Apertura de curso y algo más

SEBASTIÁN MURIEL GOMAR


Agostado agosto se inicia septiembre. Ambos sustantivos no pueden esconder sus genes lingüísticos latinos: uno derivado de la palabra augustus, calificativo religioso dado al emperador romano Octavio (63 a.C. – 14 d.d.C.) y el otro emanado de septem (siete), por ser el séptimo mes del calendario de Roma.

Para muchos de nosotros septiembre es un enero, un enero escolar. Como cada año en su mención resuenan ecos de libros de texto, profesores, alumnos, nuevo horario, madrugones y prisas. Los meses de verano, como ágiles corceles sin ronzal, han pasado muy rápido. A todos nos supone un gran esfuerzo coger el nuevo ritmo. Niños y mayores, todos medio sonámbulos, vamos siendo absorbidos por la porosidad de una rutina que al principio nos cuesta, pero que nos acaba gustando porque transmite tranquilidad y estabiliza. Mientras, el tiempo pasa. Un mes es un vagón de un tren con doce que remonta la vía en modo caracol. Fechas y actividades se repiten, pero el tren no pasa nunca por el mismo sitio, siempre un poco más alto. En él viajamos todos.

El verano acomoda. Calor y circunstancias ayudan poco a la inquietud. Es época de relajación, de vacaciones, de mayor diversión y de descanso. A veces asalvaja, deseduca, casi daña ¡Rompemos muchos límites! La verdad es que, zambullidos en esta sociedad de bienestar, cualquier estación es propicia a estos ambientes pero quizás en los meses de estío se generalizan un poco más. Los docentes lo notamos mucho: por propia experiencia y por la experiencia de recibir a ciertos alumnos – pequeños o mayores - poco acostumbrados a ciertos topes y mucho menos a trabajar. Si durante el año cuesta educar, en el verano es misión casi imposible.

Sin embargo, siempre he pensado que la educación se recibe en el hogar, en la familia. Los maestros sólo podemos dar una educación complementaria limando algunas asperezas de lo ya trabajado en casa. Colaborar sí, hacer de padres o madres, imposible. Para un docente, en su jornada laboral, resulta muy difícil conseguir que veinticinco alumnos aprendan y se eduquen ¡a la vez! Además, el tiempo que un escolar pasa en casa cuadruplica al transcurrido en la escuela, más fines de semana y periodos vacacionales. En mi niñez educaban los parientes, las personas mayores por la calle y me atrevo a decir que hasta en la mili. Por supuesto los padres y maestros. Hoy las cosas han cambiado mucho. Llamar la atención a un joven en la calle te puede costar un disgusto, la mili y ciertos servicios sociales obligatorios han desaparecido, los parientes se han distanciado y el individualismo ha crecido bastante en esta sociedad. Como la tribu ha dejado de existir, la responsabilidad de educar se focaliza en los padres. Claro que si la tendencia es ser padres eternamente adolescentes o convertirse en colegas de sus hijos o trabajar la pareja, el resultado es una abundancia considerable de hijos eternamente huérfanos, salvo que se compartan los muchos huecos que presentan las apretadas agendas de unos y de otros. Sobre la opción de los abuelos, prefiero hablar otro día.

Estas líneas no incluyen recriminación alguna para nadie. Lo anterior es solamente una reflexión y entiendo que cada cual hace lo mejor que sabe y puede, pero si se tienen hijos hay que ser conscientes de que los máximos responsables siempre serán su madre y su padre: Estado, parientes, maestros, medios de comunicación, sociedad en general siempre serán meros colaboradores.

En la vida se alternan disgustos y relajación, tristezas y alegrías, días nublados y días de sol: los hijos forman parte de esa realidad, lo mismo que tu pareja, tus padres o tus amistades. Los comportamientos, actitudes y sentimientos no siguen una línea recta…pero ahí está el punto….Hijos, pareja, padres, amigos son oportunidades ligadas a personas y en ti está la levadura para transformarlas en aprendizaje, diversión o tortura. Lo normal es que no tengas un equipo de asesores como les pasa a los políticos, quizás solo un par de cómplices amigos y tu experiencia de vivir. De corazón, apreciado lector, es mi deseo que aciertes.

Buen inicio de curso para todos.


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