Mercado de Abastos de Pozoblanco. Patrimonio histórico desconocido

JUAN ANDRÉS MOLINERO MERCHÁN
(Doctor por la Universidad de Salamanca)


Reflexionar sobre el patrimonio histórico puede resultar un tema manido, pero siempre es una exigencia. Sobre todo cuando se trata de abordar edificios próximos que especialmente nos incumben por su significación. La iniciativa gubernamental sobre la remodelación del Mercado de Abastos de Pozoblanco (con distintas opciones) está suscitando últimamente debates encontrados, resultando imprescindible abordar la cuestión desde la comprensión del término de patrimonio histórico y otros conceptos de mayor amplitud, como patrimonio cultural. A bote pronto la definición de patrimonio histórico se solventa –sin entrar ahora en cuestiones terminológicas ni conceptuales, legislativas o académicas– subrayando la consideración sobre los bienes materiales e inmateriales relevantes que conforman la identidad de un Pueblo. Realmente el debate es profundo y contiene en su inmensidad terminológica aspectos que en forma alguna se pueden soslayar. Obviamente, los bienes materiales como el citado mercado no son simplemente bienes tangibles, de mayor o menor valor (arquitectónico), sino que conforman un bagaje impresionante forjado a lo largo de los años de carácter económico, social, cultural, afectivo, etc.; por ello están protegidos legalmente.



Sin entrar en esas complejidades conceptuales, llama poderosamente la atención el hecho de que el Mercado de Abastos sea un edificio desconocido, más allá de los rudimentos cotidianos. Esto dificulta a priori cualquier tipo de análisis patrimonial de mayor profundidad. Es preciso realizar una pequeña síntesis del edificio desde su construcción y significación arquitectónica. El mercado de abastos responde a priori a una función económica comercial, por ello fue necesario buscar un lugar apropiado para su ejecución. El gran problema –como los regidores del momento indican– es el emplazamiento, pues era preciso situarlo en el centro estratégico de la ciudad a fin de que resultara de fácil acceso desde las distintas barriadas (…), asimismo era necesario que el emplazamiento adoptado fuera de fácil circulación de camiones de gran tonelaje (sic). En segundo término, había que realizar un edificio con las características fundamentales de este tipo de arquitecturas: amplitud (del solar e interior), solidez arquitectónica, luminosidad y ventilación, centralidad urbana, fácil conectividad, etc. El Ayuntamiento de Pozoblanco encuentra la solución en términos extraordinarios a nivel arquitectónico y urbanístico: con un proyecto edilicio adecuado y la renovación de un espacio degradado (aguas fecales, paredones, casas ruinosas, herrerías…, un inmundo lodazal –decían las coplas–), en el curso del arroyo de la Condesa próximo a la Plazuela del Cronista Sepúlveda (actual Cronista Sepúlveda). La iniciativa de un nuevo mercado se baraja desde mediados de s. XX, tomando carta de naturaleza a partir de 1955, cuando el Ayuntamiento encabezado por Don Andrés Muñoz Calero aprueba en el Pleno Municipal de 21 de febrero el proyecto técnico para la edificación del susodicho mercado, atendiendo a la Ley vigente del régimen local (art. 132). El esfuerzo de vaciado y limpieza del solar fue considerable para erigir un edificio ex novo. El técnico municipal del Ayuntamiento registra una superficie de 3. 696 m2, de los que 3..009 m2 pertenecen a 22 parcelas de propiedad particular. Determinado el espacio disponible se procede a la adquisición de dichas propiedades (por un coste de 1.001.760 pts. con cargo a los presupuestos municipales ordinarios de 1955, 1956 y 1957) por la vía amistosa. En los meses siguientes se suceden los trámites administrativos (burocráticos) para su aprobación por los jefes provinciales de las comisiones correspondientes de Sanidad y Obras. El 16 de mayo de 1957 el Pleno Municipal acuerda el concurso de licitación de obras, publicándose oficialmente en el Boja de forma correspondiente (17 de julio), estableciendo un plazo de ejecución de seis meses. Las obras se adjudican en estos extremos a la empresa del constructor local Abilio Merchán, ejecutándose de forma rápida, empezando en el otoño y desarrollándose en el año siguiente; dándose por terminado el 20 de septiembre de 1958, ensalzándose en el folleto de feria la magnificencia del edificio con elogios abultados por parte de toda la población y autoridades. La inauguración tiene lugar el 21 de octubre con presencia de autoridades civiles (alcaldes del contorno, ministro Solís, gobernador provincial…) y religiosas.
Veamos las cuestiones técnicas. El arquitecto que realiza el proyecto es el murciano Don César Utrilla Camacho (Cartagena, 1891-Córdoba, 1981), formado en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid (licenciado en 1924), pero avecindado en Córdoba desde 1936. A nivel profesional alcanza puestos de relieve como arquitecto del Ministerio de Hacienda y la Diputación Provincial de Córdoba. Entre sus obras destacan edificios privados (Casa Buendía en la Avenida Cervantes y en calles Rodríguez Marín, 24; Carbonell y Morand, 15; Díaz Huertas…), públicos (escuelas graduadas de Aguilar de la Frontera, Teatro Español y Casa Maternal de Bujalance…) y urbanísticos. En Pozoblanco el Mercado de Abastos sentencia una propuesta funcional, con los presupuestos urbanísticos municipales citados, dotándolo de una formulación artística y estética acorde con los tiempos (de revisionismo) y las tendencias del autor. Los planteamientos arquitectónicos de Utrilla se encuentran en sintonía con las obras análogas de mediados de siglo de Córdoba, forjadas con influencias mutuas por arquitectos como Rafael de la Hoz y Gerardo Olivares; así como otros coetáneos como Sáenz de Santamaría (arquitecto municipal de Córdoba), Félix Hernández, Giménez de la Cruz, etc. Los mercados proyectados responden a principios de espacialidad, luminosidad, limpieza e higiene, funcionalidad, accesibilidad y conectividad con el centro. Son básicamente edificios con plantas rectangulares, recinto interior con patios (o uno solo) y galerías diversas para puestos comerciales.



En Pozoblanco el arquitecto define el proyecto del Mercado de Abastos con una planta rectangular con dos brazos salientes en fachada en forma de U (de 56 metros de largo por 28 de ancho, con un patio central igualmente rectangular de 32 por 10,50 metros), y tres patios interiores con galerías correspondientes con arcos de medio punto sobre pilares; aunque luego no se realizan, ejecutándose simplemente uno con gran espacio interior sin cubrir más allá de las galerías perimetrales (hasta 1974, que se cubre el patio). Para la parte inferior se establecen sótanos ocupando una superficie aproximada de 300 metros cuadrados para instalar las cámaras frigoríficas. En la parte anterior del edificio –abocada a la Plaza del Cronista– se proyectan en los citados brazos las oficinas y servicios. El recinto perimetral exterior presenta, de forma limitada artísticamente, los mayores quilates definidores del arquitecto. El alzado se define con cuatro fachadas de una planta (encaladas) y portadas monumentalizadas en el centro geométrico de los cuatro cardinales; siendo de mayor relevancia la principal abocada hacia el centro (Plazuela del Cronista). Los paramentos murales se realizan simplemente con zócalo saliente de piedra irregular y cadenas esquineras de granito. La portada principal se proyecta retranqueando el frontal respecto a dos volúmenes laterales en forma de U (oficinas y servicios), con tres accesos principales con arcos de medio punto, con idéntico concepto artístico a las laterales pero en mayor tamaño. Artísticamente se resuelven con modelos estéticos historicistas de porte neoclásico: puertas amplias con arcos de medio punto, flanqueados con pilastras elevadas sobre podios y decoración con capiteles toscanos que soportan el dintel superior; clave con volumen marcado, geometrizante, y albanegas con formas prismáticas decorativas para ocupar el espacio. En el coronamiento se dispone un frontón triangular partido al centro para acoger la emblemática heráldica municipal (armerías del pozo y el gallo, con timbre real).


Desde un punto de vista artístico y estético César Utrilla Carrasco se caracteriza por su viraje hacia principios clasicistas, incidiendo en el Mercado en recurrencias a elementos señeros como el geometrismo y purismo de las formas, puertas monumentales con frontón, decoración de pilastras, proporciones rigurosas, etc. Es su santo y seña estético, aplicado a un edificio funcional sin grandes pretensiones artísticas, con racionalidad y equilibrio de formas. Lógicamente no se trata de una gran gran catedral ni un monumento descollante, pero sí de un edificio histórico que define un tiempo y un espacio, un autor –de mayor o menor notoriedad arquitectónica– y una estética determinada. La polémica remodelación del Mercado deja sobre la mesa para debatir un tema de mayor relevancia como es la construcción social del Patrimonio, que es históricamente cambiante, de acuerdo con nuevos criterios o intereses que determinan nuevos fines en nuevas circunstancias. En eso estamos. 


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