Repasando las fotos antiguas de las viejas cajas

EMILIO GÓMEZ



Muchas veces, en tardes perdidas y de aburrimiento, nuestras madres nos han sacado cajas de fotografías antiguas. Repasar fotos antiguas es como repasar cromos y vidas pasadas. En esas tardes hemos conocido a nuestros antepasados. Gente que vivió en otro tiempo y de los que solo nos quedan sus fotos. Ver una foto en blanco y negro es como ver una vida sin colores, pobre y austera. Normalmente antes solo se hacían fotos en celebraciones (bodas, bautizos, cumpleaños). No faltaban tampoco las del servicio militar donde aparecían fotos de desconocidos que teníamos que preguntar quienes eran.

Es curioso como en las cajas de fotos antiguas aparecen amistades perdidas, amores olvidados, padres, madres y familiares desaparecidos, épocas que se fueron. En la vida parece que no pasa nada. No es cierto pues estamos en permanente cambio. En las fotos, vemos cómo cambia nuestro aspecto, nuestra manera de vestir, de ser y hasta de amar. Tan importante es respetar los nuevos lugares como mantenerse fiel a la sinceridad de las viejas fotografías. Estamos hechos de tiempo. Nuestros mayores estuvieron hechos de tiempo y los jóvenes aunque no lo sientan aún, están también hechos de esa materia temporal que nos encadena. Esas fotografías de jóvenes de antes están guardadas en cajas y en la pared de casas donde no se quiere olvidar a los que estuvieron con nosotros.



Muchas de esas fotografías han soportado el paso del tiempo aunque algunos picos de ellas haya desaparecido o estén doblados. Son como esquinas rotas de la vida. Ellas mantienen y sostienen nuestra historia, nos permiten regresar a otro tiempo que ya no existe. Lo mejor es que el tiempo no desaparece siempre que tengamos una foto en la cual mirar nuestro pasado y antepasados. Fotos antiguas de paisajes menos contaminados, menos agobiados en sus construcciones y más perfectos al ser mucho más naturales. En esas fotos están las siestas interminables del verano, el campo en blanco y negro, las pilas de lavar, la vida sin Centros Comerciales.

Las fotos antiguas dan paso a la imaginación. Las vemos y nos paramos a pensar cómo vivían los personajes que están en la foto, si fueron felices, si estuvieron tristes. A mí me gusta mirar esas fotos porque en el entorno de ellas están los lugares donde contar historias.





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