Vivir el invierno

ANTONIO A. MORENO
(TREMP)

En invierno la vida queda medio escondida. La naturaleza parece replegarse sobre sí misma, hasta el punto de que algunos animales optan por desaparecer y pasar estos meses durmiendo.

En cierta medida a muchas personas les sucede lo mismo: el frío los encoge. Mientras el verano y la primavera favorecen la expansión y la apertura, el invierno lleva a la oscuridad. Pero esta invitación a la introspección también ti ene su valor. Si aceptamos el reto de vivir el invierno plenamente, aunque a veces resulte difícil, si aprovechamos la oportunidad que brinda esta estación para centramos en nosotros mismos y atrevemos a poner orden en nuestro interior; tal vez podamos vemos desde una nueva perspectiva.

El psicólogo Abraham Maslow aseguraba que la felicidad real suele implicar algún tipo de sufrimiento. Los cambios conllevan estrés e incertidumbre pero permiten evolucionar a las personas. A veces las situaciones límite son las únicas que nos dan la justa medida de 10 que somos, las que más nos ayudan a re-descubrirnos y a resucitar.

Tal vez el invierno sea el momento de aprender a disfrutar de la única fuente de calor que siempre puede estar encendida: aquella que proviene de sentirse a gusto en la propia piel. Embarcarse en una travesía de este tipo puede enseñamos a hallar nuestra fuerza ya renacer como las semillas. Ellas, a pesar de su tamaño, resisten al frío invernal y consiguen mantenerse latentes hasta la llegada de la primavera, cuyo sol las hace brotar y florecer. Hay un momento para cada cosa. Cuanto más culti vemos la serenidad y la lucidez en invierno, más bello será el campo de nuestra alma en primavera.


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