Humor negro

PEDRO JESÚS ARÉVALO FRUTOS

Humor. Medio de expresión para unos. Arma arrojadiza para otros. El reciente caso de la dimisión de Guillermo Zapata me plantea una cuestión: ¿Dónde están sus límites? Espero que estas líneas les arranquen una sonrisa, o al menos, les inviten a reflexionar.

En primer lugar creo que tal dimisión no se debería haber producido. Dejando al margen los 100 días de cortesía que se otorgan a un nuevo gobierno, 1 en este caso, la oposición resultó ser eyaculador precoz. Si bien de contenido censurable, considero que un representante no debe dimitir por un comentario realizado cuando no ejercía tal cargo, a todas luces sátiro. Creo que hay que ser miserable para sacar a la luz tweets de hace cuatro años. Eso y tener mucho tiempo libre. Esperen, creo que he esbozado un retrato robot de Esperanza Aguirre.

Lógicamente trajo sus repercusiones. La primera estaba clara. Cuando muestras la sangre a un tiburón este ansía más, sin freno, en este caso preconizaba petición de nuevas dimisiones. La segunda, por parte del interpelado. “Acertada” la decisión de Zapata dejando el cargo para no emborronar la imagen de su equipo de gobierno. Si bien me pregunto por qué no se generaliza esto a los responsables de los desahucios, recortes en Sanidad o amigos de lo ajeno en general. Tercero, la contrarréplica. Tardaron poco en salir a la luz comentarios del nuevo adalid del PP Pablo Casado, quien tildaba a la izquierda de carca al pasar la vida hablando de “la guerra del abuelo” y “buscando la fosa de no sé quién”. Casado pidió que no se sacaran sus frases de contexto. ¿No había sido este el motivo que llevo a pedir la dimisión de Zapata? Consejos vendo y para mí no tengo.

La actitud más loable en toda esta tropelía vino de parte de una de las afectadas: Irene Villa. Respondió con humor a los comentarios, pues ella misma se ríe de ellos. E incluso criticó los “insultos demente hacia unos políticos que no han empezado su labor”, cita textual. Poco que añadir. Lo que más duele a estas personas, no son los comentarios en tono jocoso. No lo ven motivo de escarnio. Sino el ser usados como arma arrojadiza con fines políticos. Como ocurrió con los afectados por las preferentes o con las víctimas del 11-M. Eso sí me parece realmente deleznable.

En medio, la corona. Años atrás supuso que un ejemplar de la revista “El Jueves” fuera requisado de los quioscos. Hace unos meses, la censura de una nueva portada la dejó huérfana, tras la salida de Bartual, Monteys o Manel Fontdevila, entre otros, indignados. Desde el 1 de Julio será perseguida duramente por la ley. Lo siento, soy amigo del “Caiga quien caiga”, no distingo de estratos sociales a la hora de hacer humor. Esta es la libertad de expresión que nos venden. En esto que llaman democracia.

A mí, personalmente, el humor me hace la vida más llevadera. Al poner las noticias y ver el desolador panorama patrio que nos toca vivir, soy más de reír que de llorar. Como el maestro Gila, que hizo de uno de los actos más viles del ser humano, como es una guerra, escenario de sus mejores gags. Ríanse de la vida, les aseguro que ella no tendrá escrúpulos en hacerlo de ustedes cuando tenga oportunidad. Terminarán por legislar que es gracioso y que no. Mientras tanto, el que escribe estas líneas seguirá tomándose la licencia de seguir riéndose de todo. Al menos, de momento, es gratis.

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