Una sociedad muy friki

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Sí, claro que puedes seguir saliendo los fi nes de semana sin ruborizarte, pero te das cuenta de que los pubs y discotecas ya no son tuyas y lo fueron. Sales y ves a jóvenes que jamás habías visto y que te hacen más viejo. Y es que ya no salen tus amigos de antes, pues se han quedado en casa. De repente se abre un abismo generacional donde no hay manera de tender puentes por el ritmo juvenil que estos marcan. Y luego está la espalda, que duele y que no aguantas como lo hacías antes, hayas sido quien hayas sido. La madurez no es más que reaccionar más lento y en algunos casos tener más dinero pero la moneda no es prioritaria en el mundo juvenil donde existen otros valores más preciados (el alma, la vitalidad, la ilusión).

Eso se quiere comprar pero no se encuentran aunque algunos crean que se consigue. Se engañan. La vida es un continuo engaño. No somos felices y tratamos de serlo. Cada vez de una manera más compulsiva y menos madura. La vida no es ser adulto sino tener conductas muy juveniles, salir de juerga una noche por semana (al menos), beber no poco, comer fuera, ir al cine, salir de vacaciones en los puentes, vestir bien, tener un gran móvil y un gran portátil. Lujos, vicios o maneras de vivir sin más a las que hay que sumar los gastos del día a día y la hipoteca. No sé como se puede sostener una vida de esa locura con sueldos de mil euros. La vida de ahora es la del presente. No la del futuro. Cada vez más a los jóvenes o a los que ya no lo son tanto, le cuesta elegir el momento de decidir cómo será su existencia al doblar la esquina que no es otra que la del tiempo.

La juventud tiene algo que no controla y es esa intolerancia a la hora de ponerse en el lugar del que no es joven. Los jóvenes son generosos cuando todo está dentro de su idealismo. Muy capaces de ofrecerse por los demás cuando hay una idea de por medio pero le cuesta ofrecerse cuando es simplemente ayudar al de al lado.

Esta sociedad es cada vez más idealista y más friki. Antes ser friki era ser un tipo estrafalario y ahora es lo que se lleva. La moda es ser raro y ridículo. Mientras más, mejor. Puede ser fruto de la inmadurez de una sociedad que ha vivido unos años de locura donde a las generaciones que iban viniendo se les daba de todo y se le mostraban solos los derechos como ciudadanos aplaudiéndole ser disparatado.

Hoy ser friki es un valor. Si los viejos levantaran la cabeza! Se pueden heredar valores como la honradez o ser agradecido. Esa es otra. Nadie agradece nada. Solo se busca el ir saliendo a costa de lo que sea y luego el si te he visto no me acuerdo. ¡Qué cosas!

A ver cómo saldremos del disparate. Primero del político donde parte de la juventud cree encontrar unas ideas nuevas que en realidad son tan viejas como la política aunque las sirvan disfrazadas. Y luego de una vida diaria convertida en disparate total.

Lo curioso es que le he comentado a alguien (ya mayor) que iba a escribir un artículo de frikis. Me ha contestado o preguntado:

-Frikis. ¿Y eso que es?

- Solo le contesté “cosas raras”.


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