En un lugar de la jara, de cuyo nombre hoy quiero acordarme - II

JOSÉ ANTONIO CARBONERO FERNÁNDEZ
(Técnico de la Cooperativa Olivarera Ntra. Sra. de Luna de Vva. de Córdoba)


Inevitablemente la Virgen de Luna me lleva a la infancia, a la mejor parte de la misma diría yo. Dice Tom Stoppard, “sí llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás”, posiblemente a eso me recuerda la Romería de la Virgen de Luna, a una época feliz, a momentos muy agradables.

Recuerdo bien los nervios y las ganas de aquel niño que había quedado con sus amigos a la mañana siguiente para ir al Santuario de la Jara y acompañar a la Virgen de Luna, compartir un día estupendo con la familia y volver con la patrona disfrutando del viaje, observando las estampas que ofrece, aún tengo grabadas las incomparables puestas de sol vividas, y como se reflejaban sobre la dehesa de la Comarca de los Pedroches.

Recuerdo el ir y venir de gente por las calles, preparándolo todo para el día de la romería, romeros que por diversas circunstancias están fuera de nuestros pueblos, y que ese fin de semana, como niños escapan de sus rutinas, de sus ciudades, de los estreses y desasosiegos, vienen a buscar y encontrar esa paz interior que sólo proporciona algunos hechos concretos, romeros como decía, que en cierto modo, también vuelven así a su infancia, a su peregrinar anual para así para acompañar a la Virgen de Luna.

La dehesa es un lugar fascinante, el transcurso de la romería por sus caminos y rincones ofrece una experiencia inigualable en todos los sentidos. ¿Qué duda cabe verdad?, nos encontramos ante un marco incomparable, uno de los ecosistemas más singulares del planeta. Un modelo tradicional de desarrollo sostenible que conserva toda su vigencia en la actualidad, un magnífica exposición de flora y fauna autóctona, un magnífico contraste de colores que atrapa compulsivamente a todo aquel que por ella transita, por tanto, tenemos la gran suerte de poder visitarla y si además conjugamos todo con la celebración de una romería cargada de encanto con nuestra patrona, como no podía ser de otro modo, el resultado es un auténtico espectáculo.

Decía Germán Dehesa, “Los hechos que obligan a definirse, son los que cuentan”, en cierto modo, recuerdo como mi madre pasaba los días anteriores a la romería, preparando un magnífico elenco de flores en el patio de nuestra casa el cual se llenaba de colores y de vida para acoger a tan gran señora. Al criarme en la calle Pozoblanco, y muchos familiares y vecinos venían a recibir o despedir a la Virgen de Luna a nuestra casa, era un momento de encuentro vibrante que lógicamente ella vivía con orgullo y gran alegría. También me acuerdo de verla preparando esas magníficas meriendas, tan típicas de ese día, de las que las que luego dábamos buena cuenta, siempre en buena armonía y mejor compañía.

Es evidente y lógico pensar que tanto su madre como yo, intentaremos en la medida de lo posible transmitirle a nuestra hija, Rosalía, lo que desde pequeños hemos sentido por la Virgen de Luna, ese cosquilleo interior que sólo ciertos momentos y/o lugares proporcionan, ese fervor por nuestra patrona y todo lo que representa, ese gran anhelo de paz y esperanza que nos transmite. De cómo confiamos en que nos ayude en nuestro día a día, de cómo creencia y admiración se unen para rendir tributo a una imagen que representa la lucha, el esplendor y todo lo bueno que la comarca de los Pedroches posee.


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