Más allá de las siglas

LAYLA MECHBAL GRACIA
LOS PEDROCHES


Desconcierta observar que por arañar unos votos, de cara a unas elecciones municipales y tras décadas de paz, haya políticos, algunos muy jóvenes, empeñados en encasillarse a sí mismos y a sus rivales en “bandos históricos” que no tienen cabida en la política local, pues dividen a la población y dificultan la convivencia. En los pueblos prima la persona.

Legalizar el suelo industrial, mejorar las infraestructuras, frenar la despoblación, crear empleo, promover el turismo, ampliar zonas verdes, reparar la canalización de las aguas…. nada tienen que ver con la ideología, sino con una buena gestión de los recursos económicos por parte del equipo de gobierno. Más allá de las siglas, la máxima, debe ser la búsqueda del bienestar del pueblo.

Un buen partido que pretenda gobernar un municipio debe de presentar una candidatura en cuyo discurso quede patente el deseo de representar a TODOS y hacerlo por igual, no a unos más que a otros y mucho menos a solo unos pocos. Debe enfrentarse a sus oponentes con concordia, mostrándose siempre dispuesto al diálogo en busca de acuerdos de gestión que beneficien al pueblo. Debe poner en el centro a la ciudadanía a fin de mejorar su calidad de vida. Más allá de la ideología y de programas electorales cerrados ha de escuchar a todo aquel que lo pida, pero también ha de hacerse presente sin que se lo pidan, en la calle, con los vecinos, los colectivos, con la gente.

Si ese partido tiene representación, pero no está en el equipo de gobierno, deberá facilitar que aquello que proponía en su programa se haga posible, aunque el tanto se lo apunten otros. Si consigue estar en el equipo de gobierno, deberá tener la necesidad de comprobar si permanece en sintonía con quienes le dieron su confianza y si las decisiones que toma responden a las expectativas del pueblo, sin dar por hecho que estar en el gobierno confiere irrebatibilidad.

Estas buenas intenciones pueden proponerse inicialmente con palabras, pero si quien las expone ha representado al pueblo anteriormente, con el mismo grupo o con otro, estas palabras deberán quedar avaladas por hechos. Hechos en forma de buenas maneras de hacer política, de coherencia, de transparencia y logros de gobierno durante su representación.

Por su parte, para no ser manipulado, un buen electorado debe procurar estar bien informado, hacer una evaluación profunda de la situación real y una autoevaluación de sus creencias, con el fin de llegar a sus propias conclusiones con todas las consecuencias. Y en esas me encuentro yo, en el pensamiento reflexivo, dándome cuenta de que en esta ocasión, tratándose de unas municipales, las “etiquetas políticas” aportan poco y separan mucho. 


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