Y entre tanta pasión de Cataluña, de España o del mundo, olvidamos lo más importante, vivir

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


El mundo está lleno de historias personales. Son historias sentimentales, laborales, familiares, escolares, etc. Cada uno tenemos las nuestras. Nos vamos reinventando y creciendo. Y el gran enemigo es el tiempo. Todos los paraísos terrenales son los que se han perdido. No los hemos apreciado hasta que han desaparecido y se nos han escapado. Era el paraíso de nuestra infancia, el de nuestra adolescencia cuando amábamos, el de aquel tiempo cuando estábamos rodeados de los nuestros, que algunos ya se marcharon.

La vida tiene períodos de todos. Unas veces es amable y otras contradictoria. En ocasiones es tensa y en otras reposada. El mundo de las pasiones es el que nos marca siempre. Y en él está la clave de la felicidad. Hay que sentir lo que hacemos. Sentir al que tenemos al lado, sentir los pensamientos, sentir nuestras acciones, sentir nuestro trabajo. Sentir. Es la base para crearse uno a sí mismo.

Hay gente que cree tener la verdad absoluta y otros no creen en sí mismos pero todos caminamos y caminamos. Decía Galimberti que “el deseo no sabe qué quiere”. Y puede ser. Si lo trasladamos al mundo material en el que vivimos, podemos decir que estamos llenos de deseos fugaces y confusos. Dice el anuncio de los supermercados ALDI que “lo que vale mucho, cuesta muy poco”. Nuestros deseos son por cosas que no tenemos. No deseamos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

El deseo y el tiempo nos define. El deseo nos hace estudiar esta u otra carrera. El deseo nos hace elegir este u otro trabajo. El deseo nos hace formar pareja, tener una familia más o menos numerosa. El deseo es lo que nos mueve. Y esa es la base de tantas cosas aunque dejemos muchos deseos en el camino. Luego está el tiempo con el que contamos para cumplir esos deseos.

La sociedad actual ha cambiado de deseos. Los de antes no valen para ahora. Hemos transformado nuestros deseos. ¿Y qué es un deseo? Pues un árbol lleno de promesas que se cumplen y otras que no. A esa árbol vamos con frecuencia a coger nuestros deseos. Y cada vez nos vamos más arriba, a las ramas, dejando el tronco de nuestras vidas vacío. La pena es que cuando deseamos lo verdadero, es cuando se nos está escapando por uno u otro lado.

Hemos perdido los valores y también la fantasía. Ahora los chavales juegan con desconocidos que aparecen en sus máquinas inteligentes, en juegos donde no cazan mariposas, pero sí puntos y dinero virtual matando marcianitos. Leer o escuchar música es hablar con nosotros mismos y conocer al ser que llevamos dentro. Cada vez nos conocemos menos pues leemos poco y no nos educan en sentir. La vida es un auténtico sentimiento. Los sentimientos se aprenden si el mundo los muestra.

Con Modesto Sánchez y Auxi Herruzo en los estudios de COPE Pozoblanco.



Decía Rainer María Rilke que las obras de arte nacen siempre de quien ha afrontado el peligro, de quien ha ido hasta el extremo de la experiencia, hasta el punto que ningún humano puede rebasar. Cuanto más se ve, más propia, más personal, más única se hace una vida. Ayer la Asociación Contra el Cáncer me pidió que hiciera un programa especial en la radio con el testimonio de personas llenas de deseos de vida. Hasta allí fueron Modesto y Auxi a transmitir energía. Contaron que son otras personas ahora. Desde su enfermedad aman la vida mucho más. Hay que vivir siempre sacando cosas positivas de los que nos pueda parecer incomprensible. Vivir siempre luchando. Luego el azar, la vida, el futuro o lo que sea, nos llevará, nos dejará o nos concederá un tiempo más. Como decía mi hermano siempre, “que por nosotros no quede”. Y así lo hizo él, siendo hasta el final la persona más elegante que jamás he conocido. La vida es el deseo que mueve el mundo, aunque algunos no caigan en la cuenta y se dediquen a vivir sin más.

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