Epíteto 6: Dejémonos de epítetos

PAULA RANCHAL GARCÍA
(Estudiante 4º ESO) 


Hoy voy a hablarte de ti. Da igual cuándo estés leyendo esto y el sitio en el que te encuentres. No importa si estás súper feliz, si el mundo se cae a tu pies o si tienes ganas de romper una silla, porque hoy vengo a hablarte de ti.

Supongo que no hay nadie mejor que yo para hablarte de ti, teniendo en cuenta que muy probablemente no te conozca de nada, pero, ¿desde cuándo eso importa?

Si te soy sincera, creo que sé quién eres, creo que tengo muy claro que eres una persona, un ser de esos a los que todos llaman “humano”, alguien con cualquier tipo de capacidad, aunque a veces dudes de si te será útil algún día. Puedo suponer que eres alguien que tiene, tuvo o tendrá complejos… Mmm, interesante palabra. Los complejos son esas cosas que al mirarnos al espejo no nos gustan, o que sentimos que sobran, sí, más o menos esas cosas, porque no merecen más importancia que llamarlas así. Las cosas tampoco importan. Hala, preocupación menos.

Bien, sigamos, tengo claro que ha habido momentos difíciles en tu vida, de esos qué dices: “joder, vaya mierda”, y piensas en caer al suelo y dormir infinitamente. Caer luego es divertido, si no, móntate en una montaña rusa algún día, o si no, tírate a la piscina cuando tengas mucha mucha calor, te molará. A lo que iba, típicos momentos de vacío que no sabes cómo llenar, vacío como el vaso a medio llenar en el que no vemos el agua, ¿no? Chorradas psicológicas. Siempre quedará agua, recuérdalo, a menos que te la bebas toda, entonces tendrás que llenarla a lágrimas, que no está mal tampoco.

Otra cosa que también sé es que hay algo que te gusta, quizá sea el atardecer, las jirafas o el dedo izquierdo del pie de tu peor enemigo, pero es que realmente te gusta, y a veces no quieres admitirlo, y otras tantas no tienes ni idea de por qué. Es súper gracioso, la ironía nos corroe. Tristemente también nos corta las alas, y no sabes cuánto puede dolerle eso a un pobre pajarito, imagínate a ti que tienes, o al menos en ello confío, más cerebro que él. Ser ingenuo a veces es útil, hacértelo ya ni te imaginas, pero nadie se libra lo suficiente de su ingenuidad como para ser sí mismo en absolutamente todos los sentidos. Me gustaría que fueras la excepción.

Se me ha olvidado decir que amaste, un día, en un momento y en ese lugar que sabes, amaste con todo tu corazón, y ya pasó. Nunca podrás amar como amaste, porque al pasado no vuelve y he usado pretérito perfecto, que se dice ‘perfecto’ porque lo que ocurrió queda perfectísimamente inmóvil pase lo que pase en el presente, barra futuro. No seas torpe, un avanzado de la vida inventó el carpe diem para algo.

También he llegado a la conclusión de que has conocido a mi amigo Miedo, y es mi amigo porque no paro de verlo por todas partes. Te ha dado mucho por saco, y eso te ha hecho evadirte o alejarte de algo de lo que no querías del todo hacerlo. A veces, todo esto te hacía abatir y entrar en uno de esos momentos malos de los de antes, otras, conseguías apañártelas para enfrentarte a él y darle un zas en toda la boca pasando por delante y usando la mejor arma creada en este universo, la ignorancia. ¿Para qué prestar atención si estás prestando pérdidas de tiempo?

Hago un inciso para decir que creo que, prácticamente todas las personas en nuestra otra vida fuimos peces pescados, ya que vivimos entre redes, y no pretendo ser graciosa, porque nos están haciendo lo que le hacen a los peces de verdad, encadenarnos. Cuidado sociedad, que vienen olas.

Por último y para terminar lo que empecé al principio del texto, quiero que sepas que aunque estés flipando porque te conozca más de lo que imaginabas, sólo tú sabes quién eres, tipo el juego de “Quién es quién” en el que eres únicamente tú el que conoce la respuesta. No dejes que nadie diga que no es así, y si lo haces, devuélvele inteligencia por mención doble, tú ya eres grande de por sí.

-Texto apto para todos los públicos-


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