El largo litigio entre Pozoblanco y Villanueva de Córdoba por traer y llevar la Imagen de la Virgen de Luna desde su Santuario a ambos pueblos

ARTURO LUNA BRICEÑO


Uno de los pleitos más largos que se hayan tenido entre dos pueblos de las Siete Villas de los Pedroches, fue el que mantuvieron Pozoblanco y Villanueva de Córdoba por traer y llevar la Virgen de Luna a sus localidades.

El origen del litigio se narró así: “En 1589 Pozoblanco se opone a que Villanueva se lleve la imagen para celebrar fiestas en su honor. Y funda su oposición en que la ermita es propiedad de esta Villa y Villanueva sólo tiene derecho a celebrar una fiesta en el Santuario al día siguiente de traerla Pozoblanco y aclaran como debe ser el acto: Una misa y sacar en procesión la imagen de la Virgen por los ruedos de la ermita, para ello un sacerdote, el hermano mayor y los diputados de Pozoblanco bajaran la Virgen de su altar, la pondrán en las andas y la sacaran fuera de la iglesia y la entregarán a los de Villanueva y en el mismo sitio la recibirán sin que los de Villanueva la entren y la suban al altar”.

El juicio, al tratarse de la Imagen y no de la ermita, se solventó en la justicia eclesiástica y el 23 de Mayo de 1590 el juez designado, Dr. Cristóbal Mesa Cortés dictó sentencia: “Los de Pozoblanco tienen derecho a nombrar y poner mayordomo sin intersección de Villanueva. Tanto los de uno y otro pueblo pueden celebrar fiestas separadas en la ermita, y previa licencia del ordinario llevar la imagen al pueblo y traerla a la ermita, sin qué ni uno ni otro Concejo ponga ni consienta poner contradicción alguna so pena de excomunión mayor y 50 ducados de oro”.

“El Concejo, Regimiento y vecinos de Villanueva de Córdoba pueden hacer y celebrar en la ermita con el Vicario y clérigos de Villanueva las fiestas que quieran hacer en cualquier día que no sea en los días y tiempo que el Concejo y vecinos de Pozoblanco las hicieran y celebraran sino en otros, de manera que no se encuentren a celebrar las dichas fiestas en el mismo día”.



A partir de esta sentencia Villanueva de Córdoba comenzó a llevarse la imagen y no tardaron los de Pozoblanco en denunciar que los de Villanueva estaban abusando de esta sentencia y hacen denuncia de ello el 9 de Julio de 1591: “… ha llevado y tiene la dicha Villa de Villanueva la dicha Imagen dejando la ermita y casa sola y han pasado muchos días solemnes como las festividades de San Juan, San Pedro y otras muchas donde suele haber concurso de gentes, así de la Villa de Pozoblanco como de otras partes”.

El Provisor de Córdoba mandó, amenazando con fuertes multas, que la imagen fuese devuelta a la emita en tres días.

Al año siguiente los Reyes Católicos promulgan la Pragmática de los Cortijos, en la que ceden a la Ciudad de Córdoba la Real Dehesa de la Jara, como término común de las Siete Villas de los Pedroches. Esta cesión añadió más leña al pleito que mantenían las dos Villas. Todos los bienes que existían en la Dehesa de la Jara, eran comunes, y el Santuario y ruedo de la Virgen de Luna era uno de ellos. Con este nuevo estatus las siete Villas de los Pedroches tenían el mismo derecho a celebrar fiestas y llevar la Virgen a sus pueblos. Nadie reclamó este derecho, y eso a pesar que tenían el deber de abonar cada una de las siete, 100 reales al año para el aceite de la lámpara de la ermita.

Pozoblanco y Villanueva fueron las únicas que reivindicaron sus derechos sobre la imagen. Continuaron con el pleito y Pozoblanco no contento con lo sentenciado en Córdoba, que entre acusaciones y recursos había llegado hasta 1683, en que se confirma la sentencia dada el 23 de Mayo de 1590.

No contento Pozoblanco elevó el recurso al Arzobispado de Toledo el 9 de Julio de 1684, que ratificó la sentencia de Córdoba y Pozoblanco volvió a recurrirla elevándola a la Nunciatura.

El 3 de Febrero de 1685 el Cardenal Melini, Nuncio de Su Santidad en España ratificó la sentencia de Toledo, y multó y condeno a costas a la Villa de Pozoblanco. Y fue cuando acabó el largo pleito que había durado casi un siglo. A partir de entonces se reguló el tiempo que cada Villa podía tener a la Virgen de Luna y cuando llevarla, traerla y el tiempo que debía la imagen permanecer en la Jara.

A pesar de la “paz judicial” aceptada, no dejaron de existir los enfrentamientos a lo largo del tiempo, siendo los más sonados los acaecidos entre los años de 1.861 a 1.865, que fueron saldados años después cuando que se cerró el acuerdo definitivo. Desde entonces en ambos pueblos, cuando la Virgen va a entrar en ellos se le entrega la llave doble de los sagrarios de la iglesia de Santa Catalina de Pozoblanco y la de San Miguel de Villanueva de Córdoba. Y así se comenzó el cantar de que “Pozoblanco y Villanueva son un solo corazón… y en eso están.


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