Una vida es una vida, por pequeña o diminuta que sea

MARÍA RODRÍGUEZ TARANCÓN
POZOBLANCO


Hace poco, se han oído noticias escalofriantes acerca de la eugenesia y la fecundación selectiva. Gracias a los avances que se han producido tanto en Biología y Genética como en Medicina, actualmente los médicos son capaces de determinar el color de la piel, el tipo de pelo, la forma de los ojos e incluso de cambiar algunos de estos rasgos. Hasta aquí se puede considerar “relativamente normal“. El verdadero problema surge cuando las enfermedades congénitas entran en juego. Algunas como el síndrome de Down, el del Aprendizaje o el de Patau, son ahora evitables de la manera más sangrienta posible: mediante el aborto.

El 95% de las mujeres abortan al conocer de antemano que su hijo tendrá malformaciones. Además, la población discapacitada no supera el 3% de la población mundial, y esta cifra ha sufrido un descenso de más del 50% durante los últimos 35 años. España representa el país con menos población minusválida del mundo con cifras por debajo del 1%. Nos pasamos todo el día defendiendo a los animales y sintiendo tristeza y rabia si algo les ocurre pero, ¿dónde queda toda esta valentía y fuerza cuando nos toca dar la cara por nuestros semejantes?

Se realizan miles de manifestaciones contra el aborto cada año. Sin embargo, sigue habiendo clínicas que atentan contra los derechos de la vida humana a cualquier precio.

La política también tiene mucho poder, porque al no posicionarse ni a favor ni en contra, la gente no muestra la seriedad que esto merece. Por otro lado, las ocasiones en las que estos temas son expuestos en los medios de comunicación buscan simple y llanamente llamar la atención para comentarlos, no por el aprendizaje, sino por la manera basta y burda en la que se presentan.

De la misma manera, las series internacionales contemporáneas favorecen la asimilación de mensajes subliminales tales como una perfección idealizada, puesto que no se ven personas discapacitadas en ellas y, si las hay, son a modo de burla o crítica.

En mi opinión, desde el momento en el que un óvulo se une a un espermatozoide ya hay vida. De hecho, así lo afirman y defienden programas como el “Teen Star“. La dificultad real reside en que estos programas no son asequibles para todos, bien por falta de atracción, bien por desconocimiento del mismo.

Una vida es una vida, y nosotros no tenemos derecho a ofender o acometer contra ella de ninguna manera, por pequeña o diminuta que sea.


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