Eutanasia

AGUSTÍN REDONDO DELGADO


La vida humana es sagrada. ¡No matarás! Habéis oído que se dijo a los antepasados: “No matarás, y aquel que mate será reo ante el tribunal!.
Pues yo os digo: “Todo aquel que se encolerice contra su hermano será reo ante el tribunal”.
La vida humana es sagrada porque desde su inicio es parte de la acción creadora de Dios y permanece siempre en relación con su Creador que es su único fin.
Acabo de leer un artículo en un periódico del Camerún que dice palabras tremendas sobre el hombre.
El periodista escribe: “Nos declaramos partidarios del hombre completo. No del hombre amputado en su dimensión religiosa, como hoy piensan muchos hombres. No del hombre amputado en su valor de persona de provecho, según se piense de la masa como de una ideología marxista. No del hombre reducido al estado de consumidor o de productos como en la hipótesis capitalista. No del hombre menor de edad e irresponsable como en el sistema colonialista. No del hombre “macho” que no conoce en la mujer más que el derecho a ser bella y a callarse. No del hombre valorado solamente por el resplandor de sus galones, por el peso de su dinero. No del hombre engreído por su valor de raza, de casta, de clase social o civilización, de fronteras o de cultura.
Nos declaramos partidarios del hombre completo, salido de las manos de Dios y destinado a crear un camino con sus hermanos.
De este hombre nos declaramos partidarios apasionadamente. Este largo preámbulo lo hago a propósito para hablarte de la eutanasia.
Supe de ella por primera vez en mis estudios de deontología médica, allá por el año 1951. Mi profesor fue el Padre S.I. Dr. D. Francisco Peiró, el cual me distinguió con una sincera amistad.
Después escribí, hace más de cincuenta años, un artículo sobre este tema por los problemas médico – legales que trajo la talidamida tomada por una madre gestante que parió una niña a la que le faltaban las manos y parte de los antebrazos. Esta madre, horrorizada, “endulzó” la vida a la pequeña con otras drogas mezcladas con miel, enviándola al Cielo, libre de posibles sufrimientos posteriores, rápidamente.
Eutanasia: empleó este vocablo por primera vez en la ciencia moderna el canciller Francisco Bacon en el s XVII, opuesto a distanasia que significa muerte en medio de grandes dolores físicos y morales.
Eutanasia es o significa muerte dulce, muerte buena; del griego eu- bueno y zanatos – muerte.
Se emplea en dos sentidos, puede ser física o moral. La moral es la de los santos que desean librar su alma de este cuerpo, para ellos una cárcel, con el fin de alcanzar la verdadera felicidad. Decía Santa Teresa:
“Ven muerte tan escondida que no te sienta venir porque el placer de morir no me vuelva a dar la vida”.
San Francisco en su agonía canta al sol y al universo y a la creación en general.
Los mártires sonríen ante el fuego, ante las fieras, y en medio de horribles tormentos mueren gozosos y llenos de paz porque saben que están ya con Dios.
La eutanasia física, que es la que nos interesa en este artículo, es la forma de procurar la muerte, la muerte buena, la muerte dulce, la muerte apacible con una agonía tranquila que de otro modo sería larga y dolorosa. La eutanasia puede ser considerada como hecho jurídico o como hecho médico.
Como hecho jurídico se funda en el derecho que dice asistir a la sociedad para expeler de su seno a aquellos miembros que constituyan un estorbo en su camino, o una rémora para el progreso, o una mancha que vicie su sangre.
Hablan de la eutanasia Platón en su República, patrocina el homicidio de los ancianos, de los débiles y de los enfermos. Plinio asiente semejantes aseveraciones de Platón. En países espiritualistas de civilización cristiana, también se encuentra, sobre todo en literatura, ardorosos panegiristas de las prácticas eutanásicas. Benson en “El dueño de la Tierra”, Guy de Maupassant en sus novelas y René Breton en el teatro: “Eutanasia o el derecho de matar”. Maeter Linck en su libro “La muerte”.
De la literatura se ha pasado a la ciencia del derecho, y médicos y juristas han debatido apasionadamente sobre este problema, pudiendo recordar a: Enrique Ferri, Binet Sangrê y Carlos Binding.
El coronel Combes dio muerte a un herido imposible de trasladar de un certero tiro, los tribunales fueron indulgentes y lo absolvieron. Juan Zinovski, escritor polaco enfermo de tisis y cáncer, en sus acerbos dolores de muerte, pide a su amante, - enfermera solícita, fiel y bella – que lo prive de tanto sufrimiento; ella al principio se resiste a quitarle la vida para después, viendo tanto dolor, transida de pena, con hipnóticos lo pone en las alas de Morfeo para después de un tiro conducirlo a regiones más dulces y menos penosas. Stanislava Uminska es perdonada por el tribunal.
En tres categorías suelen distribuirse estos seres que la sociedad puede y debe expeler de su seno, todo según los defensores de la eutanasia:
1.- Los cancerosos, tísicos y lesionados de muerte que emplean conciencia de su desesperada situación piden perentoriamente el fin de sus sufrimientos.
2.- Donde se encasillan los idiotas o dementes incurables a los que amenaza la muerte en un plazo breve: a estos seres les falta por igual la voluntad de vivir como la de morir. Son una carga para sus familiares y para la sociedad misma. Son muertos espirituales.
3.- Forman la tercera categoría los seres espiritualmente sanos que han perdido la razón y si la recobran se teme que caigan en un estado enteramente desesperado con destino a una muerte segura.
La eutanasia como hecho médico merece una indulgencia más acentuada.
Eutanasia occisiva es la que se vale del médico o de los medicamentos que acaban con la vida del enfermo abreviándole el dolor. Contra esta eutanasia se ha manifestado siempre la Iglesia por la pluma de sus sabios y de sus doctores, por juzgarla contraria a los fines providenciales de la vida, al respeto que se debe a la muerte que forma parte del plan universalista de Dios.
Eutanasia lenitiva es aquella que suprime el dolor sin atentar contra la vida, sin restarle un minuto a la duración de la vida natural del enfermo, le suprime los dolores, privándole de la sensibilidad y de la razón de modo que cuando la muerte venga no se haga sentir. Requiere un pequeño análisis para su comprensión exacta y cabal. Es la tolerada por la moral católica. Después de verificado este análisis fluirá lógicamente lo que al médico le es permitido hacer y lo que no le es permitido realizar.
En su polémica regulación leemos: Suecia: “No rotundo a la muerte por encargo”. Comisión deontológica médica: “No se puede matar por dinero”. Vaticano: “Máxima expresión de la cultura de la muerte”. La Conferencia Episcopal califica de aberrante la nueva regulación. Suecia: “Teme que se abran las puertas a conductas asesinas”. Bélgica: “Todo lo contrario que respira Holanda (la nación abanderada)”. Gran Bretaña: “Ni ahora ni en el futuro lo tienen previsto”. Francia: “Castigada con penas de cadena perpetua”. Estados Unidos: “País sumido en la violencia y en el asesinato, lo más importante es sobrevivir a toda costa”. En España, dice Pániker: “Es un adelanto y un gran acierto”. (Todas estas referencias están tomadas de ABC). Así están las cosas….Dios dirá…..

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