Las gradas de los campos se están vaciando como una bañera de agua

EMILIO GÓMEZ
POZOBLANCO


El fútbol ha cambiado. Los campos que no sean de 1ª o de 2ª están semi-vacíos. Hubo un tiempo en que el fútbol era un placer que se permitían los amantes de este deporte, que se jugaba siempre en domingo. Eran aquellos domingos de misa y fútbol.

La gente salía de la casa rumbo al campo. Echaba la tarde allí. Era el fútbol en aquellas tardes de domingo y paseo. Ahora el fútbol que se lleva es el fútbol de bata y babuchas. Por seis euros al mes contratas un paquete donde ves toda la 1ª división, más la Champions. Todos los partidos del Madrid, del Barça y los del Atleti. Un chollo y barato pues no sales de la casa (y hasta se gasta menos). Los sofás de nuestra casa están además más blanditos que las gradas del estadio. ¡Cuánto daño está haciendo todo esto al fútbol modesto!, que el aficionado desde su casa o en el bar de la esquina pueda ver el partido a la carta olvidándose de las inclemencias del tiempo, claro que el poder asistir a un encuentro de fútbol en vivo, aunque sea en estas categorías, es un plus que no lo tiene el televisado de categorías superiores.

Antes sabías a qué hora eran los partidos del domingo. Se jugaban a las cinco de la tarde. Hoy es frecuente que nos pregunten; “¿a qué hora es el partido?” Es cierto que se evita coincidir con los partidos del Madrid o del Barça. Pero eso es ahora. Hace un tiempo se cambiaban los horarios por cualquier tontada. Se ponían por la mañana para fastidiar al rival que venía de lejos, porque le venía mejor al técnico o para que un jugador jugase. En fin que no se pensó en el aficionado. Se olvidaron de él y este es el que va al campo. Antes el fútbol tenía su hora y no otra. El fútbol era a las cinco de la tarde y no se discutía.

Gradas medio vacías. /ARCHIVO


Los estadios del fútbol modesto se han vaciado como una bañera de agua. Van los de siempre (y cada vez menos). Se ha buscado mucho el resultado sin importar lo que se ofrecía.

Se ha tenido tanto miedo a la derrota, que se han hecho tantos fichajes que la gente ya ni conocía. Un aficionado me contó, hace unos años, que cuando acudía al Municipal tenía la sensación de que no conocía a nadie. Es como si jugaran unos extraños con camiseta blanca. Se pensó durante mucho tiempo que los nuevos que venían de fuera hacían milagros.

Antes los jugadores jugaban al fútbol media vida. El Moreno, el Márquez, el Dalmacio, el Nino. No se cambiaba de cromos tanto. El fútbol necesita de resultados pero también de sentimientos, pasiones y aficionados.

Nada será como antes. No se meterán los más de 4.000 aficionados que se metieron en algunos partidos del viejo estadio del Virgen de Luna ni los 3.000 del Polideportivo Municipal con aquellas Copas de la liga. Pero se sueña con aumentar los 200 que van ahora en Pozoblanco. Y lo mismo pasa en casi todos los campos de equipos aficionados. Este es un artículo general (de todos ellos).

Un amigo mío dice el fútbol no es lo que era. Y que verdad. Faltan los aficionados. Es como al torero al que le falta gente en la plaza. Eso pasa. El problema no era hacer fichajes. El problema era que no caímos en la cuenta que los mejores fichajes se hacían en la grada. Se olvidaron de fichar aficionados.

“No sé por qué, un día dejé de ir al fútbol”, me decía otro aficionado que lo único que recuerda es que dejó de ir un día y no fue más. El fútbol era una aventura de domingo. En el campo también se transmitía ese aroma a fútbol aventurero. Se buscaba una jugada fascinante, extraída de la chistera de los jugadores más artísticos. Antes la gente iba al fútbol hasta cuando llovía como nos comenta otro aficionado “compré un paraguas grande para el fútbol porque era aficionado de general”.

La grandeza del fútbol modesto no la proporcionan sus títulos o sus grandes fichajes (que también) sino su afición. Si no hay aficionados, no hay conversación en el bar ni en la puerta del colegio esperando al niño ni en la calle cuando te encuentras al amigo. Si no es un tema de conversación parece como si no existiera. Eso es lo peor que le puede pasar, el silencio. En el fútbol es necesaria la crítica y las alabanzas según el partido realizado porque nunca se juega igual de bien.

Recuperar lo que fue el fútbol modesto en otro tiempo es ahora imposible. Las directivas lo intentan todo. El fútbol ha cambiado de piel. Además la gente ya hace su propio deporte y ve menos deporte en vivo. Veo difícil cambiar la tendencia.

El deporte aficionado no podría sobrevivir sin esta gente desinteresada que forma las directivas de los clubes. Algunos inclusos firmaron pólizas de responsabilidad para que el club saliera adelante. Las paupérrimas taquillas con las que apenas se paga al árbitro, la bajada en el número de socios, la falta de interés del aficionado. Factores que hacen complicado salir adelante.

Nada será como antes. Era bonito porque en un campo de fútbol se comparte, se conversa, se emociona uno con los goles y se echa el domingo. Una costumbre que antes la gente tenía. Mientras tanto las directivas de los clubes modestos luchan contra gigantes y adversidades. Es duro pensar que el público no va a venir.


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