782 años de ‘ocupas’ y el Ayuntamiento sin enterarse


ARTURO LUNA BRICEÑO


Uno de los atavismos clásicos del sector zocato y ácrata del personal hispano es el anticlericalismo. Como si de aves migratorias o de una epidemia se tratase, cada cierto tiempo aparece y se activa. Y la consecuencia es que hay que revisar la historia de la iglesia, si es la romana, mejor que mejor. Registrarle la bolsa, husmearle sus cuentas, abrirle los cepos y rascarle los cimientos a sus sedes, para ver, si hay suerte, y se caen.

Ahora, como ciclo secular que reverdece, se vuelve a poner en tela de juicio la propiedad de la Mezquita Catedral de Córdoba. Y todo, porque los curas, resabiados de tantas desamortizaciones, han barruntado las ansias de la progresía y han decidido, de acuerdo a la ley, registrar el templo como propiedad de la Iglesia Católica, administrada y mantenida por el Obispado y Cabildo de la Catedral de Córdoba.

Capilla del Sagrario de la Mezquita-Catedral de Córdoba.

Pero la ciudadanía que no gustan ni de rezos ni de misas han pensado: ¿Si la registran ahora, es porque no era suya?

Y dicho eso, abren una campaña mundial a la voz de que la Iglesia se ha apoderado de un monumento público: La Mezquita de Córdoba. Y la cosa expuesta así tiene truco. Le han restado parte al título del monumento. Se han comido, a sabiendas, la palabra Catedral. Y una Catedral no es un monumento público, es un monumento para el culto, rezo y ritual religioso. Y esto lo dejó muy claro Jesucristo cuando, látigo en mano, despachó a negociantes, mercaderes y comerciantes del Templo de Jerusalén.

La polémica no es de ahora, pero como ya sabemos que lo público no es de nadie: ¿Por qué la iglesia se ha de quedar con ello?

Miguel Ángel Orti Belmonte, en su libro. “La Catedral - Antigua Mezquita y Santuarios Cordobeses”. (Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. 1970) narra el pleito que mantuvieron el Concejo de Córdoba con el Obispo y el Cabildo de la Catedral por la construcción del Crucero que se estaba labrando dentro de la Mezquita, después de derribar parte de ella. En la página 27 dice: “El erudito historiador cordobés, señor Ramírez Arellano, en su Diccionario biográfico de artistas de la provincia de Córdoba, dice, “que la construcción del crucero se acordó por el Cabildo... el 22 de julio de 1521… y por tanto, debía de procederse a labrar fábrica suntuosa en mitad de ella y que el Cabildo nombrase personas que entendieran en este asunto, para lo cual se enviaría por maestros de cantería, para facerlo con su consejo. Este parecer del Obispo fue aprobado, y se dio principio a la obra en el año de 1523”.
Y continua Orti Belmonte diciendo: “En el archivo municipal de Córdoba se conservan los documentos siguientes, hasta hoy inéditos, que demuestran la verdad de la tradición y que reproducimos a continuación.
Son estos los acuerdos capitulares transcritos fielmente del libro de actas del Cabildo de la ciudad del 1.523, un pregón, condenando a pena de muerte a todo el que interviniera en la demolición de la Mezquita”.


Libro de Orti Belmonte


Respondiendo a este Pregón el Obispo, Deán y Cabildo de la Catedral de Córdoba invitaron a levantarlo bajo pena de excomunión mayor al Concejo, Justicias y Regimiento de la Ciudad de Córdoba. Ante la actitud de la Iglesia el Concejo denunció ante la Chancillería a los de la Catedral. Proceso que Orti Belmonte dice que se encuentra en el Archivo Municipal: “Una real Provisión fechada en Loja el 14 de Julio de 1523, declarando la Cancillería que el Provisor de Córdoba hacía fuerza en no otorgar las apelaciones que el Ayuntamiento había interpuesto en el pleito que seguía contra el Cabildo eclesiástico sobre la edificación del crucero ordenando también en ella que se levantara la pena de excomunión a quienes por este asunto se le había impuesto”.

Esta sentencia deja claro que el Concejo de la Ciudad de Córdoba no tenía propiedad, ni parte en la Mezquita Catedral de la ciudad, la Chancillería de Granada, a la sazón con sede en Loja, lo dejó claro y es cosa juzgada.

Pero hay otro Archivo en manos de la otra parte del pleito y que tiene mayor antigüedad que el Municipal de Córdoba: El Archivo de la Catedral.

Manuel Nieto Cumplido, Canónigo Archivero de la Catedral de Córdoba, en el libro coral: “Córdoba; Apuntes para su historia” (Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. 1981) en la página 135 se encuentra su trabajo titulado: “LA RESTAURACIÓN DE LA DIOCESIS DE CORDOBA EN EL REINADO DE FERNANDO III EL SANTO”.

Y comienza diciendo Nieto Cumplido en el primer apartado: “EL HECHO RELIGIOSO Y CRISTIANO DE LA CONQUISTA”, dice: “Aun cuando las primeras actividades y cultos cristianos en Córdoba debieron tener lugar en el campamento de Fernando III, situado en el que siglos después sería denominado Campo de la Verdad, la entronización de la fe cristiana y la manifestación solemne del cambio religioso operado en la antigua sede del Califato de Occidente tuvo lugar el día de San Pedro y San Pablo de 1236 – feliz día que ilumina a los cristianos de todos los puntos cardinales del orbe, según la “Crónica latina de los Reyes de Castilla” , cuando el obispo de Osma don Juan Domínguez, canciller del rey y posible redactor de la crónica, y el maestro Lope de Fitero, futuro obispo de Córdoba, acompañados del crucífero, tras colocar la cruz en el alminar de la Mezquita, entran en esta para proceder a los ritos de purificación y santificación del lugar ya que así lo exigía el destino que el rey había dado a este magnífico edificio: ser iglesia de Jesucristo bajo la advocación de la Madre de Dios.

La Primera Crónica General insiste en el tema de la dedicación de la antigua mezquita y, por tanto, en su entrega al exclusivo uso del culto divino, lo que a la vez significaba la donación del edificio a la Iglesia”.


Una imagen del interior de  la Mezquita-Catedral.


Manuel Nieto Cumplido escribió el guion para el Video Conmemorativo del XII Centenario de la Mezquita de Córdoba, en el cual colaboré con la realización y dirección. Este documental tiene un apartado dedicado al Archivo de la Catedral en el que se ve parte de su fondo documental. Archivo que Orti Belmonte titula de “virgen” y al que pocos historiadores han tenido acceso.

Por la otra parte, la que ahora demanda su propiedad, hay que hacer notar que en el último tomo de “Haciendas de Seglares de la Ciudad de Córdoba” del Catastro de Ensenada, el Concejo de Córdoba en 1752, hace declaración de los bienes y edificios que posee, y no hay constancia de que entre ellos estuviera la Mezquita Catedral de Córdoba.

No me declaro a favor ni en contra de ninguna postura. Pero cuesta mucho trabajo creer que la Iglesia Católica Cordobesa haya estado de “ocupa” en la Mezquita 782 años y el Ayuntamiento Cordobés no se haya dado cuenta hasta ahora.  


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