La demagogia de Javier Bardem

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ
(Presidente-Editor)


El pasado viernes el actor Javier Bardem, en el discurso que protagonizó dentro de la Cumbre del Clima en Madrid, insultó al alcalde de Madrid con la palabra “estúpido” por, según él, oponerse en su día a Madrid Central, un invento de la anterior alcaldesa, la señora Carmena, una medida de mucho marketing y propaganda y poco práctica, porque lo que se reduce en el centro lo incrementan en la periferia. Después pidió disculpas, pero para entonces ya había quedado, una vez más, perfectamente retratado.

Lo primero que no entiendo es qué pinta este señor dando una charla sobre el clima, como si él tuviera especial cualificación o autoridad para ello o fuera alguien entendido en la materia. Esto es, como si este señor fuera un científico o un filántropo que dedica una parte del dinero que gana a donarlo para el bien común.

También me gustaría saber cómo calienta él su gran mansión o por qué viaja en grandes y contaminantes coches por Madrid (como su lujoso todoterreno, que no se vende en Europa, Lincoln Navigator, uno de los más contaminantes del mercado), aviones y hasta jet privados. Que mire también a su pareja, Penélope Cruz, que hace anuncios promocionando cruceros de lujo cuando los cruceros de lujo que atracan en los puertos españoles contaminan cinco veces más que el total de los vehículos que circulan en la Península, según un estudio de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente.

Este actor, fiel a su exacerbado sectarismo, solo sabe pegar caña cuando alguien del PP gobierna, autoproclamándose poco menos que como un ideólogo comunista, como toda su familia, pero con un patrimonio multimillonario. Comunistas de boquilla y fachada, de los que dicen odiar el capitalismo pero aman fervientemente el dinero y acumulan un patrimonio inmenso; de los del “haz lo que yo diga pero no lo que yo haga”. Da perfectamente el perfil conocido y prototípico, muy clásico y habitual, de ese progre que se cultiva una falsa aureola de intelectual, que a base de la demagogia más grosera va dando lecciones de justicia social, ética y solidaridad y abandera el “progreso” (sobre todo su progreso) a la par que recibe sanciones del Tribunal Supremo (2017) por cuantía de 151.000 euros por evadir impuestos y defraudar a Hacienda en los ejercicios 2006 y 2007.

Cualquier comunista de buena fe debería estar avergonzado y hasta cabreado de que alguien como Javier Bardem les quiera representar, él que vive en el capitalismo más absoluto. Y si tan comunista es que se vaya a vivir, pero como un ciudadano común, a China, Corea del Norte, Venezuela o Cuba, a ver cómo se lo pasa.

No pongo en duda su talento en su profesión de actor, que lo tendrá (supongo), pero de ahí a abanderar lo que él incumple diariamente…, eso es cinismo y mucha hipocresía.

El señor Bardem pertenece a un amplio grupo de actores españoles que, sorprendentemente, se atribuyen a sí mismos el papel nada menos que de intelectuales avanzados (aunque sean vulgares “intelectuales” de mercadillo), y significándose como eminentes progresistas dotados de una superioridad moral innata e incontestable, dan muchos sermones demagógicos, pretenden sentar doctrina y ser abanderados de supuestas causas sociales. Y lo único que demuestran por su vida y sus suntuosos bienes es que muchos carecen de coherencia y humildad. Y algunos interpretarán más o menos aceptablemente bien sus papeles aprendidos de memoria en el cine, la televisión o el teatro, pero su opinión política, en principio, no debe valer ni importar más que la de un tornero fresador, un taxidermista, un domador de leones o un oficial de primera albañil. Sobre todo si su cinismo e hipocresía les delata permanentemente.

Es lo que en parte vivimos en la actualidad, ser una persona anónima, trabajadora, humilde, honrada y con sentido común, eso es de ser tontos y sumisos. Los que valen son estos tipos de la farándula y el famoseo que se apuntan al abanderamiento de ese populismo barato y aborregado disfrazado de “progresista”. Lo que vende son charlas como la de este actor y lo que se justifica en ciertas instancias es que un vil asesino de ETA acuda sin mayor reparo a una universidad del país Vasco a dar una conferencia. Alucinante.

Esto es lo que tenemos, y lo peor es que, viendo lo que se está viendo, viendo que aquí lo único realmente importante para algunos es ocupar el sillón del poder aunque sea a costa de pactar con el mismísimo diablo (que te pasará después siniestra factura), todo este sinsentido seguirá aumentando, porque entre unos y otros van a dejar totalmente troceada España, polarizada a la población y esquilmado el sistema político que ha procurado a España el periodo más prolongado de prosperidad y bienestar en toda su historia.

Señor Bardem, háganos a todos un favor, dedíquese si quiere a hacer películas y siga engordando su gran talega de euros, y deje de lanzar dogmas de los cuales usted no cumple ninguno.

Para terminar creo que la mejor frase dedicada al demagogo y cínico Javier Bardem es: “!Qué fácil es ser comunista en un país capitalista de Occidente!”


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