¡Que el fin del mundo nos pille bailando!

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)




Los seres humanos nos hemos entusiasmado bailando. En aquellos guateques donde se esperaba que viniera el amor platónico. En aquellas canciones que nos entraban por todo el cuerpo y había que sacar la emoción como fuera. En los bailes de fin de curso. En los bailes con las guitarras imaginarias en nuestros brazos.

El baile es de románticos. ¿Qué sería la música sin baile? ¿Qué serían los conciertos si nadie bailara? ¿Qué serían las ferias sin bailar unas sevillanas? ¿Y las bodas, las verbenas o los amores si estos no llevaran baile?

En muchos WhatsApp está puesto eso de “qué el fin del mundo me pille bailando”. Pues sí. La vida es una danza. Donde hay baile, hay entusiasmo. El baile es una isla dentro de otra. Vas de un lado a otro. De una isla a otra movido por la música que es la que te lleva. Traspasando fronteras, emociones o épocas.

Como decía Franco Battiato “Yo quiero verte danzar como los zíngaros del desierto, con candelabros encima o como los parineses en días de fiesta”. Y es que como bien decía el cantautor italiano “y gira todo en torno a la estancia mientras se danza, danza”. Así es la vida, una danza constante. La música la pone la vida. El resto lo bailas tú.

El baile acerca a las personas, hombres y mujeres. Dicen que hay que vaciar el cuerpo para bailar el alma. La vida es bailar en pareja, solo, con los problemas, con música, sin música. Un amigo mío decía que cada vez que bailaba perdía más de 20 años. Bailaba como lo hacía con aquel amor que se le rompió. Bailaba con aquella canción que le llevaba a otra vida. Siempre buscando lugares, bares y pubs abiertos en esas noches sin descanso de juventud.

Alguien un día me dijo “He vivido estos años, no sé si muchos o pocos, aún sigo viviendo pero pienso que hice cosas, estudié, trabajé, canté, formé una familia, me casé, me mudé de casa, tuve hijos, fumé y luego lo dejé, bebí, disfruté, me enamoré, me perdí, me reencontré, salí de copas, me caí, me levanté, acerté, me equivoqué, y sobre todo, baile”. Entonces sonó la canción de Brilliant Disguise de Bruce Springsteen. Y se puso a bailar. Así, sin más. 


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