Aprender a vivir

EMILIO GÓMEZ
LOS PEDROCHES


Dicen que tenemos una vida pero en realidad son muchas vidas. Somos supervivientes de nosotros mismos. Cambiamos de vida en el momento que cambiamos de etapa y de circunstancias. Nada es para siempre ni siquiera la vida. Hay momentos en los que parece que lo tenemos todo y de repente todo se cae.

Cada uno se estimula de una manera. No debemos olvidarnos de nuestro pasado, de dónde venimos, lo que hemos tenido que hacer, la gente que nos ha ayudado, lo difícil que ha sido nuestra vida en algunos momentos. Eso nos ayuda a no caer en el confort y en el pensamiento de que todo está hecho. Irse a esos tiempos es una estimulación para seguir luchando.

Hoy nadie quiere irse a esos tiempos donde nada era fácil. Hoy nadie quiere acordarse de los que le ayudaron. Somos más egoístas y sabemos lo que eso conlleva. Si seguimos sumando egoístas, la sociedad dejará de avanzar. Ese espíritu de ayuda que tenían nuestros mayores se ha perdido y con ella la confianza entre nosotros.

Como decía Luis Galindo en su conferencia del jueves, la clave de la vida está en no perder la ilusión. El problema es que cada vez la gente encuentra menos motivos para encontrar esa ilusión, quizás porque nos hemos llenado de ilusiones ficticias, de momentos efímeros en una época en la que lo material era una forma de auto-engañarse.

Luis Galindo, esta semana en el Teatro El Silo de Pozoblanco. /SÁNCHEZ RUIZ


Dicen que estamos mal pero no vemos que nuestros mayores vivieron en un tiempo sin electricidad, sin agua corriente, sin alcantarillado. Eso sí era una vida de esfuerzo exenta de caprichos. Lo que pasó a esta sociedad es que quiso vivir en el capricho demasiado tiempo. Se hicieron muchos seres caprichosos que ahora tienen que vivir sin esas cosas superficiales que le hacían feliz.

Y no es una sociedad martirizada. Es una sociedad a la que le toca afrontar una lucha que hasta ahora no había librado. Nos hemos bebido las cosas materiales a tal ritmo que no nos quedan ilusiones de ese tipo. La fuente material se secó. Es por ello que llevaba razón Galindo cuando decía que hay que volver a ilusionarse con las cosas sencillas. Esas que han estado ahí y no hemos echado cuentas de ellas. Hace unos años nadie quería ser sencillo. El diferente y antiguo era el que valoraba las pequeñas cosas. No sé el motivo por el que dejamos de creer en el esfuerzo individual el cual tiene que estar dentro de la sociedad que es lo más importante que tiene un país. Y dentro de esa sociedad la familia.

Dicen que la sociedad es muy competitiva. Cierto. Cada vez la competitividad es más dura y hay que hacerla muy dignamente. A gran parte de la sociedad le interesó más lograr el fin que los medios que utilizó para lograr ese fin. Eso es un problema porque quien se enseñó a conseguir las cosas sin importarle el cómo es difícil que ahora cambie de actitud. Los jóvenes están más formados intelectualmente pero menos en el trabajo y el esfuerzo. Realmente donde se aprende es en lo segundo. La gente madura en la dificultad y con la edad. Se tiene que superar e imponer así mismo sus valores. Por muy raro que suene, lo más importante que tenemos son los valores.

Ni el dinero ni el nivel social está por delante de ellos. Tu puedes perder el dinero o el nivel social que tenías en un momento determinado pero si durante tu vida has cultivado tus valores siempre irán contigo.

Los sueños están en las pequeñas cosas. Cada etapa de la vida está llena de pequeñas cosas. La cuestión está en verlas y disfrutarlas. Unos necesitan poco para ser felices y otros no lo son aun teniéndolo todo.


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