmente, si os place.
(fte: http://www.pnas.org/content/early/2015/11/24/1509654112).


Los estudios realizados en este sentido con anterioridad, en su mayor parte estaban basados en cuestionarios de habilidades y conocimientos, lo cual, sabiendo hoy lo que sabemos, tiene un sesgo cultural tan importante que prácticamente los invalida.

Nuestro cerebro, dicen los autores, es más un conglomerado o mosaico de funciones, habilidades, capacidades que se interconectan y se desarrollan según lo vivido por cada persona. Si alguien práctica mucho o vive desde pequeño en un entorno musical desarrollará su sentido musical, y si su universo familiar es más de manualidades, desarrollará más sus habilidades manuales.

En resumen este estudio demuestra científicamente que nuestros cerebros son prácticamente iguales entre sexos. Es cierto que entre personas distintas, aún del mismo sexo, hay cierta variabilidad en ciertas áreas. Pero ésta tiene que ver con la vida que hemos llevado. Es decir: como nuestro cerebro está en continuo cambio, construcción y reconstrucción, nuestra vida, lo que experimentamos, aprendemos, repetimos, etc, va conformando nuestro cerebro, sus capacidades y sus funciones o habilidades. Pero NO POR SER MUJER U HOMBRE, sino por lo vivido.

En definitiva: no hay dos categorías, clases o como queramos llamarlo de cerebros en función del sexo. Es lo que vivimos lo que delimita las diferencias entre personas. Así que empecemos por el principio. En la carta de los Reyes Magos o Santa Claus, olvida los juguetes según sexo y aprovecha para que mientras jueguen, aprendan igualdad.

¡Felices Navidades!

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