Los mozárabes en Los Pedroches o el alba mariana

ARTURO LUNA BRICEÑO


En 1959, la Real Academia de Córdoba celebraba el XI Centenario del martirio de San Eulogio. Para ello editó: “Obras Completas de San Eulogio”. Edición bilingüe, (latina) con versión castellana de R. P. Agustín S. Ruiz. O.B. (Orden Benedictina).
En este libro de 333 páginas está gran parte de la historia de nuestra Comarca, acaecida desde el emirato de Alhaken I, (año 796, hasta Almanzor, (año 1010). Tiempo que va desde el martirio de los mozárabes hasta la rebelión de los beréberes, tras la quema de Medina Azahara, y su huida de Córdoba para refugiarse en los Pedroches, donde permanecieron saqueando más de 30 años.
Me preguntan muchas veces sobre la historia del Santuario y el origen de la Virgen de Luna, y no me queda más remedio que acudir a la historia de los mozárabes y su persecución por los emires.
En la página 37 del libro citado leo: “Los monasterios y Basílicas: Estos centros de vida de perfección que durante la época visigoda estaban en el casco de la ciudad, los musulmanes, que se apoderaron de sus mejores edificios, los desalojaron haciendo que sus moradores se trasladasen a los suburbios y a las montañas de la Serranía de Córdoba. San Eulogio no nos dice que regla seguían, pero por fuerza había de ser la de San Fructuoso o San Isidoro. Por lo general eran monjes y religiosas, como se deprende del testimonio del Santo y del gran contingente de mártires voluntarios, que salieron de aquellos cenobios”.


“Tábanos: El monasterio tabanense gozaba aquellos días de mayor celebridad. En él se practicaba más que en ninguno otro, el ascetismo, y de él salieron muchos mártires que en la persecución de Abderramán II se cubrieron de gloria”.
Sobre su fundación dicen: “Fuese Isaac al pueblo de Tábanos, sito a unas millas al norte de Córdoba, rodeado de rocas escarpadas y de bosques impenetrables y habitado por una comunidad dúplice de monjes y de religiosas, muy ejercitados en la vida monacal. Tenía Isaac en Tábanos un tío paterno llamado Jeremías, varón lleno de temor de Dios, el cual, notable por su riqueza, en el siglo había edificado el monasterio”.
Según lo narrado por San Eulogio y posteriormente por el Obispo Recemundo, este monasterio podría ser en la actualidad San Benito de Obejo.
San Salvador de Peñamelaria: “Estaba sito al Norte de Córdoba y no lejos de la ciudad, al pie de una roca de la sierra de Córdoba”. De él salió Santa Pomposa y San Eulogio lo narra así: “Pomposa salió de San Salvador, sito a las faldas de Peñamelaria, donde se había recluido con sus padres, hermanos y parientes”.
Este monasterio se supone que es el que tiene sus ruinas en el Gelmo, a los pies de la Chimorra y que fue excavado por las universidades cristianas alemanas en la década de 1920. Excavaciones que hoy continúan con otro monasterio, situado en la Dehesa de la Vera, en el término de Añora.
Y entre Peñamelaria y camino arriba de Tábanos se encontraba:” San Martin de Rojana, en la sierra de Córdoba, dio un mártir a Jesucristo: San Cristóbal. En compañía de San Leovigildo pasó algún tiempo en la cárcel, volando juntos al cielo el 20 de agosto del año 851”.
En estos monasterios de la sierra de Córdoba predicó San Eulogio. Todos ellos situados en lugares agrestes y de difícil acceso, como correspondía por la necesidad de dar cobijo y seguridad a sus moradores que estaban perseguidos y amenazados de muerte.

   

En estos santuarios, además de las familias que los moraban, acogían a peregrinos, pobres, huérfanos y atendían a enfermos. Se convirtieron en lugares santos en los que se celebraban diferentes fiestas a lo largo del año. Fiestas a las que acudían los cristianos en peregrinación, para reafirmar su fe, y cuando se pacificó Al Ándalus, según el Obispo Recemundo, acudían los fieles para cumplir promesas, concertar matrimonios, cambiar semillas, cruzar animales o tratar de sanar enfermedades o suplicar para paliar epidemias y sequías que le afectaban a ellos y a sus villas.
En las actas de los pleitos que Villanueva de Córdoba y Pozoblanco mantuvieron a lo largo de dos siglos, los motivos por los que unos y otros querían llevar la Virgen a sus pueblos eran por estas mismas causas.

No hay comentarios :

Publicar un comentario