Cada vez celebramos menos el Día de la Constitución

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


En el 2017 se cumplirán 40 años de las primeras elecciones democráticas en España. Lo que sucedió en aquellos años pertenece a nuestra historia. Muchas veces olvidamos como se logró el sistema democrático. Unos lo olvidan y otros lo ignoran, porque hay muchos jóvenes que no vivieron esa época y no le interesa lo más mínimo.

Hoy de aquellas primeras  elecciones no queda nada, solo la confrontación electoral que ha ido agigantándose con el paso del tiempo. Después de cuatro décadas, no se vota con la ilusión de antes. El estado de ánimo ha decaído. Mala señal. Casi nadie cree en lo que vota. La frase más repetida es “voto porque hay que votar”. La verbena de esa democracia inaugural acabó hace mucho tiempo. No es ninguna fiesta popular ni colectiva. Casi 40 años después, hemos olvidado la conquista que fue la Democracia. Como suele suceder con el paso del tiempo,  las cosas pierden su esencia cuando se desgastan. Todo lo que se creó desde finales de 1977 hasta el final del siglo XX, ha caído en saco roto. Apenas se valoran los esfuerzos que se hicieron por crear un país en calma, moderno y libre.

El 6 de diciembre de 1978 fue la fecha del referéndum constitucional. Esta semana celebramos el Día de la Constitución. Es un día festivo donde la gente cada vez lo festeja menos. Sin embargo, es una buena fecha para plantearnos que la democracia debe seguir siendo el sistema que nos guíe. No hay que eliminarla sino regenerarla. No puede haber otro sistema mejor. En el mundo estamos viendo como está triunfando el populismo (ya sea de extrema derecha o de extrema izquierda). La crisis económica, el paro, la corrupción y el descrédito de los grandes partidos han abierto la puerta a formaciones y líderes  que en situaciones normales no tendrían cabida. Los modernos pensadores casi siempre vienen con ideas viejas y modelos caducos y fracasados.


Es curioso pero el único sistema que nos puede salvar de gobiernos totalitarios y desintegradores,  es la democracia. No podemos olvidar que el modelo democrático es liberal, mientras que el populista tiende a ser totalitario. Los instrumentos políticos son la negociación y el consenso. No nos lleva a ningún lado la segmentación ni ruptura y división con todo.  ¿Qué sentido tendría desmantelarlo todo? ¿Qué sentido tiene dividir el mundo en buenos o malos? El caos se apoderaría de los pueblos. Todo está inventado. Sería de ilusos que alguien creyera que en  pleno siglo XXI vinieran ‘salvadores del mundo’. No obstante, visto lo visto, hay muchos que sí.  Hay mucha confusión. No sabemos si por la desesperación o por la ignorancia. 


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