La culpa de todo

JUAN BOSCO CASTILLA
(juanboscocastilla.com)


Todos contra Rajoy. Todos contra el PP. Todos contra la derecha rancia que manda ahora en España. Ese ha sido el discurso generalizado entre los partidos de izquierdas y nacionalistas que hay en el Congreso de los Diputados. Y ante el enemigo común, han sumado sus votos para quitarlo, algo muy distinto de decir que se han unido, pues no tenían proyecto común alguno fuera del expresado. Al PSOE, a Podemos y a los nacionalistas lo único que los unía era quitar a Rajoy y al PP. Bien, ya lo han conseguido. Y ahora que no está Rajoy en el Gobierno, ¿qué los unirá?

Yo creo que nada. Por eso no entendí muy bien el abrazo que se dieron Pablo Iglesias y Pedro Sánchez tras la moción de censura triunfante. El PSOE está ahora gobernando y gobernar es la mejor propaganda electoral. Además, el Gobierno tiene con muchos ciudadanos una suerte de vínculo afectivo, especialmente con los más medrosos y conservadores, que prefieren que las cosas se queden como están a los riesgos de que venga otro y las cambie. El partido del Gobierno, en fin, se expande por naturaleza, especialmente cuando no está quemado por las decisiones que ha ido tomando por el camino.

El partido del Gobierno es ahora el PSOE, y se expandirá por sus flancos naturales: hacia la izquierda, por el espacio que está ocupando Podemos, y hacia la derecha, por el que está ocupando Ciudadanos. A ambos, Podemos y Ciudadanos, les viene mal electoralmente que gobierne el PSOE, pero especialmente a Podemos, que tiene millones de votos que antes eran del PSOE y que se ha quedado sin Rajoy tomando decisiones y sin argumentos para criticar al Gobierno que ha apoyado, que es manifiestamente de centro izquierda y está muy lejos de los postulados antisistema o casi antisistema de Podemos.

También se ha quedado sin no pocos argumentos ciudadanos, que estaba tachando al PSOE de tibio con los separatistas y ha criticado la ayuda que le han prestado para conseguir el Gobierno y se ha encontrado con un equipo ministerial que podía haber firmado el mismo Rivera, de tan técnico, europeísta y centrado. Y de tan contrario a hacer concesiones a los separatistas.

Los separatistas son otros que se han debido quedar con un palmo de narices. Rajoy tenía a la Ley y al Tribunal Constitucional de su parte, pero carecía de impulso político, y no tenía ministros que refutaran con eficacia ese relato del España nos roba y del derecho a decidir de los pueblos. Pedro Sánchez, en cambio, ha contado con el más brillante de los refutadores del separatismo, Josep Borrell, que para colmo es catalán, como ellos, y nada menos que como ministro de Asuntos Exteriores.

Electoralmente, echar a Rajoy no le viene bien a ningún partido excepto al PSOE y, tal vez, al PP, que ahora tiene la posibilidad de renovarse a fondo, lo que muy probablemente no hubiera hecho de haber seguido como estaba. De no haberse ido Rajoy, el PP no habría tenido una caída traumática, sino un declive paulatino que lo habría mantenido ensimismado y con el discurso de la derecha moderada en manos de Ciudadanos. Ahora puede reorganizarse y hacer lo que hacía antes el PSOE, y decir Pedro Sánchez tiene la culpa de todos los males de España.

Todos los que antes lo tenían fácil aplicando el sencillo lema de que “la culpa de todo la tiene Rajoy” deben recomponer su discurso y echarle la culpa a otro, que es el abecé del argumentario normal de los políticos. Como Rajoy era una buena percha de las tortas, no me cabe duda de que algunos de los que lo han echado se van a dar cuenta pronto de que con él como Presidente el Gobierno vivían mucho mejor.


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