El descenso de la afición taurina en Pozoblanco

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


Pasadas varias semanas de la terminación de la feria de Pozoblanco, y con la visión y tranquilidad de análisis que dan los días que han transcurrido, puedo decir de forma analítica y objetiva que la feria taurina está en clara y progresiva decadencia, con difícil solución para obtener la recuperación.

Este descenso de aficionados que acuden a la plaza viene desde hace tres lustros, todo ello provocado por varias circunstancias.

La primera es que no se ha trabajado ni fomentado la afición en los jóvenes con entradas económicas, como por ejemplo de 10 € sol y 15 € sombra para menores de 30 años. Igualmente para jubilados y parados, sin límite de entradas.

Otro aspecto negativo es el precio en general de los últimos años, donde los abonos deberían tener un descuento del 15%. Además hay que sumar el cambio exagerado de empresarios en los últimos 8 años.

Otro apartado muy negativo ha sido, en la mayoría de los casos, la inclusión de carteles mediocres, con poco gancho para llevar a la gente a la plaza. Por último, las irregularidades que hacen los empresarios a última hora, como el año pasado no trayendo a Diego Ventura, con el rollo de la enfermedad, entrando en su lugar otro compañero con la mitad de caché.

Este año la empresa sabía que Antonio Ferrera, el más atractivo del cartel de a pie, no iba a torear, por lo menos tres o cuatro días antes, y no hicieron nada para buscar un sustituto de su nivel, sacándose de la chistera un mano a mano sin atractivo, pero muy rentable para la empresa por el dinero que se ahorraba.

Los empresarios tienen que tener un conocimiento amplio de la plaza que gestionan, de la afición local y comarcal y de la mejora de propuestas que pueden hacer para que la cosa medio funcione. Y, sobre todo, se debe tener la voluntad férrea y sincera de que se cumpla, siempre que sea posible, con lo que se pone en los carteles.

En la década de los 40 y 50, tan difíciles para todos, había un empresario taurino modesto que se llamaba “Fatingón”. Él nunca tenía dinero, pero su afición era desmedida y su fin era dar corridas en plazas de cuarta y portátiles.

Compraba toros pasados, de 5 y 6 años, porque eran más baratos. Como no tenía dinero, no podía comprar sobrero y acudía con solo 6 cornúpetas. Cuando, en el propio camión, la autoridad y el veterinario se disponían a reconocer el ganado, “Fatingón” contrataba a una persona para que se metiera en la jaula del camión que correspondía al sobrero y, con un ladrillo en cada

mano, a la señal del empresario, este se ponía a pegar ladrillazos con todas sus fuerzas y entonces le comentaba a la autoridad y al veterinario que el sobrero era muy bronco y peligroso, con lo cual abortaba el reconocimiento del mismo.

El problema que tenía “Fatingón” era el día que le echaban un toro para atrás, y entonces cogía él mismo y, al astado devuelto, le lanzaba un cubo de cal líquida encima del cuerpo y lo sacaban a la plaza como sobrero, y la gente exclamaba ¡anda si el sobrero es un berrendo!

Comparado con la mayoría de empresarios que hay hoy en día, “Fatingón” era un auténtico señor, porque anteponía su desmedida afición taurina en unos tiempos muy revueltos a su interés pecuniario.

El equipo de gobierno municipal, junto al empresario, deben de plantearse seriamente qué es mejor, ofrecer un buen plato o dos mediocres. O lo que es lo mismo, en la actualidad, con más contras que pros para la fiesta taurina, Pozoblanco sólo puede aspirar a dar un festejo, pero que éste reúna el atractivo suficiente para cuando menos llenar tres cuartas partes del aforo de la plaza, contando con la comarca, pueblos limítrofes del sur de Ciudad Real y de la parte oriental de Badajoz.

Si no se toman medidas, será cuestión de pocos años el que una de las plazas de tercera más bonitas de Andalucía ponga el cartel de “cerrado para todo tipo de espectáculos taurinos”.

Con toda mi modesta opinión, siempre será mejor un buen plato que dos mediocres, porque de lo contrario las corridas de toros fallecerán en Pozoblanco.


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