La Calle Real de Pozoblanco viendo pasar el tiempo

ARTURO LUNA BRICEÑO


Siempre he andado dándole vueltas a la idea de hacer un callejero de Pozoblanco. Pero no un callejero al uso que sólo hable de geografía y nombres de calles. Me gustaría más hacerlo en emulación a Vélez de Guevara en su “Diablo Cojuelo”. ¿Pero de dónde saco yo un diablo de esas características, cualidades y maldades? Si aún estuvieran activas y concurridas las colas del “guñuelo” en las madrugadas de invierno, cuando las gentes se rebujaban formando corro en torno al anafre y la sartén, mientras se entretenían en despellejar al más pintado o le hacían un traje a medida al que, por necesidades laborales, abandonaba el corro, o le dejaban la honra llena de babas y envidia a la moza más apuesta. Si estas glorias gastronómicas callejeras aun estuvieran vigentes no tendría problema. Iría a la cola y mientras el “guñelero”, manejando con arte sus refritos palos fuera ensartando las roscas y metiéndolas en un junco verde, yo podría ver y escuchar cuál de aquellos expertos o expertas en contar las maldades de los demás y en sacar las pieles a tiras era el mejor. Me daría lo mismo que fuera diablo o diabla, e incluso si en vez de cojear romaneara un poco. Lo cogería y lo subiría al campanario de Santa Catalina y le diría:

- Mira a Pozoblanco, calle por calle, y levántame los tejados y dime que ocurre dentro de las casas. Cuéntame los secretos de las calles y los sucesos ocurrido en ellas.

La calle Real de Pozoblanco en el año 1930.


Pero reconozco que buscar diablos cojuelos a estas alturas es faena harto difícil. Pero haberlos, haylos. Así que me conformaré con mis recuerdos y seré yo mi propio diablo, y esperemos que no cojee

Y si se quiere hacer un buen callejero es de rigor empezar por la calle principal de Pozoblanco: La Calle Real.

La calle Real de Pozoblanco en el año 1942.


Recuerdo las noches del día 23 de Septiembre de todos los años de mi infancia. Acompañado de mi padre y mis hermanos íbamos a la Calle Real para ver el acto en que se anunciaba la feria. El evento se remataba desde un balcón del Ayuntamiento haciendo volar globos de colores hechos de papel de seda.

Eran estos objetos aerostáticos de forma de huevo un ingenioso trabajo de papel, tijeras y pegamento. En su base tenía un aro de alambre con cuatro radios en el que se colocaba un algodón impregnado en alcohol. El experto en hacerlos volar los abría, colocaba el algodón en la base, mientras lo pinzaba con sus dedos en la parte superior. Prendía fuego al alcohol y dejaba que el aire caliente lo hinchara. Repleta la bolsa del cálido soplo se soltaba y el globo de luz se elevaba lentamente al cielo. Con él viajaba mi imaginación y mi asombro.

La Calle Real con la Fuente del Chumbo, a la izquierda quedaba la Calleja del Toro.
Año de 1902.
/Gentileza de Pedro López.


Esta calle ha estado ahí desde la fundación del pueblo. Se ha ido adaptando a los tiempos, o han sido los tiempos los que se han adaptado a ella. No lo tengo claro. Todos los acontecimientos, fueran políticos, sociales, religiosos, festivos o lúdicos han sido anunciados en esta Calle Real. Y lo siguen siendo.

La antigua calle Real de Pozoblanco. Año 1913.


La he conocido con seis tabernas, y casi todas ellas fueron declaradas universidades de prestigio en la que se daban cursos intensivos y diplomas sobre las materias impartidas: El Tute y el Dominó.
Era el eje central de La Aparcería.


También tenía un bazar, una relojería, dos droguerías, una mercería, una entidad bancaria, una gestoría de seguros, un hotel con el nombre de Nueva España y una farmacia. De todo ello hoy sobreviven dos tabernas con el título de bares y el banco. Lo demás todo es nuevo, pero no se nota. La calle Real de Pozoblanco sigue siendo una Real Calle. 


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