La carta de mi abuelo Teodoro

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


Hoy he decidido hacer mi artículo publicando una carta que mi abuelo paterno, Teodoro Cardador Calero, escribió a su hijo menor, mi padre, cuando éste estaba haciendo el servicio militar en Madrid en el año 1946.

Han pasado 70 años, y en ella se demuestra que a pesar de tener 64 años, una edad de anciano para aquella época, fue una persona muy adelantada a su tiempo, es más, diría que estuvo muy por encima de sus cinco hijos en todos los sentidos, a los cuales les inculcó tres valores fundamentales para aquellos primeros años de la posguerra, que fueron incluso más penosos y de escasez que la propia guerra, en la que por cierto a ninguno de ellos les faltó para tener cubiertas sus necesidades básicas de alimentación, por la inteligencia y habilidad profesional de mi abuelo.

Él tenía como pilares básicos la enseñanza educativa, la formación de un oficio y la protección de la familia.

Mi padre, que tenía 12 años cuando estalló la Guerra Civil, iba a tres escuelas diferentes cada día: Los Salesianos, don Manuel Cardador y un tercero que no recuerdo. Esto le permitió tener una educación alta para aquella época, cosa que sería determinante para que de Barbate (Cádiz), donde hizo el campamento militar, lo destinaran de ordenanza con un capitán a Madrid donde estuvo muy bien, siendo prácticamente su única misión llevarle todos los días el correo y hacer algún recado del capitán. Todo esto vestido de paisano, teniendo la mayoría del día libre para él y en consecuencia para la satisfacción de sus aficiones como los toros, el fútbol, las carreras de galgos, etc.

Mi abuelo tenía un taller desde 1926 en “El callejón del toro”, hoy la calle Mayor, que se dedicaba a la calderería, depósitos de aceite grandes, herrajes de rulos para las molinas de aceite… y fue de los pioneros en la fontanería entre otras más.

A sus hijos Manuel y Teodoro les dejo el taller, a Tomás lo colocó en el antiguo Telégrafos, a su hija mayor, Modesta, casada y con hijos, los dejó a vivir en su piso, y a su hija Elisa, que tuvo un cáncer, y estaba casada con dos hijos de corta edad, se la llevó a su casa los dos últimos meses de vida, porque él consideraba que iba a estar mejor cuidada (falleció con 36 años). También a su hijo Manuel le compraría una casa para que pudiera vivir de forma más cómoda debido a los 10 hijos que tuvo.
Esta carta la guardó mi padre en su mesilla particular, y no la vimos hasta que unos días después de fallecer, en junio del 2010, apareció entre sus efectos personales.

En estos tiempos, como en los que vengan dentro de 40 años, si eres de clase humilde o acomodada, siempre serán imprescindibles esos valores que mi abuelo transmitió a sus hijos: Educación a todos los niveles, oficio o carreras y proteger siempre a la familia.

Esta carta la guardo como uno de los mejores legados que me han podido dar como herencia. Mi gran pena es que no pude conocerlo, ya que él falleció en junio de 1962, tan sólo dos meses después de que yo naciera. Para muchos que lo desconozcan mi abuelo Teodoro fue el tercer tamborilero de la Virgen de Luna, recogiendo el testigo de su familiar Juan Cardador.

La carta dice así:
“Pozoblanco, 13 de marzo de 1946
Querido hijo: nosotros todos sin novedad y creyendo que tú lo pasarás igual, pues ya llevamos unos días sin tener noticias tuyas.
Supongo habrás visto al primo Tomás el pintor y a su mujer que están en esa.
Como el trabajo está tan malo, te digo que estoy preparándote para cuando vengas un comercio, bien de conservas y pescado, y una bodega de vino de Villaviciosa, así que cortaremos el taller en dos, y cuando ya decida lo que sea te escribiré con más detalles.
Por el Manuel el apures sabemos que su hijo se ha colocado bien en buenas oficinas, de lo que nos alegramos.
No digas a nadie nada por ahora de esto del comercio.
De la caza del pájaro como te he dicho antes no sale nadie a cazar.
El primo Tomás, te habrá entregado un paquete y 25 pesetas que le di.
También habrás recibido 5 pesetas que te mando el Manuel con un sobrino de Herruzo hace tres o cuatro días.
Infórmate en esa donde vendan sosa cáustica coges la dirección, y pide precio, este artículo lo venden en esa en tres o cuatro casas.
Procura tomar direcciones de casas que haya artículos que se dé la mano con lo que te comunico.
Pues lo que pretendo es ayudarte del oficio para que ningún hermano tuyo pueda nunca abusar de ti pues ya sabes lo que pasa con todos más puede pasar contigo por haberte venido tan desfavorable el tiempo tanto por la guerra como por el servicio militar.
Contéstame diciéndome que te parece de mi decisión creo te a de convenir para el día de mañana y más tratándose del sitio que ocupa nuestra casa.
Muchos recuerdos de todos y en particular de tus padres y hermanos.
Adiós
Teodoro”


Cabe apreciar también su intuición pues en la carta ya preveía que “El callejón del toro”, que entonces era una calle muy secundaria de portones, puertas traseras y solares, sería con el paso del tiempo la calle más comercial de Pozoblanco. 


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