Pongamos que hablo de vivir (XI)

JOSÉ ANTONIO CARBONERO FERNÁNDEZ
(Técnico de la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. de Luna de Vva. de Córdoba)


En ocasiones no solemos valorar la suerte que tenemos, los que nacimos en la comarca de Los Pedroches somos realmente afortunados, pues aunque no siempre valoremos y apreciemos nuestro entorno como merece, si es cierto y verdad que a poco que estemos alejados de él unos cuantos días ya lo estamos añorando.

De la interacción entre la comarca de Los Pedroches y sus habitantes, saco una conclusión bien definida: Comencemos a respetarla para que los demás la respeten de igual manera. Los Pedroches es una comarca natural, forma parte de la zona geológica más antigua de la provincia como es Sierra Morena, se compone de una gran masa de roca magmática, lo que conoce como el batolito de Los Pedroches. La fauna y vegetación con la que cuenta es altamente rica y variada, pues tres zonas biogeográficas y botánicas la conforman (Pedroches, Zújar y Sierra Norte), abarcando todo el tramo central y occidental de Sierra Morena y cercanías, contando con más de 450 especies diferenciadas a nivel botánico, bien conozco este dato puesto que mi proyecto fin de carrera trataba sobre el uso potencial de la flora autóctona cordobesa.

El motor de nuestra comarca es la actividad agrícola y ganadera, y ambas han marcado de forma sustancial tanto a la fauna como a la vegetación de la misma, donde nos encontramos dos zonas marcadas según la actuación del habitante de la comarca, la primera caracterizada por nuestra típica vegetación: jaras, lentiscos, quejigos, coscoja, acebuche, etc. y la segunda propiciada por la actividad económica donde encontramos pastizales, dehesas y rematales.

Pues bien, aquí en nuestro incomparable entorno, en nuestra maravillosa tierra, en nuestras propias narices es donde empieza y puede terminar todo, este artículo pretender ser un llamamiento para que cuidemos lo que tenemos y seamos responsables de que el paisaje heredado no quedará en nuestras manos, pues somos nosotros los encargados de legarlo a nuestros descendientes, sí es posible, en mejores condiciones que lo encontramos. Es indudable e indiscutible que el ecosistema de la dehesa es inigualable, no existe nada parecido en el mundo a este, localizado fundamentalmente en Andalucía (Sierra Morena), Extremadura y sur de Portugal, a cualquier nivel al que quiera ser comparado, es obvio que este mar de encinas es algo único y excepcional.

Dentro de la biodiversidad de Los Pedroches diferenciamos Dehesa, Sierras, Seudoestepas y Zonas Cultivadas, así como por supuesto Ríos y Arroyos. Las dehesas, se definen según el Libro Verde de la Dehesa que publicó la Universidad de Córdoba como “sistema de explotación ganadera y/o cinegética de carácter multifuncional en el que al menos el 50 % de la superficie está ocupado por pastizal con arbolado adulto disperso productor de bellotas y con una fracción de cabida cubierta entre el 5 y el 60 %”.

Bien a nivel más práctico, las dehesas ocupan en España unos 3,5 millones de Hectáreas, se localizan en los lugares más llanos de nuestra sierra, dan sustento y alimentación a todo el ganado de la comarca, es muy normal ver a cerdos, ovejas, cabras, vacas y/o caballos pastando alegremente en estos entornos de alto valor pascícola dominado por las gramíneas perennes y los tréboles. Es habitual ver dentro de una misma explotación ganadera el aprovechamiento múltiple de la misma, esto que para nosotros es un asunto de lo más normal, causa la mayor de las admiraciones a los visitantes de nuestra comarca, que incrédulos no están acostumbrados a ver tanta diversidad por metro cuadrado.

Pero ojo, la encina, principal componente de la dehesa, corre un grave peligro, tiene tres frentes abiertos en su contra cuya conjunción les hace letales para con ella: la inexistente regeneración del arbolado, la sobreexplotación ganadera y las plagas. La encina, (Quercus ilex), es un árbol de la familia de las fagáceas cuya capacidad de regeneración es escasa, su crecimiento es muy lento y la verdad es que cuesta mucho, muchísimo diría yo, conseguir que nuevos ejemplares ocupen el lugar de los que ya no están en el campo, por eso no se puede cuantificar lo mucho que vale una de nuestras encinas y lo irremplazable de su pérdida.

La dehesa a veces tiene ese gran sin sentido, al igual que es creada por el hombre, puede ser destruida por el mismo, ojalá que no, este magnífico ecosistema mediterráneo tiene ese inconveniente, Ricardo Gamaza, periodista y experto en Medio Ambiente, afirma en su artículo: La dehesa de se muere, que la sobreexplotación de la dehesa provocará que desaparezca en un futuro no muy lejano ya que los productos obtenidos en la misma (carnes, lácteos, etc.) no se valoran como merece en los mercados.

En mi opinión, la dehesa siempre ha sido un sistema de producción viable y sostenible, sin embargo las tendencias comerciales absurdas son las que rompen dicho equilibrio, más bien lo están destrozando, los productos de nuestras dehesas están a un nivel superior que otros de la misma categoría con los que se les compara, sin embargo en un supermercado desgraciadamente no resulta ser así, por ejemplo un chuletón de ternera de Los Pedroches, al ser comercializado aún no tiene ese diferencial en precio que debería por la calidad que atesora ya que ha sido producido en este incomparable entorno, a eso me refiero. Otra muestra de lo expuesto y aunque es un tema amplio el de los jamones en el que no voy a entrar por no ser conocedor exhaustivo de esta materia, pero sí opino abiertamente que hay algo obvio que no se nos escapa a los habitantes de la comarca, aún siendo la misma raza, la ibérica, no es igual un cerdo ibérico criado en una granja que ese mismo cerdo ibérico criado en Los Pedroches, entre encinas, quejigos, alcornoques y robles, invariablemente el resultado siempre será diferente y la balanza cae siempre del lado de nuestro valle, por tanto y termino, no tenemos otra o valoramos lo que tenemos o nosotros mismos lo destrozaremos. 


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