Las historias de mi padre (XVI)

ANTONIO ARROYO CALERO


Es el Ateneo de Sevilla una institución cultural creada en 1887 con el fin de impulsar el mundo intelectual y cultural de la ciudad.

Juan Ramón Jiménez comentaba que se había hecho escritor en la biblioteca del Ateneo.

En 1927, con motivo de un homenaje a Góngora organizado por el Ateneo, se dieron cita en Sevilla un grupo de escritores ( Alberti, Lorca, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, etc) . Allí nació lo que luego se conocerá como la “ la generación del 27”.

Sus salones han acogido tradicionalmente a personajes de gran relieve dentro del mundo de la cultura, de la literatura, de las artes o de la política.

En la época franquista daba una conferencia en el Ateneo D. Esteban Bilbao Eguía, personaje relevante de la vida política de su época. Nacido en Bilbao en 1879. Afín a la corriente carlista. Antirrepublicano. Había participado en el golpe de estado encabezado por el General Sanjurjo ( “la sanjurjada”) que se inició el 10 de Agosto de 1932. Fracasado el golpe, Sanjurjo tuvo que exiliarse a Portugal.

Era D. Esteban abogado, miembro de las Reales Academias de las Ciencias y de la Jurisprudencia. Había sido Presidente de la Diputación de Vizcaya, miembro del Consejo Nacional del Movimiento, Ministro de Justicia en algún gobierno de Franco y Presidente de las Cortes desde 1943 a 1965.

Un ilustre y poderoso personaje de aquel tiempo.

El Ateneo estaba a rebosar. Había acudido todo el que se consideraba “alguien” en Sevilla. Tenían interés en escuchar , pero sobre todo iban a “ dejarse ver”.

Estaba ya D. Esteban sentado en el estrado, preparado para iniciar su discurso.

Delante de él una mesa y sobre la mesa un gran vaso de agua para uso del conferenciante.

Se disponía a tomar la palabra.

En ese momento, del último asiento de la sala, se levanta un señor, “Antoñito Procesiones”. Muy conocido en Sevilla. No tenía un duro. Estaba más tieso que la “mojama”. Siempre ataviado elegantemente y presente en todas las procesiones de Sevilla. No se perdía “Antoñito ” ni una procesión de su Sevilla, y mira que hay procesiones en Sevilla. De ahí su apodo.

Al igual que el Don Guido de Machado, era “Antoñito” un típico personaje sevillano.

Se dirige “Antoñito”, de forma pausada, hacia la mesa que ocupaba D. Esteban.

Este enmudece.

El público presencia expectante el lento caminar del personaje.

El tiempo se detiene.

Al fin llega. Sin decir media palabra coge el vaso de agua, se lo lleva a los labios, de un solo trago y sin respirar , bebe hasta apurarlo. Devuelve el vaso a la mesa. Se da la vuelta. Observa la cara de los asombrados asistentes y se limita a decir a modo de justificación:

“¡ESTABA FRITITO!”.

Vuelve cansino a su asiento, se acomoda y se queda tan pancho.

El conferenciante, por fin, puede iniciar su parlamento.

Y esta era de las muchas historias que contaba mi padre.


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