La crisis y el barro

EMILIO GÓMEZ
(Periodista-Director)


Durante la última década se está hablando mucho de crisis. Y no es para menos. Pones las noticias y escuchas que Europa avisa, que el déficit sigue subiendo y que la hucha de las pensiones está agotándose.

Dicen que ese período de recuperación en el que estábamos ha terminado. Estamos pisando barro otra vez. En realidad la crisis económica es una derivación de la crisis moral en la que nos encontramos. Nunca nos llegamos a recuperar del todo. La fiesta interminable de finales de los 90 y principios de siglo, nos hizo tanto daño que nos costará muchos años y décadas de recuperación. No solo por lo que se perdió sino por el modo de vida que se alcanzó. Como decía Armas Marcelo, “nos gastábamos lo que no teníamos en el presente, lo que nunca tuvimos en el pasado y lo que no tendríamos en el futuro”. Así fue. Además proliferaron los ladrones al acecho en un mundo en el que no se controlaba nada. Todos estábamos de fiesta. Nuestros mayores, quienes se echaban manos a la cabeza por haber pasado de la nada al todo, sabían más de lo que decían. Lo que sospechaban, llegó. Del todo se pasa a la nada en muy poco tiempo. Donde había riqueza, hay ahora miseria. Todavía estamos en la resaca de una fiesta que duró demasiado. Era un milagro de mentira. Creíamos que iba a durar para siempre ese estado festivo de derroche. La crisis no solo fue económica, también fue una crisis política, social y cultural.

Han quedado lejos esos pabellones construidos que luego no se utilizaron, esos aeropuertos donde no entraron aviones y esas bibliotecas sin libros. Había tanto dinero que no se sabía qué hacer con él. Venía dinero a sacos de Europa. Ahora hay que pagar lo que se debe, todo se ha vuelto deuda y hay muchas familias asfixiadas. Lo peor de todo es que nos hicieron dependientes del dinero. Nos advierten, quienes mejor conocen nuestra economía, que lo peor no es el fango que estamos pisando entre las ruinas de nuestro bienestar pasado, sino lo que ha de llegar.

En otro tiempo con poco se salía arriba. Pero hoy la cosa cambia. El mundo que tenemos es material y no respeta ni a pobres ni a fracasados. Nos hicieron esclavos de cosas que no nos llevan a nada. Nunca nos manipularon tanto. Es una sociedad creada para el borreguismo. Las nuevas generaciones lo tienen todo y de todo. No es lo malo que lo tenga. Lo peor es que no pueden vivir sin ello. La sociedad no se lo permite.


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