Las historias de mi padre (IX)

ANTONIO ARROYO CALERO


En 1833 moría el nefasto rey Fernando VII. En 1830 el rey, que no tenía hijos varones, había abolido una ley, vigente desde 1713 ( Ley Sálica), establecida por su antecesor Felipe V- primer Borbón- por la cual quedada prohibido que pudiesen reinar las mujeres.

Muerto el rey, y gracias a la mencionada abolición, sube al trono la hija mayor de Fernando VII con el nombre de Isabel II que por entonces solo contaba con 3 años de edad y por lo tanto ha de ocupar la regencia su madre María Cristina de Borbón.

El hermano del rey Carlos María Isidro, entiende conculcados sus derechos al trono y se enfrentará a su sobrina en un conflicto bélico que asolará la nación lo que restaba del siglo XIX.

Alrededor del pretendiente se agrupan todas aquellas fuerzas que bajo el lema “Dios-Patria-Rey” representan el absolutismo más rancio que ya había quedado trasnochado después de la Constitución de 1812.

La Regente, en contra de su voluntad y de sus ideas, no tiene más remedio que apoyarse en los partidos liberales defensores de una monarquía constitucional en la que el rey reina pero no gobierna.

La nación se verá inmersa en una serie de guerras civiles ( Guerras Carlistas) que durarán hasta 1876 con algunos intervalos de paz.

En esta situación los militares asumirán un excesivo protagonismo no solo en el plano militar sino también en el político. Los sucesivos “pronunciamientos militares” de los generales (“espadones”) condicionarán, durante décadas, el curso de los acontecimientos políticos.

El “motín de la Granja”, en 1836, obligará a la Regente a volver a la Constitución de 1812 abolida por su marido. El pronunciamiento de 1854 liderado por el general O´Donnell traerá como consecuencia lo que se denominó “bienio progresista”. En 1868 los generales Prím y Serrano junto al almirante Topete propiciarán el final del reinado de Isabel II. En 1874 el pronunciamiento del general Pavía dará fin a la I Republica y el último pronunciamiento del siglo liderado por el general Martínez Campos, a finales de de este mismo año, supondrá la restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II.

Pero no todos los pronunciamientos militares triunfaron, algunos de ellos fracasaron. Entre ellos el liderado en 1844 por el coronel de caballería Pantaleón Bonet que tuvo lugar en la región de Valencia.

Contaba mi padre que, sofocada la rebelión, el cabecilla fue juzgado en Valencia.

Componían el alto Tribunal Militar ocho militares de alto rango presididos por un General. Se abre al juicio y el presidente pregunta al acusado:

“¿Y Vd. con quién contaba?”.

“Si hubiese triunfado, con todos Vdes.”- Contestó el acusado-

“Pero como he perdido, no cuento con nadie. Estoy más solo que la una”.

Enseñanzas de la vida, añadía mi padre.


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