Pin parental, el nuevo circo demencial

MIGUEL CARDADOR LÓPEZ




Hay un dicho popular que dice: “Si algo puede empeorar, no dudes que empeorará”. Esto es lo que podemos aplicar al circo de los partidos y más concretamente a su actores, los señores y señoras diputados.
Hastiado de este circo, el vasco Borja Semper, de 44 años de edad y después de 25 años de político del PP, donde la mitad de esos años tuvo que llevar escolta porque era la diana principal de los asesinos de ETA y de todos los que en la sombra colaboraban con estos miserables cobardes, la semana pasada presentaba su dimisión harto de la situación política, aludiendo a que veía una crispación rabiosa y peligrosa en la actual forma de entender la política, pues textualmente ha justificado su salida  porque “no me gusta la actual política de trincheras o de levantar muros”. 
Ahora, de nuevo, ya tenemos otra polémica que ha surgido con el denominado “Pin Parental” que se ha implantado en la Comunidad Autónoma de Murcia.
Sobre esto la ministra socialista Isabel Celaá no ha tenido otra ocurrencia que declarar que los hijos no son de los padres. Hubo otra compañera suya natural de Cabra que hace tiempo ya dijo también que el dinero público no era de nadie. Y para rizar el rizo de los asuntos sorprendentes que nos ofrece la actual política  aparece el nombramiento de la directora del Instituto de la Mujer, que ha recaído en una persona que tiene en su currículo una amplia y abundante serie de manifestaciones absolutamente delirantes.
A los de Vox, que son los que más exigen el “pin parental”,  les diría que el derecho a la educación está recogido en la Constitución,  y si ellos, o quien sea, ven que en la clase donde van sus hijos se dan enseñanzas que vulneran la Constitución, les asiste el derecho de denunciarlo.
A la iluminada ministra le digo que le pregunte a los padres, que tienen que romperse las manos y la cabeza trabajando ambos para poder darle lo mejor a sus hijos, o cuando se levantan a media noche por cualquier circunstancia, o quién padece sus enfermedades y sus tristezas, etc.
Los hijos, querida ministra, no son del Estado, son los padres los que tienen la responsabilidad de educarlos y mantenerlos. Y cada cual,  respetando los derechos que asisten al menor, le da la mejor educación que en el entorno familiar se considera, con las particularidades lógicas como padres con las opiniones y directrices libres que disfrutamos en un Estado de Derecho. Cuando el menor cumple 18 años se presupone (teóricamente) que ha adquirido una madurez para tener la libertad de tomar sus decisiones en todos los sentidos libremente.
La enseñanza de conocimientos se dan en las aulas, pero la educación es de los padres.
Dentro de las aficiones de cada persona, el que es cazador tratará de inculcarle los hábitos de la caza, al que le gusta el deporte el deporte, la lectura, la cocina, la costura, la pintura, los toros, música, etc. Lógicamente, luego el menor podrá tener una carga de sintonía con el progenitor o no, pues como ejemplo pongo el mío con mi padre, que era un adicto irreductible de la práctica cinegética en todas sus variantes, y a pesar de ser el único hijo varón, a mí jamás me atrajo ésta lo más mínimo, porque mi afición iba por el fútbol y el deporte en general.
Ahora, si la señora Celaá les quiere decir a todos los que son padres que deleguen en el Estado determinados aspectos fundamentales de la educación, con el fin de que éste pueda adoctrinarlos y moldearlos ideológicamente a su gusto,  como ocurre en ciertas comunidades autónomas donde los han educado en el odio a España, que lo diga claramente y sin rodeos. Y si las directrices y los límites en la educación de los hijos los pretenden poner (o imponer) tendenciosamente las corrientes ideológicas que en cada momento ocupan el sillón del poder malos derroteros llevamos. 
Parte de esto me recuerda a cuando el cantante Melendi, vino a cantar a la plaza de toros de Pozoblanco hace unos 12 ó 13 años, con vestimenta zarrapastrosa y greñas incluidas para imitar a los adolescentes más estridentes en vestimenta. Yo, como muchos de los adultos de cierta edad, nos quedamos atónitos por los mensajes y adoctrinamiento que lanzó,  como por ejemplo, que hicieran lo que les diera la gana, que bebieran, fumaran, o incluso que probaran otras cosas…, en una palabra, que pasaran de lo que les dijeran los padres.
Entonces yo me hice una pregunta: ¿De dónde ha salido el dinero de la mayoría de adolescentes para pagar la entrada del concierto y por qué el díscolo cantante no daba el concierto sin cobrar entrada para sus colegas adolescentes?
Entonces era aquel Melendi, que por aquellos años también montó una algarabía en un avión que obligó al comandante a tener que dar la vuelta al avión y tuvieron que tirar cerca de 5000 litros de combustible al mar para poder aterrizar. El mismo que días después encabezaba una manifestación reclamando medidas mundiales contra la contaminación.
Desde hace ya unos años, a través de un buen asesor que ha tenido, ha dado un giro a su vestimenta, forma de hablar y de comportarse, pareciendo en su fisonomía un director de banco. Y sobre todo, a esto se le ha sumado que es padre de familia numerosa y ha conocido de primera mano los  aspectos reales  y  verdaderamente importantes de la vida,  dando un giro de 180º a lo que era.
A la tercera, la directora del Instituto de la Mujer, le digo que se deje de dar consignas y directrices sobre prácticas íntimas y personales que solo competen a la libertad, responsabilidad  y elección individual de cada persona. Que ella no es nadie para establecer una pretendida agenda sexual y decirnos lo que está bien y lo que está mal.
Que se deje esta señora de chorradas y manifestaciones extremistas,  groseras y chabacanas  y que se centre en cuestiones de calado, que para eso tiene el cargo máximo de la institución que representa y no como si fuera una tertuliana de un programa de televisión de salsa rosa, que para eso cobra un sueldazo de miles de euros mensuales.
En la enseñanza lo primero que hay que hacer es crear una ley que logre el consenso de la amplia mayoría de las fuerzas políticas y que no esté dando bandazos según el partido que en cada  momento esté en el Gobierno. En esa ley, en mi opinión,  hay que reforzar la figura  del docente, para que tenga mucha más relevancia, autoridad y respeto, tanto  por parte de los padres como por los políticos que imponen los modelos educativos. Pues desde hace cuatro lustros se han centrado cada vez más en lo secundario y con ello han ido poco a poco debilitando la figura de la parte básica que es el profesor.
Que se preocupen también de que en Cataluña no sean señalados los que quieren aprender en castellano y penalicen severamente a colegios y profesores que incumplen este derecho. Igualmente que no se adoctrine a los alumnos políticamente con eso de “España nos roba y por eso tenemos que trabajar por separarnos y tener una república independiente catalana”.
Hay dos cosas en la vida que no cambiamos mientras tengamos un hilo de vida, que es que siempre seremos del mismo equipo de fútbol y que los padres en su mayoría darían su propia vida por sus hijos, y no metafóricamente.
Sí, señora ministra, los hijos y sus padres siempre tendrán unos vasos comunicantes mientras vivan e incluso después de que hayan fallecido. Y estos mismos hijos a partir de los 18 años tienen la potestad de tomar y elegir su propio camino, para bien o para mal, porque de momento y mientras no se lo carguen los políticos, vivimos en un país totalmente libre no en países de dictaduras comunistas como China, Venezuela o Cuba, donde carecen de cualquier opinión individual porque tienen el yugo de los dictadores que gobiernan.
Por cierto, parte de nuestros actuales ministros, hace muy poco nos ponían a estos países como ejemplo a imitar en nuestro país.
Una vez más, desgraciadamente la realidad supera a la ficción.


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