Con sentido común, por favor

ANTONIO JIMENO MÁRQUEZ
(Docente)


Conseguida la tranquilidad necesaria, el Equipo de Gobierno formado por Pe+ y PP ha izado la bandera de la transparencia en el balcón del Ayuntamiento como germen de buen gobierno. A causa o no de la misma, parte de la Oposición ha detectado unas facturas a nombre de una empresa vinculada familiarmente con un concejal y ha puesto el grito en el cielo, esto es, ha pedido las dimisiones tanto del alcalde como del concejal señalado. Detectado el error por una falla en los filtros, El Equipo de gobierno se ha disculpado y ha manifestado que pondrá todos los medios para que situaciones como la vivida no vuelvan a ocurrir. Mientras tanto, la empresa ha procedido a devolver el dinero, causándose un perjuicio económico de 251 euros. Hasta aquí, los hechos.

Desconozco si existe una ley tan garantista que obliga a dimitir en casos como este, pero en caso de que no la haya estimo que las exigencias de esa Oposición son extremadamente maximalistas.

Según parece, una de las facturas es de la Guardería Municipal, siendo la mitad de las compras de la legislatura anterior. Otra es de un premio de la concejalía de Asuntos Sociales en las que se repartieron varios premios por las diferentes papelerías del pueblo, y otra es de otros premios concedidos por la Concejalía de Igualdad que dio libertad a los afortunados para que escogieran el establecimiento para hacerlos efectivos. ¿Dimitir por unas facturas que entre todas superan por poco los 200 euros sin que medie ningún trato de favor con respecto a otras empresas concesionarias similares y sin que haya ninguna restricción a la labor de fiscalización de los distintos partidos políticos? Parece demasiado, un sinsentido.

Más allá de la legítima confrontación política, debe imponerse el sentido común. Nadie pone en duda la necesidad de fiscalizar la acción gubernamental; es más, es necesario que se adviertan los errores y excesos, incluso públicamente, para que se corrijan, pero sin caer en el populismo y la demagogia. Si no, se corre el riesgo de que la política municipal acabe siendo una actividad destinada solo para funcionarios con escasa o nula familia dedicada a la empresa privada.

Algo bastante raro en pueblos tan pequeños como el nuestro y los de nuestra comarca, donde quien no tiene un hermano que regenta una tienda tiene una prima con un bar o un cuñado con una empresa. Claro que si eso es lo que pretendemos, adelante. No será de extrañar, como dice Rosario Rossi, que los partidos encuentren tantos problemas para confeccionar y completar una lista.



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