Y Camela puso todo patas arriba

EMILIO GÓMEZ
DOS TORRES

Camela revolucionó uno de esos viernes de primavera en el que te sobran mangas cuando entras al concierto y te hacen falta todas cuando la música se apaga. Nadie esperaba tanta gente-cerca de 4000 personas-. Gente de todas las edades y de todos los pueblos de la comarca. También de otros sitios. A saber de dónde. Había gente por todos lados.

A Camela le han puesto de sambenito de ser un grupo friki a caballo entre el pop, la rumba y el flamenco. Con lo que eso supone para la crítica que busca siempre la pureza de estilos. No soy yo un fans de Camela ni de su rumba electrónica. Fui porque me lo pidieron y encontré un espectáculo basado en una combinación de pasiones. Por un lado el alma que le ponían Ángeles y Dioni. Y por otro el recuerdo de canciones que todo el mundo se sabía. Todo con ese ritmo machacón y pegadizo con Lágrimas de Amor, No pongas riendas al corazón o Cuando zarpa el amor. Algunos de esos amores ya zarparon hace tiempo. Algunos se mantienen en la barca después de haber salvado las islas del tiempo. 



¿Quién no ha escuchado alguna vez a Camela en estos últimos 25 años? Albañiles, profesores, administrativos, comerciales. En otro tiempo hubo mucha gente que decía que no escuchaba a Camela pero cuando estaba sola en su casa la ponían en esos radio cassette de entonces. Ha sido uno de los grupos españoles que más ha vendido en los noventa.

REBOBINANDO estuvieron toda la noche los Camela. Como decía en un concierto Pecos “la gente quiere siempre las canciones de antes cuando entonces eran otros o al menos más jóvenes”. Camela celebró en Dos Torres sus 25 años de singularidad y éxito comercial frente a todo prejuicio.

Dos Torres se ha caracterizado siempre por su apuesta por la música española y conciertos de relumbrón, pero de un tiempo a esta parte había desaparecido un poco de la plataforma musical. Ayer resurgió con mucho público.

El Slow Music ha desatado en todos un espíritu de organizar conciertos atractivos que llenen. No es fácil unir a la gente en un gusto musical. Se consiguió. “Camela mola” decía una joven al salir del concierto. No sabía que en otro tiempo la gente se cortaba de pedirlo al disc-jockey, aunque cuando yo ponía música colocaba el ‘Lágrimas de Amor’ o el ‘Nunca debí enamorarme’ cuando la gente se desataba en la pista de la BCM. Me consta que mi amigo Andy también lo ponía en esas horas sueltas en la Nivel 0. ¡Qué tiempos aquellos donde había dos discotecas que competían! En aquellos años Camela no ocupaba un lugar principal. Ahora puede que sí. Quizás porque se fue injusto con ellos o quizás porque haya bajado el nivel musical. Sea como sea, ayer fue una fiesta en Dos Torres. ‘Fiesta Camelaria’. Sin olvidar a los teloneros pozoalbense que no defraudaron. Estuvieron bien en su gran día. Con 4000 personas. No se habían visto nunca en una de estas. Pero lejos de tensionarse, se vinieron arriba. La noche invitaba a eso. 




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